airliner at flight

Blog en piloto automático hasta dentro de unos días.

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Hay algún post programado, pero nada nuevo bajo el sol, nunca mejor dicho. Creo que me merezco unos días de descanso antes de volver al trabajo y ponerme a recorrer Europa cual orquesta durante los meses de verano. Que si Oslo, que si Budapest, que si Copenhague, que si Barcelona, que si Madrid, que si el Coño de la Bernarda. Por lo menos voy a disfrutar de la playa, la comida, la bebida y la buena compañía.

Qué asonancia más bien me ha quedado, oye.

Han sido tres meses de infarto en los que no he tenido tiempo ni de mear. No es un recurso literario: ha habido días en que me he estado meando durante horas porque no tenía tiempo de ir al baño. Ahora entiendo por qué hay gente que se esconde durante el trabajo en el baño para descansar. Mea culpa (patapumpish). Espero que, poco a poco, la cosa se calme, porque si no voy a morir muy joven. Si a esto le añadimos la anemia perniciosa, a la que estuve llamando «anemia pretenciosa» durante una semana porque no me acordaba de la palabra, podemos cerrar el chiringuito. He tenido niebla en el cerebro durante unas ocho o diez semanas, he estado depresivo y había días en que no podía ni moverme. Yo pensaba que era del cansancio o del estrés o de ambas, pero no. Las pastillas están haciendo su magia y, de rebote, estoy durmiendo como hacía meses. Bendita química, oye.

Esto de arriba es una reflexión sin más ni más que escribo en el tren. Ahora mismo a no sé cuántos metros del sueño, en un puente ferroviario que acojona. Y para muestra, las fotos de abajo. Voy de camino al aeropuerto y de ahí a un reencuentro muy esperado.

Besos en la curcusilla a todes mis seguidores, que sois millones.