El humor, como los cuentos con moraleja, sirve para que se note un poco menos que estás sermoneando a la gente. La fábula de la cigarra y la hormiga, donde la primera pasa el verano tomando el sol, bebiendo cócteles, procrastinando y tonteando en Tinder, mientras que la segunda guarda comida para el invierno, no hubiera funcionado igual de bien si se hubiera titulado “Ventajas de los planes de previsión e inversión a largo plazo para la productividad”. Pasar la historia a bichos parlantes ayuda a que la gente se sienta un poco menos alucinada y se abra el mensaje.
Nerea Pérez de las Heras en “Feminismo para torpes”
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