Cualquier día, a Lucía Etxebarria la eligen papisa. Tendrá autoridad sobre todos los creyentes y todo lo que escriba, inspirado por Dios, será dogma para los fieles cuando hable ex cathedra. Deberá ir a emborracharse bajo palio, portando el anillo del pescador y una tiara, con un tatuaje que diga «a mí no me han condenado por plagio porque llegué a un acuerdo». Podrá declarar santas a Amelia de Arco y a Lidia de Ávila, llagadas hasta arriba y mortificadas con la expulsión en las redes sociales. Cuando termine ese proceso, podremos empezar a hablar de la nominazión de Carlos Fabra al Nobel de Economía.
Si te interesan las entradas sobre psicología, educación, filología y filosofía, suscríbete al canal de WhatsApp haciendo click aquí. No te cuesta nada, no recibirás notificaciones y no será visible tu número de teléfono, ni para los demás subscriptores ni para mí. Está mal de pedir, pero está peor de robar. Y si le das a compartir usando uno de los botones de abajo, mejor.
Comparte
Lee más sobre: Yo opino que
Deja una respuesta