Estoy entre resacoso, muerto del cansancio, estresado por la cantidad de trabajos que tengo que corregir y, a la vez, muy feliz por los últimos acontecimientos. Es uno de esos momentos en que pienso, de nuevo, que lo tengo todo en la vida, excepto a mi madre, que se nos fue hace años ya y a la que sigo echando de menos todos y cada uno de los días. De todo lo demás, lo tengo todo. Podría tener más, siempre, pero sería una cuestión de cantidad, no de calidad: podría tener un coche más grande, cobrar el doble, tener más tiempo libre y no tener dolores de espalda, pero lo tengo todo.
Virgencita, virgencita.
Domingo por la tarde, 19:45
Si te interesan las entradas sobre psicología, educación, filología y filosofía, suscríbete al canal de WhatsApp haciendo click aquí. No te cuesta nada, no recibirás notificaciones y no será visible tu número de teléfono, ni para los demás subscriptores ni para mí. Está mal de pedir, pero está peor de robar. Y si le das a compartir usando uno de los botones de abajo, mejor.
Comparte
Lee más sobre: Personal