Como cada 28 de junio, gracias, Marsha Johnson.
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Al final va a resultar que todo era una anemia que no tiene nada de peligroso. He pasado tres meses del horror, con un cansancio que no podía ni moverme (aunque sí me he movido, más que nunca, de hecho). Potasio bajo, B12 por los suelos y la cabeza que no me funciona como debería. ¿Que no os interesa? Lo sé, pero este es mi blog y me lo tal cuando quiero.
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Wedekind (1995) y la influencia de las feromonas en la atracción sexual
Mucha gente piensa que las feromonas son decisivas en la atracción y las preferencias que tenemos a la hora de elegir una pareja sexual, como ocurre con los animales. Pero las investigaciones en psicología han demostrado que esta influencia no está tan clara y que hay otros factores biológicos, como el Complejo Principal de Histocompatibilidad (MHC), que pueden ser importantes a la hora de que se establezca esta «química sexual» entra dos personas. Estas creencias erróneas subestiman la complejidad de la interacción de todas estas variables cognitivas, biológicas y afectivas que influyen en nuestras elecciones.
Para intentar poner orden en todas estas cuestiones, Claus Wedekind decidió investigar la influencia del Complejo Principal de Histocompatibilidad (MHC, por sus siglas en inglés) a la hora de que alguien nos parezca atractivo. El MHC es un conjunto de genes que desempeñan un papel crucial en el sistema inmunológico de los vertebrados. Estos genes codifican proteínas de superficie celular que son fundamentales para la presentación de antígenos a las células T, facilitando así la identificación y eliminación de patógenos. La alta variabilidad del MHC entre individuos permite una mayor diversidad en la respuesta inmune. Se ha observado que las preferencias olfativas en humanos pueden tener una influencia decisiva ya que favorecen la elección de parejas con un MHC diferente al propio de manera que se potencie la diversidad genética y la resistencia a enfermedades en la descendencia.
El experimento de Wedekind
Wedekind y su equipo reclutó jóvenes voluntarios no fumadores para participar en este experimento. Les dieron a los voluntarios unas camisetas que debían llevar durante 48 horas consecutivas para que se impregnaran de su olor corporal. Para ello, debían seguir una dieta que excluyera ciertos tipos de comida, como el picante, y debían abstenerse de ducharse y ponerse desodorante o perfume. Dos días después, recogieron las camisetas y las metieron en bolsas de plástico selladas para preservar los olores. Luego, les dieron estas camisetas a 49 mujeres para que las olieran y puntuaran a los hombres que las habían llevado: «del 1 al 10, ¿te parece que este tío es atractivo?» A cada mujer le dieron a oler varias camisetas. Para asegurar que las evaluaciones fueran objetivas, las mujeres no conocían a los hombres, ni habían visto fotos de ellos, ni nada.
Previamente, habían analizado las características principales del MHC de los participantes, tanto de los hombres, como de las mujeres. Lo que querían hacer era, una vez recogidos los datos, ver si había algún tipo de relación entre el MHC de los participantes y si las mujeres encontraban atractivos a los hombres o no.
Resultados
Los resultados mostraron patrones significativos en las preferencias de pareja, correlacionando notablemente con la variabilidad del MHC. Las mujeres mostraron una tendencia a preferir las camisetas usadas por hombres cuyos perfiles de MHC eran más distintos al suyo. En otras palabras: las mujeres encontraban más atractivos a los hombres, cuanto más diferentes fueran los perfiles del MHC. Esto se interpreta de la siguiente manera: la descendencia que resulta de la combinación de dos MHC distintos estará genéticamente mejor preparada para afrontar enfermedades. Si A y B tienen sistemas inmunológicos preparados para luchar contra enfermedades de distinto tipo, su descendencia heredará mecanismos de defensa que puedan combatir un mayor espectro de patologías. Si X y Z tienen el mismo patrón de MHC; la descendencia estará menos preparada. Por tanto, A y B se encontrarán mutuamente más atractivos que X y Z.
Teniendo en cuenta que la diversidad genética mejora la fortaleza inmunológica de la descendencia, los datos del experimento sustentan la hipótesis de que el MHC desempeña un papel importante en la atracción y selección de pareja en humanos. Esto supone una evidencia clara de que la variabilidad genética en el MHC influye en las preferencias olfativas y en la elección de pareja. O sea, que las preferencias sexuales de las mujeres están moduladas por las señales químicas relacionadas con el MHC.
El experimento de Wedekind de 1995 aportó una perspectiva innovadora sobre cómo el MHC puede influir en la elección de pareja en humanos y, aunque excluye que haya otros factores importantes a la hora de que te apetezca follisquear con alguien, sí viene a confirmar que las señales químicas juegan un papel importante, al menos en el atractivo sexual de los heteros.
No se nos puede olvidar que la cultura también juega un papel importante, ya que las normas sociales, los valores y las expectativas de la comunidad pueden modular estas preferencias. Tampoco hay que dejar de lado las experiencias personales y el entorno familiar ni tampoco la personalidad, los intereses comunes y la compatibilidad emocional, el estatus social, la inteligencia, el sentido del humor o las circunstancias en las que las personas se conocen. No es lo mismo tener un calentón y quedar por Grindr para un polvo rápido que termines acostándote con tu compañero de trabajo.
Yo creo que Tinder debería tener una opción para poder registrar tu perfil MHC y que el algoritmo hiciera su magia, oye.
Referencias Wedekind, C., Seebeck, T., Bettens, F., & Paepke, A. J. (1995). MHC-dependent mate preferences in humans. Proceedings of the Royal Society of London. Series B: Biological Sciences, 260(1359), 245-249.
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Drama de primer mundo: este año voy a tener las vacaciones más cortas que recuerdo. No sé cómo voy a sobrevivir.
*Llorando en persona acomodada que se cree el centro del universo*
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¿Por qué no hay una marcha del orgullo heterosexual? Hay que recordarlo todos los putos años. Si no entendéis esto, es que no no entendéis una puta mierda de nada.
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El subconsciente me ha traicionado.
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Los estilos de apego (y el amor)
Los estilos de apego son patrones de relación emocional que se desarrollan en la infancia y se basan en las interacciones con los cuidadores principales. Estos patrones influyen en cómo nos relacionamos con los demás a lo largo de la vida. Según la teoría del apego de John Bowlby, ampliada por Mary Ainsworth, existen varios estilos de apego que influyen en la manera en la que afrontamos relaciones de pareja o incluso en cómo gestionamos las relaciones de follamigos y si estamos dispuestos a mantener una relación así. Ojo, el hecho de ser marica o bollera, en principio, no tiene relación con el el estilo de apego que se desarrolla con el tiempo, así que tanto si eres hetero como si eres normal, puedes mostrar patrones de comportamiento de cualquiera de los estilos.
¿Cómo son y cómo son sus relaciones amorosas?
El seguro
El apego seguro se caracteriza por una visión positiva tanto de uno mismo como de los demás. Las personas con apego seguro se sienten cómodas con la intimidad y la autonomía. Este estilo se forma cuando los cuidadores son consistentemente sensibles y responsivos a las necesidades del niño, creando una sensación de seguridad y confianza.
Los adultos con un patrón de apego seguro suelen disfrutar de relaciones estables y satisfactorias, se sienten cómodos con la intimidad y la cercanía, confían en la disponibilidad de sus parejas y amigos, tienen una autoestima positiva, se valoran a sí mismos y creen merecer amor y cuidado, se comunican de manera clara y asertiva, escuchan a los demás y tienen la capacidad para regular sus emociones de forma saludable. Son lo que todos querríamos ser.
El ansioso
El apego ansioso, también conocido como ambivalente, se caracteriza por una visión negativa de uno mismo y positiva de los demás. Las personas con apego ansioso buscan constantemente validación y amor y temen no recibirlos. Este estilo surge cuando los cuidadores son inconsistentes en sus respuestas, creando incertidumbre y ansiedad sobre su disponibilidad.
Por otro lado, las personas con un apego ansioso-ambivalente pueden experimentar relaciones de pareja intensas pero inestables, buscando constantemente la aprobación y el afecto de su pareja, sintiendo ansiedad o inseguridad si no reciben la atención necesaria. Generalmente, sufren de baja autoestima y dudan de su propio valor. También tienen dificultades para comunicarse de manera efectiva, llegando a ser, con frecuencia, pasivo-agresivos o a expresar sus emociones de forma indirecta, luchando para regular sus emociones. Tienen propensión a experimentar ansiedad, ira o tristeza.
El evitativo
El apego evitativo se caracteriza por una visión positiva de uno mismo pero negativa de los demás. Las personas con este estilo prefieren la independencia y evitan la cercanía emocional. Este estilo se desarrolla cuando los cuidadores son emocionalmente distantes, lo que lleva al niño a suprimir la necesidad de cercanía y afecto.
Tienden a ser independientes y autosuficientes, priorizan su libertad y espacio personal, se sienten incómodos con la intimidad emocional, evitan el compromiso y tienen dificultades para formar relaciones serias o mantenerlas a largo plazo. En muchas ocasiones observamos que llegan a ocultar sus emociones lo que les hace parecer fríos o distantes y las pasan canutas para expresar sus sentimientos. En el fondo, temen al rechazo y huyen de las situaciones en las que podrían sentirse vulnerables o heridos.
El desorganizado
El apego desorganizado se manifiesta en comportamientos y actitudes contradictorias en las relaciones. Las personas con este estilo pueden mostrar una mezcla de evitación y ansiedad, y a menudo tienen dificultades para regular sus emociones. Este estilo se desarrolla en entornos donde los cuidadores son impredecibles que crean una experiencia de apego caótica y desorganizada.
Estas personas pueden haber experimentado algún tipo de trauma o abuso durante la infancia, y tienen relaciones caóticas e inestables. Tienen dificultades para confiar en los demás y mantener relaciones sanas, sufren de baja autoestima y tienen una autoimagen negativa de sí mismos. A la hora de regular sus emociones lo tienen jodido y pueden mostrar signos de «extremos emocionales» como la ira o la tristeza intensas y hasta comportamientos impulsivos o autodestructivos.
¿Se puede cambiar el estilo de apego?
Los estilos de apego no son estáticos y pueden cambiar con el tiempo y la experiencia. La terapia y las relaciones saludables pueden ayudar a desarrollar un estilo de apego más seguro.
Es posible que una persona cambie su estilo de apego sin intervención profesional, aunque es un proceso jodido que requiere un esfuerzo consciente y sostenido. Las experiencias de vida positivas por sí solas no suelen ser suficientes para que se genere este cambio.
Las experiencias positivas en las relaciones adultas pueden contribuir al cambio del estilo de apego, especialmente si estas experiencias son consistentes y duraderas. Algunos factores que pueden facilitar este cambio incluyen tener relaciones de pareja o amistades con personas que tengan un estilo de apego seguro. Observar y aprender de otros modelos de comportamiento también puede ayudar a internalizar patrones más sanos de interacción. Esto ocurre, normalmente, cuando estamos pasando por una relación tormentosa y, a raíz de hablar con una persona a la que queremos y admiramos por cómo lleva su relación, nos damos cuenta de que hay una alternativa mucho mejor a la nuestra. Otra cosa es que igual estamos equivocados porque pensamos que es mejor lo que tienen los demás que lo que tenemos nosotros.
Además, experimentar momentos de conexión profunda y apoyo emocional en las relaciones puede fortalecer la autoestima y la confianza en los demás. Ser capaz de expresar y comunicar necesidades y emociones de manera efectiva también es súper importante, ya que la comunicación abierta y honesta fomenta la comprensión mutua y la resolución de conflictos de manera saludable. Los vínculos afectivos también se fortalecen y son constructivos cuando sabemos que lo que vemos es lo que hay, cuando no desconfiamos y cuando hacemos un esfuerzo consciente por comunicar nuestros sentimientos y nuestras frustraciones de forma responsable, bien porque estamos explicando exactamente cómo y por qué nos sentimos así, bien porque estamos intentando minimizar el impacto negativo en la otra persona de lo que vamos a decir y de cómo lo vamos a decir.
Desarrollar estrategias para manejar el estrés y las emociones difíciles, como practicar técnicas de autocuidado como la atención plena, la relajación o la actividad física, puede contribuir a la regulación emocional. Una persona que maneja sus emociones de forma adecuada es una persona que tendrá más papeletas para poder gestionar sus relaciones de pareja.
Aunque yendo al psicólogo puedes cambiar algunos de esos patrones de pensamiento o de comportamiento que te hacen sentir mal con tu pareja, la ayuda profesional no lo es todo. De hecho, los patrones de apego arraigados en la infancia pueden ser difíciles de modificar por sí solos, y las experiencias negativas en las relaciones adultas pueden reforzar patrones de apego inadecuados. Las personas con estilos de apego ansioso-ambivalente o evitativo pueden tener dificultades para identificar y modificar sus propios patrones y eso ya es más jodido, porque si no sabes que algo va mal, ¿cómo vas a cambiarlo?
El cambio de apego puede ser un proceso emocionalmente complejo y desafiante. En este sentido, un terapeuta puede proporcionar un espacio seguro para explorar los patrones de apego y sus efectos en las relaciones, ofrecerte herramientas y estrategias para comprender y modificar comportamientos, brindarte apoyo y guía durante el proceso de cambio, y ayudarte a identificar y abordar experiencias tempranas que hayan contribuido al estilo de apego.
Los estilos de apego no son una explicación para lo que nos pasa con las relaciones amorosas. Mucha gente, en cuanto lee sobre esta teoría, tiende a pensar que identificando el estilo propio y el de su pareja son capaces de, por arte de magia, introducir cambios y tener mejores relaciones. No es así. De hecho, las personas que buscan y que se interesan en esta cuestión tienden a pasar por una primera fase en la que buscan desesperadamente identificar los estilos con el objetivo de encontrar pareja. No, conocer esta teoría no te va a ayudar a tener más novios o más novias ni a que tus relaciones vayan mejor. Ni de coña. Lo que sí puede abrirte es la puerta a conocerte mejor y a indagar un poco. Con un post en un blog de mierda como éste, no vas a encontrar la solución.
Si de verdad tienes problemas con tus parejas o te sientes solo, busca la respuesta en otra parte. Aquí no está.
Referencias Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E., & Wall, S. (1978). Patterns of Attachment: A Psychological Study of the Strange Situation. Lawrence Erlbaum Associates. Bartholomew, K., & Horowitz, L. M. (1991). Attachment Styles Among Young Adults: A Test of a Four-Category Model. Journal of Personality and Social Psychology, 61(2), 226-244. Bowlby, J. (1982). Attachment and Loss: Vol. 1. Attachment. Basic Books. Brennan, K. A., Clark, C. L., & Shaver, P. R. (1998). Self-Report Measurement of Adult Attachment: An Integrative Overview. In J. A. Simpson & W. S. Rholes (Eds.), *Attachment Theory and Close Relationships* (pp. 46-76). Guilford Press. Cassidy, J., & Shaver, P. R. (Eds.). (2008). Handbook of Attachment: Theory, Research, and Clinical Applications. Guilford Press. Fraley, R. C., & Shaver, P. R. (2000). Adult Romantic Attachment: Theoretical Developments, Emerging Controversies, and Unanswered Questions. Review of General Psychology, 4(2), 132-154. Hazan, C., & Shaver, P. (1987). Romantic Love Conceptualized as an Attachment Process. Journal of Personality and Social Psychology, 52(3), 511-524. Johnson, S. M. (2002). Emotionally Focused Couple Therapy with Trauma Survivors: Strengthening Attachment Bonds. Guilford Press. Main, M., & Solomon, J. (1990). Procedures for Identifying Infants as Disorganized/Disoriented during the Ainsworth Strange Situation* In M. T. Greenberg, D. Cicchetti, & E. M. Cummings (Eds.), Attachment in the Preschool Years: Theory, Research, and Intervention (pp. 121-160). University of Chicago Press. Mikulincer, M., & Shaver, P. R. (2007). Attachment in Adulthood: Structure, Dynamics, and Change. Guilford Press.