De Sitges me llevo un recuerdo horrible. El recuerdo de haberme enfrentado con un monstruo de persona y volver a sentir el miedo que sentí hace mucho, mucho, mucho tiempo.
Púdrete en el infierno, hijo de la grandísima puta.
De Sitges me llevo un recuerdo horrible. El recuerdo de haberme enfrentado con un monstruo de persona y volver a sentir el miedo que sentí hace mucho, mucho, mucho tiempo.
Púdrete en el infierno, hijo de la grandísima puta.
Hace un año escribí esta nota sobre los trastornos del lenguaje. Qué mierda de texto, oye, pero cada vez me flipan más estas movidas.
Me acabo de enterar de que una persona a la que le he contado muchísimas cosas íntimas ha decidido airear toda esa información para yo qué sé.
No deja de fascinarme la estupidez: si sabes que me voy a enterar, ¿para qué lo haces? Y luego, ¿tan mala persona eres? Pues aparentemente sí.
Lo peor del caso es que me he enterado por Grindr. Tócate un pie.