• It was November 1970 and Northern Ireland was sliding into the Troubles, but for Gerard Gorman, a new pupil at St Colman’s College, the horror of that era began when Fr Malachy Finegan summoned him into a room, closed the door and told him to sit on a sofa.
    
    Gorman was 11 years old and small for his age, with big blue eyes. Two months earlier, he had started as a boarder at the Catholic boys’ school in Newry, County Armagh. Staff tended to be aloof or intimidating, except Finegan, the religious education teacher, who was solicitous and avuncular.
    
    More than half a century later, Gorman can still picture the scene on that autumn day. He had been with other boys, running to the dormitory, when Finegan beckoned him from a doorway into his sitting room. It overlooked playing fields and had a TV and a bag of sweets on a table.
    
    The priest sat beside the boy. He was a big man with huge ears that had earned him the nickname Floppy. There was a bit of chitchat, then he leaned in. “His whole face was sort of wrapping around me and just blotting out everything else,” Gorman recalls. “I had shorts on and he put his hands on to my penis.”

    Esto es lo que escribe Rory Caroll en The Guardian. Un testimonio terrible del daño que puede llegar a generar el abuso sexual durante la infancia. Cuando, además, estamos hablando de hombres que van por la vida dando lecciones sobre lo que los demás tenemos que hacer, sobre qué significa ser buena persona y sobre la magnificencia de Dios son especialmente terroríficos.

    Me cuesta mucho pensar en la reinserción en estos casos. me cuesta muchísimo.

  • 🏳️‍🌈 #pride

    Como cada 28 de junio, gracias, Marsha Johnson.

  • Al final va a resultar que todo era una anemia que no tiene nada de peligroso. He pasado tres meses del horror, con un cansancio que no podía ni moverme (aunque sí me he movido, más que nunca, de hecho). Potasio bajo, B12 por los suelos y la cabeza que no me funciona como debería. ¿Que no os interesa? Lo sé, pero este es mi blog y me lo tal cuando quiero.

  • Wedekind (1995) y la influencia de las feromonas en la atracción sexual

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    Mucha gente piensa que las feromonas son decisivas en la atracción y las preferencias que tenemos a la hora de elegir una pareja sexual, como ocurre con los animales. Pero las investigaciones en psicología han demostrado que esta influencia no está tan clara y que hay otros factores biológicos, como el Complejo Principal de Histocompatibilidad (MHC), que pueden ser importantes a la hora de que se establezca esta «química sexual» entra dos personas. Estas creencias erróneas subestiman la complejidad de la interacción de todas estas variables cognitivas, biológicas y afectivas que influyen en nuestras elecciones.

    Para intentar poner orden en todas estas cuestiones, Claus Wedekind decidió investigar la influencia del Complejo Principal de Histocompatibilidad (MHC, por sus siglas en inglés) a la hora de que alguien nos parezca atractivo. El MHC es un conjunto de genes que desempeñan un papel crucial en el sistema inmunológico de los vertebrados. Estos genes codifican proteínas de superficie celular que son fundamentales para la presentación de antígenos a las células T, facilitando así la identificación y eliminación de patógenos. La alta variabilidad del MHC entre individuos permite una mayor diversidad en la respuesta inmune. Se ha observado que las preferencias olfativas en humanos pueden tener una influencia decisiva ya que favorecen la elección de parejas con un MHC diferente al propio de manera que se potencie la diversidad genética y la resistencia a enfermedades en la descendencia.

    El experimento de Wedekind

    Wedekind y su equipo reclutó jóvenes voluntarios no fumadores para participar en este experimento. Les dieron a los voluntarios unas camisetas que debían llevar durante 48 horas consecutivas para que se impregnaran de su olor corporal. Para ello, debían seguir una dieta que excluyera ciertos tipos de comida, como el picante, y debían abstenerse de ducharse y ponerse desodorante o perfume. Dos días después, recogieron las camisetas y las metieron en bolsas de plástico selladas para preservar los olores. Luego, les dieron estas camisetas a 49 mujeres para que las olieran y puntuaran a los hombres que las habían llevado: «del 1 al 10, ¿te parece que este tío es atractivo?» A cada mujer le dieron a oler varias camisetas. Para asegurar que las evaluaciones fueran objetivas, las mujeres no conocían a los hombres, ni habían visto fotos de ellos, ni nada.

    Previamente, habían analizado las características principales del MHC de los participantes, tanto de los hombres, como de las mujeres. Lo que querían hacer era, una vez recogidos los datos, ver si había algún tipo de relación entre el MHC de los participantes y si las mujeres encontraban atractivos a los hombres o no.

    Resultados

    Los resultados mostraron patrones significativos en las preferencias de pareja, correlacionando notablemente con la variabilidad del MHC. Las mujeres mostraron una tendencia a preferir las camisetas usadas por hombres cuyos perfiles de MHC eran más distintos al suyo. En otras palabras: las mujeres encontraban más atractivos a los hombres, cuanto más diferentes fueran los perfiles del MHC. Esto se interpreta de la siguiente manera: la descendencia que resulta de la combinación de dos MHC distintos estará genéticamente mejor preparada para afrontar enfermedades. Si A y B tienen sistemas inmunológicos preparados para luchar contra enfermedades de distinto tipo, su descendencia heredará mecanismos de defensa que puedan combatir un mayor espectro de patologías. Si X y Z tienen el mismo patrón de MHC; la descendencia estará menos preparada. Por tanto, A y B se encontrarán mutuamente más atractivos que X y Z.

    Teniendo en cuenta que la diversidad genética mejora la fortaleza inmunológica de la descendencia, los datos del experimento sustentan la hipótesis de que el MHC desempeña un papel importante en la atracción y selección de pareja en humanos. Esto supone una evidencia clara de que la variabilidad genética en el MHC influye en las preferencias olfativas y en la elección de pareja. O sea, que las preferencias sexuales de las mujeres están moduladas por las señales químicas relacionadas con el MHC.

    El experimento de Wedekind de 1995 aportó una perspectiva innovadora sobre cómo el MHC puede influir en la elección de pareja en humanos y, aunque excluye que haya otros factores importantes a la hora de que te apetezca follisquear con alguien, sí viene a confirmar que las señales químicas juegan un papel importante, al menos en el atractivo sexual de los heteros.

    No se nos puede olvidar que la cultura también juega un papel importante, ya que las normas sociales, los valores y las expectativas de la comunidad pueden modular estas preferencias. Tampoco hay que dejar de lado las experiencias personales y el entorno familiar ni tampoco la personalidad, los intereses comunes y la compatibilidad emocional, el estatus social, la inteligencia, el sentido del humor o las circunstancias en las que las personas se conocen. No es lo mismo tener un calentón y quedar por Grindr para un polvo rápido que termines acostándote con tu compañero de trabajo.

    Yo creo que Tinder debería tener una opción para poder registrar tu perfil MHC y que el algoritmo hiciera su magia, oye.

    Referencias 
    
    Wedekind, C., Seebeck, T., Bettens, F., & Paepke, A. J. (1995). MHC-dependent mate preferences in humans. Proceedings of the Royal Society of London. Series B: Biological Sciences, 260(1359), 245-249.
  • El impacto de los relojes públicos en el desarrollo económico y en la psicología occidental

    brown building under blue sky during daytime

    Me quedo muerto. Joseph Henrich ha explorado en profundidad la relación entre la aparición de relojes en edificios públicos, el desarrollo económico y el auge de las universidades, presentando un análisis que revela conexiones sorprendentes entre estos elementos. Según Henrich, la instalación de relojes públicos en Europa Occidental durante la Edad Media no fue solo un avance tecnológico, también fue un catalizador para el desarrollo económico y social. Y un logro del capitalismo. La puntualidad y la gestión precisa del tiempo, facilitadas por estos relojes, fomentaron una cultura de disciplina y eficiencia, características esenciales para el crecimiento económico sostenido.

    Henrich argumenta que los relojes públicos desempeñaron un papel crucial en la transformación de las estructuras sociales y económicas. La sincronización del tiempo permitió una mejor coordinación en actividades comerciales y laborales, impulsando la productividad y, en consecuencia, el desarrollo económico. Además, esta nueva forma de medir el tiempo influyó en la organización y funcionamiento de las instituciones educativas, en particular las universidades, que comenzaron a estructurarse de manera más sistemática y ordenada.

    Las universidades medievales, según Henrich, se beneficiaron enormemente de la capacidad de planificar y ejecutar horarios fijos, lo que mejoró la regularidad y la calidad de la educación. Esta estructuración del tiempo académico promovió una cultura de estudio y disciplina entre los estudiantes, lo que a su vez contribuyó al avance del conocimiento y la innovación. Henrich subraya que este entorno educativo más riguroso y organizado fue fundamental para los logros intelectuales que caracterizaron el Renacimiento y la Edad Moderna.

    Esto que dice Henrich hace que me explote la cabeza. Los relojes no solo transformaron la percepción y el uso del tiempo, sino que también provocaron cambios en la organización económica y educativa, contribuyendo significativamente al progreso y desarrollo de las sociedades occidentales. Y sobre todo, en la psicología de las masas.

    La introducción de relojes públicos y la creciente importancia de la puntualidad uvieron un impacto profundo en la psicología occidental, transformando no solo las estructuras económicas y educativas, sino también la mentalidad y los comportamientos individuales y colectivos.

    Los relojes públicos inculcaron un sentido de disciplina y responsabilidad en la población. La necesidad de ajustarse a horarios fijos fomentó la autodisciplina y el autocontrol, características esenciales para la eficiencia laboral y la productividad personal, según Henrich. ¿Podemos ser más neoliberales? No sé. Henrich añade que este cambio hacia una mayor rigidez temporal creo una cultura donde el cumplimiento de los horarios se convirtió en un valor fundamental, asociándose con la profesionalidad y la ética del trabajo.

    Esta sincronización del tiempo contribuyó a una percepción más homogénea y compartida del tiempo, lo que vino a fortalecer la cohesión social, dice. La coordinación de actividades comerciales, laborales y académicas en horarios precisos también facilitó una mayor interacción y cooperación entre las personas, reduciendo la incertidumbre y promoviendo la confianza en las relaciones sociales y profesionales.

    Todo esto tuvo un impacto de la hostia en la organización cognitiva y la planificación a largo plazo. La gente comenzó a desarrollar habilidades para la gestión del tiempo, priorización de tareas y establecimiento de metas y objetivos. Este enfoque orientado al futuro también fomentó una mayor orientación hacia el logro, impulsando la innovación y el progreso económico. Y oye, que no se nos olvide: también del liberalismo económico.

    Sin embargo, la rigidez temporal también tuvo efectos negativos, como el aumento del estrés y la ansiedad asociados a la presión de cumplir con los horarios. La percepción de tiempo como un recurso limitado y valioso exacerbó la competitividad y la urgencia en las actividades diarias, afectando el bienestar emocional de las personas. El estrés, amigas.

    Y ahora voy con mi filípica marxista: la introducción de relojes públicos y la consiguiente sincronización del tiempo pueden interpretarse como una herramienta de control y dominación en manos de la clase capitalista. Estos dispositivos contribuyeron a construir las relaciones de producción capitalistas al imponer una estructura temporal rígida que beneficiaba principalmente a los propietarios de los medios de producción. La puntualidad y la gestión precisa del tiempo sirvieron para maximizar la productividad laboral, incrementando las ganancias de la clase capitalista mientras se intensificaba la explotación del proletariado. Además, la internalización de la puntualidad y la autodisciplina puede verse como una forma de hegemonía cultural, donde las normas y valores impuestos por la clase dominante fueron aceptados como naturales por el conjunto de la sociedad. Así, la transformación de la percepción y uso del tiempo consolidó la subordinación de los trabajadores, adaptándolos a las necesidades del capital y perpetuando las desigualdades inherentes al sistema capitalista.

    ¿Cuál es la similitud entre un reloj de la era industrial y un Apple Watch? Ambos te dicen la hora, pero solo uno te hace sentir culpable por no estar trabajando o por no estar caminando para tener un cuerpo normativo. Patapumpish.

  • Drama de primer mundo: este año voy a tener las vacaciones más cortas que recuerdo. No sé cómo voy a sobrevivir.

    *Llorando en persona acomodada que se cree el centro del universo*

  • ¿Por qué no hay una marcha del orgullo heterosexual? Hay que recordarlo todos los putos años. Si no entendéis esto, es que no no entendéis una puta mierda de nada.

  • El subconsciente me ha traicionado.