Un estudio de la Universidad de St Andrews sugiere que las parejas deberían tomar una pausa de cinco segundos durante una discusión para evitar que la cosa vaya a más. Esta breve interrupción puede actuar como un cortafuegos, reduciendo la agresión y evitando la necesidad de costosas terapias de pareja. La investigación, publicada en Communications Psychology, demostró que una pausa de cinco segundos es tan efectiva como pausas más largas para rebajar la tensión durante los conflictos. Los psicólogos utilizaron un juego competitivo para provocar broncas y analizaron las respuestas emocionales, confirmando que las pausas cortas disminuyen los niveles de agresión.
Ojo: este método es útil solo para gestionar conflictos menores y no aplica en situaciones de violencia doméstica. La estrategia se centra en las discusiones cotidianas, ayudando a prevenir que se conviertan en peleas más graves. Esta técnica es un consejo simple y gratuito que puede integrarse fácilmente en las interacciones diarias, ofreciendo una alternativa económica a la terapia de pareja.
El País publicó un artículo sobre bloquear a tu ex en WhatsApp cuando la relación se termina. Dice que ni es «un castigo, ni es infantil» y que “el bloqueo es la primera norma de autorrespeto para que no te hagan daño. Bloquear es una forma de autocuidado”. A algunos les puede parecer una acción muy drástica, piensan que es una rabieta; pero cada vez está más claro que es una forma sana y una acción necesaria para la recuperación emocional. ¿Es sano bloquear a tu ex en WhatsApp y en Instagram?
La respuesta corta es sí.
La importancia de esta práctica radica en la naturaleza misma de las redes sociales. Estas plataformas fueron diseñadas para mantener a las personas conectadas (y ganar dinero) y por eso pueden ser un terreno fértil para el dolor, la confusión y el mal rollo post-ruptura: porque lo que estás haciendo es desconectarte. Según un estudio de Tara Marshall (referencia más abajo), el contacto continuo con una expareja a través de redes sociales puede prolongar el dolor emocional y dificultar el proceso de superación. Este fenómeno puede impedir que las personas avancen porque siguen expuestas a la vida de su expareja. Cuando miras su Instagram tardas más en separarte de ese contacto y te cuesta más pasar página porque te obligas a permanecer en ese estado constante de conexión con tu ex.
Cuando miras su Instagram, te expones a información y actualizaciones que pueden ser emocionalmente dañinas. Ver fotos, publicaciones y comentarios puede generar sentimientos de tristeza, celos y resentimiento, intensificando ese dolor que ya estás sintiendo. Te estás exponiendo a comparaciones poco realistas: en las redes sociales, las personas (y tu ex más todavía) suelen presentar versiones idealizadas de sus vidas y de la alegría que sienten. Al ver que la expareja parece feliz o está avanzando, puedes llegar a reprocharte que tu propio proceso recuperación es lento o inadecuado: no sólo estás pasando por la putada de la separación, sino que además puedes boicotearte a ti mismo pensando que eres un crío (o una cría) y que no puedes superar esta movida como lo hace él (o ella). Lo que estás haciendo es perpetuando la dependencia emocional de tu ex y estás perdiendo tiempo a la hora de aceptar que la relación ha terminado. Es de cajón que ese continuo flujo de información es un recordatorio constante de la pérdida.
Desde la perspectiva psicológica, el bloqueo no debe verse como un acto de inmadurez o venganza, sino como una herramienta de autocuidado. Jennice Vilhauer dice en «Think Forward to Thrive» que el distanciamiento virtual permite a las personas centrarse la curación y en la reconstrucción de una vida individual y facilita volver a la narrativa personal de la vida sin la pareja. Al eliminar esos estímulos que te recuerdan permanentemente a esa persona, nos resulta más sencillo volver a definirnos como personas «sin pareja» y creamos esa identidad personal que necesitamos para adaptar la manera que tenemos entender nuestra vida a las nuevas circunstancias. Utilizo aquí «identidad personal» como la forma en que contamos a los demás y a nosotros mismos quiénes somos y cómo es nuestra vida.
El proceso de duelo tras una ruptura es inevitable, pero su duración e intensidad pueden verse alteradas por nuestras acciones. El bloqueo en redes sociales puede actuar, por tanto, como un catalizador para un duelo más saludable y efectivo. Según Elisabeth Kübler-Ross, pionera en el estudio del duelo, aceptar la pérdida y avanzar son pasos esenciales para la recuperación. Bloquear a una expareja puede ser el primer paso tangible hacia esta aceptación, ayudando a las personas a reconstruir su identidad y vida independiente de la relación pasada.
Además de bloquear a una expareja en redes sociales, la psicología recomienda otros métodos para superar una ruptura de manera saludable. Son los de siempre: buscar apoyo en amigos y familiares es fundamental, ya que hablar sobre los sentimientos y experiencias con personas de confianza puede aliviar el dolor y proporcionar perspectivas útiles. Dedicarse tiempo a uno mismo a través de actividades que fomenten el bienestar físico y emocional es súper importante también: hacer ejercicio, una dieta equilibrada, dormir lo suficiente y practicar técnicas de relajación como la meditación o el yoga. Todo lo anterior es un «consejos vendo que para mí no tengo» de manual. Creo que una de las cosas que funciona mejor es cambiar la rutina diaria para crear una nueva normalidad, incluyendo nuevos pasatiempos, actividades sociales y proyectos que te mantengan ocupado.
No caigas en la trampa de pensar que es infantil: bloquear a una expareja en redes sociales tras una ruptura no solo es una práctica sana, sino necesaria para proteger la salud mental y emocional. Te desligarás de todas esas fotos de diversión y felicidad de tu ex que generan tristeza y rabia y te resultará más fácil retomar una rutina con menos negatividad y tristeza.
De verdad, bloquéalo.
Referencias
Kübler-Ross, E. (1969). On Death and Dying. Scribner.
Marshall, T. C. (2012). Facebook surveillance of former romantic partners: Associations with postbreakup recovery and personal growth. Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking, 15(10), 521-526.
Vilhauer, J. (2014). Think Forward to Thrive. New World Library.
La adicción a las drogas sexuales y el fenómeno del chemsex se están convirtiendo en problemas importantes en el área de la salud mental. El chemsex, una práctica que combina el uso de drogas y sesiones de sexo prolongado, es muy preocupante, especialmente entre maricones, no solo por los efectos en el organismo, sino por el impacto que tienen en la salud mental.
El chemsex implica el uso de sustancias como la metanfetamina, el GHB/GBL y la mefedrona para intensificar y prolongar las experiencias sexuales. Estas sustancias desinhiben a las personas, aumentar su deseo sexual y les permiten participar en maratones sexuales que pueden durar horas o incluso días. He dicho «uso» aunque debería ser «abuso». Nunca se «usan». Jamás deben usarse.
Uno de los efectos más habituales del chemsex es el aumento de los índices de ansiedad y depresión. Las personas que recurren a las drogas terminan desarrollando, en muchísimos casos, una dependencia psicológica que les lleva a ser incapaces para disfrutar del sexo sin estar colocados. Cuando entran en un ciclo de dependencia se intensifica la sintomatología ansiosa y depresiva sentimientos de ansiedad y depresión, agravando los problemas de salud mental preexistentes, muy habituales. Cuando digo «problemas psicológicos» no me refiero a cuadros con diagnósticos clínicos específicos, hablo también de cuestiones que pueden no estar resueltas, como la baja autoestima o una autoimagen negativa.
El uso prolongado de ciertas drogas, especialmente la metanfetamina, puede desencadenar episodios de psicosis y alucinaciones. Estos cuadros pueden ser muy perturbadores y afectar gravemente la salud mental del individuo. La psicosis inducida por drogas puede generar un estado de confusión y paranoia, que provoca un sufrimiento intenso y una desadaptación al entorno generalizada, tanto social como laboral como de cualquier otro tipo.
Además, el chemsex lleva con frecuencia al aislamiento social. La naturaleza clandestina y estigmatizada de esta práctica puede alejar a las personas de sus redes de apoyo social, aumentando las experiencias de soledad y, de rebote, empeorando aquellas cuestiones previas que han llevado a los consumidores a recurrir a las drogas. El aislamiento social no solo empeora los problemas de salud mental, sino que también dificulta el acceso a la ayuda y el apoyo necesarios.
El tratamiento de la adicción al chemsex requiere un enfoque integral y especializado, con intervenciones de tipo social, psicológico, psiquiátrico y médico. La terapia cognitivo-conductual es efectiva para ayudar a los individuos a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento relacionados con el uso de drogas y el sexo. Trabajar con un terapeuta especializado en adicciones puede ayudar a abordar las causas subyacentes de la dependencia y desarrollar estrategias de afrontamiento saludables. Claro que siempre es mejor cuando este tratamiento se realiza en coordinación con un equipo médico y con un entorno social de apoyo. Pero a ver quién es el guapo que sale del armario del chemsex.
La prevención requiere una combinación de educación y acceso a recursos. Informar a las personas sobre los riesgos asociados con esta práctica y promover el uso de protección pueden ayudar a reducir la incidencia de problemas de salud física y mental, como con cualquier otra droga. Proporcionar acceso a servicios de salud mental y programas de reducción de daños también es esencial para apoyar a quienes luchan con esta adicción. Y, sobre todo, la educación. Educación respecto a las drogas, educación emocional, educación sobre el porno, sobre el sexo (consentido)… y podríamos continuar con una larga lista. ¿Quién iba a decir que la educación es una de las claves?
La adicción a las drogas sexuales y el chemsex es un problem grave que requiere, de nuevo, una respuesta multidisciplinar. Pero también requiere políticas educativas que requieren inversión. Dinero. Hace falta más dinero para los colegios, para los institutos. Nunca se invierte demasiado en eso.
Educación, educación, educación.
Referencias
Stuart, D. (2019). Chemsex: Problemas y soluciones. Journal of Sexual Medicine.
Bourne, A., Reid, D., Hickson, F., Torres-Rueda, S., & Weatherburn, P. (2015). Chemsex y salud mental en hombres que tienen sexo con hombres: Un estudio cualitativo. BMJ Open.
McCall, H., Adams, N., Mason, D., & Willis, J. (2015). El impacto del chemsex en la salud mental y física: Una revisión sistemática. International Journal of Drug Policy.
Halkitis, P. N., Parsons, J. T., & Stirratt, M. J. (2001). Uso de drogas recreativas y riesgos sexuales en hombres homosexuales y bisexuales: Una revisión de la literatura. Journal of Gay & Lesbian Social Services.
Weatherburn, P., Hickson, F., Reid, D., Torres-Rueda, S., & Bourne, A. (2017). El chemsex y su relación con el bienestar emocional en hombres que tienen sexo con hombres en Londres. Journal of Public Health.
Durante tres meses, he estado notando que mis funciones cognitivas, sobre todo mi capacidad de hablar con fluidez y mi memoria a corto plazo, que ya están regulinchi, estaban perdiendo fuelle. Un análisis de sangre rutinario dio con la clave: una falta de B12 importante. El tratamiento parece que está haciendo efecto o, por lo menos, está funcionando como placebo. Notar cómo me fallaba la mente me acojonó, sinceramente. Como no soy obsesivo (no, qué va) no se me ocurrió que tenía cualquier movida neurodegenerativa. En absoluto. Ahora que ya puedo respirar fuera de la bolsa me he puesto a pensar sobre el deterioro cognitivo, sobre lo que sientes cuando notas que te falla la cabeza y sobre el envejecimiento. El deterioro cognitivo, sobre todo cuando el cerebro ha sido el centro de tu vida, es una putada, amiguis.
Nuestras sociedades están envejeciendo rápidamente. Tenemos que tomarnos en serio la investigación sobre deterioro cognitivo: por qué se produce, cuándo aparece y, sobre todo, cómo podemos prevenirlo. Este proceso, que se da tarde o temprano con la edad, puede manifestarse a través de la pérdida de memoria, de la disminución de la capacidad de concentración y de dificultades en el procesamiento de información, que de eso yo sé mucho (y no sólo por la anemia). Resulta que la socialización es una de las herramientas más poderosas y naturales para prevenirlo. Voy a explicar brevemente cómo la interacción social puede actuar como un escudo contra el deterioro cognitivo.
La importancia de la socialización en la salud cognitiva radica en su capacidad para mantener al cerebro activo y comprometido. Cuando interactuamos con otras personas, intercambiamos ideas y experiencias estamos estimulando la plasticidad de las conexiones neuronales, e. d., que cambien. La neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones, es súper importante para mantener la función cognitiva a lo largo de la vida.
El estudio de Zunzunegui et al. (2003) reveló que las personas con redes sociales fuertes y activas tienen un menor riesgo de desarrollar demencia y otros trastornos cognitivos. Este estudio sugiere que la socialización no solo proporciona un estímulo mental constante, sino que también ofrece apoyo emocional, reduciendo el estrés y la ansiedad, factores que pueden contribuir al deterioro cognitivo.
La interacción social también ha sido vinculada a una mejor función cognitiva en adultos mayores. La investigación de Fratiglioni et al. (2000) demostró que los individuos con un alto nivel de participación social presentaban un menor riesgo de deterioro cognitivo. Este estudio, que incluyó a más de 1.200 participantes mayores de 75 años, encontró indicios de que la participación en actividades sociales podría retrasar la aparición de la demencia, debido a la riqueza de estímulos mentales y cognitivos generados por estas interacciones.
Por otra parte, la socialización puede fomentar comportamientos saludables que benefician la salud cognitiva. Participar en actividades comunitarias y reuniones sociales con mucha gente, como clubes, centros de día, grupos de voluntariado o asociaciones o simplemente jugar a la petanca, no solo mantiene la mente activa, sino que también promueve la actividad física y termina favoreciendo la adopción de una dieta saludable. Un dos por uno.
La calidad de las interacciones sociales también es importante: no sólo tenemos que promover que los mayores (o nosotros) nos relacionemos más, sino que si estas relaciones son más sólidas y de mejor calidad, su beneficio es mucho mayor. El de Holtzman et al. (2004) demostró que las interacciones positivas y de apoyo están asociadas con una mejor función cognitiva en comparación con las interacciones negativas o conflictivas. Las broncas son malas, quién lo iba a decir. Las relaciones interpersonales saludables, que nos den buen rollo y que nos hagan sonreír pueden proporcionar un sentido de pertenencia y propósito, esenciales para el bienestar emocional y mental. Si estas relaciones te hacen sentir bien, tenderás a buscarlas y a participar más.
Para maximizar los beneficios de la socialización, es fundamental cultivar y mantener relaciones significativas, que sean importantes para ti y que tú creas que son importantes para el conjunto social. Participar activamente en la vida de la comunidad, mantener el contacto regular con amigos y familiares, y buscar nuevas oportunidades para interactuar pueden ser estrategias efectivas para proteger la salud cognitiva.
Las interacciones sociales no solo estimulan el córtex, la parte del cerebro que habitualmente se conoce como la que piensa, sino que también proporcionan apoyo emocional y fomentan comportamientos saludables. Nos olvidamos a veces de que el cerebro no sólo piensa: también siente. Si ponemos estas dos partes en marcha y hacemos que funcionen correctamente, tanto mejor. Puedes hacer sudokus, leer, estudiar y todas esas cosas que nos dicen que son buenas para el mantenimiento de nuestro cerebro. Pero tener una vida social activa y rica en relaciones significativas puede ser una de las estrategias más efectivas para preservar la función cognitiva a lo largo de la vida.
Referencias
Fratiglioni, L., Paillard-Borg, S., & Winblad, B. (2004). An active and socially integrated lifestyle in late life might protect against dementia. The Lancet Neurology, 3(6), 343-353.
Holtzman, R. E., Rebok, G. W., Saczynski, J. S., Kouzis, A. C., Wilcox Doyle, K., & Eaton, W. W. (2004). Social network characteristics and cognition in middle-aged and older adults. The Journals of Gerontology Series B: Psychological Sciences and Social Sciences, 59(6), P278-P284.
Zunzunegui, M. V., Alvarado, B. E., Del Ser, T., & Otero, A. (2003). Social networks, social integration, and social engagement determine cognitive decline in community-dwelling Spanish older adults. The Journals of Gerontology Series B: Psychological Sciences and Social Sciences, 58(2), S93-S100.
El emparejamiento selectivo es un concepto que se refiere al proceso por el cual los individuos eligen parejas basándose en características específicas, como la inteligencia, el estatus socioeconómico, los valores culturales y las creencias religiosas. Este fenómeno tiene implicaciones significativas en la estructura social y la evolución genética de las poblaciones humanas. A lo largo del tiempo, ha sido objeto de estudio en diversas disciplinas, incluyendo la psicología, la sociología, la biología evolutiva y la genética.
El emparejamiento selectivo puede observarse en diferentes contextos y culturas, aunque las características valoradas pueden variar considerablemente. Por ejemplo, en algunas sociedades se le da mayor importancia a la educación y la inteligencia, mientras que en otras, las cualidades físicas o el estatus económico pueden ser los aspectos que se tienen en cuenta a la hora de buscar pareja. Sin embargo, a pesar de estas diferencias culturales, el emparejamiento selectivo sigue siendo un fenómeno universal que influye en la estructura y dinámica de las poblaciones humanas.
La teoría de la similitud y el estudio de McPherson et al. (2001)
Una de las teorías más prominentes en la explicación del emparejamiento selectivo es la teoría de la similitud que postula que las personas tienden a elegir parejas con características similares a las suyas. Esta tendencia se ha observado en diversas investigaciones empíricas, que muestran que las parejas tienden a ser más homogéneas en términos de atributos como la educación, el estatus socioeconómico y las creencias religiosas (McPherson et al., 2001). Esta similitud puede tener múltiples beneficios, como una mayor compatibilidad y estabilidad en la relación, así como una mejor coordinación en la crianza de los hijos.
El estudio de McPherson, Smith-Lovin y Cook se centra en el principio de homofilia, que sostiene que la similitud genera conexión. Según este principio, las redes de contactos de las personas suelen ser homogéneas en cuanto a muchas características sociodemográficas, de comportamiento e intrapersonales.
La homofilia limita los mundos sociales de las personas de una manera que tiene implicaciones poderosas para la información que reciben, las actitudes que forman y las interacciones que experimentan. La homofilia en raza y etnia crea las divisiones más fuertes en nuestros entornos personales, seguidas en orden aproximado por edad, religión, educación, ocupación y género.
Este estudio sugiere que las personas generalmente solo tienen contacto significativo con otras personas similares a ellas mismas. Por lo tanto, cualquier cualidad tiende a localizarse en el espacio sociodemográfico. Al interactuar solo con otros que son como nosotros, cualquier cosa que experimentemos como resultado de nuestra posición se refuerza.
La teoría de las necesidades complementarias de Winch
Además de la similitud, otro factor importante en el emparejamiento selectivo es la complementariedad. Según la teoría de las necesidades complementarias de Winch, para que dos personas se enamoren y se vean mutuamente como la pareja ideal, deben complementarse teniendo en cuenta una serie de factores: gustos, valores, aficiones, religión, clase social, nivel de estudios o lugar de residencia, entre otros. la teoría sostiene que cuando estos factores son comunes, o al menos similares, éstos facilitan que dos personas puedan emparejarse. Se sugiere que las personas buscan parejas que complementen sus propias características, de manera que la combinación de ambos pueda resultar en una mayor eficiencia o bienestar. Por ejemplo, una persona extrovertida puede sentirse atraída por una persona introvertida, creando un balance en la dinámica de la relación. Aunque la evidencia empírica sobre la complementariedad es menos consistente que la de la similitud, algunos estudios, como el de Watson et al. (2014) han encontrado apoyo para esta teoría en contextos específicos.
El estudio de Watson, Beer y McDade-Montez se centró en comparar la validez predictiva de diferentes modelos basados en cuestionarios sobre rasgos interpersonales y valores para la calidad de las relaciones de pareja. Los investigadores analizaron cómo estos modelos podían predecir la satisfacción y la estabilidad de las relaciones, considerando tanto la similitud como la complementariedad de los rasgos y valores entre las parejas.
El estudio incluyó a numerosas parejas que completaron cuestionarios detallados sobre sus rasgos de personalidad y valores individuales. Luego, se evaluó la calidad de sus relaciones mediante medidas de satisfacción y estabilidad. Los hallazgos principales fueron que tanto la similitud como la complementariedad en ciertos rasgos y valores podían influir en la calidad de la relación, aunque la similitud tendía a ser un predictor más fuerte de la satisfacción y la estabilidad de la pareja.
El estudio sugiere que las parejas que comparten características similares tienden a tener relaciones de mayor calidad, aunque también hay casos donde la complementariedad puede jugar un papel importante. Estos resultados subrayan la complejidad del emparejamiento selectivo y sugieren que tanto la similitud como la complementariedad pueden contribuir al éxito de una relación, dependiendo de los contextos específicos y las características individuales de los miembros de la pareja.
Y con la genética hemos topado
El emparejamiento selectivo también tiene importantes implicaciones genéticas. Al elegir parejas con características similares, se incrementa la probabilidad de que los descendientes hereden esas mismas características. Esto puede llevar a una mayor homogeneidad genética dentro de subpoblaciones, lo que a su vez puede influir en la evolución de ciertos rasgos. Por ejemplo, en comunidades donde se valora altamente la inteligencia y se practica el emparejamiento selectivo en base a este criterio, podría observarse un aumento en la prevalencia de genes asociados con la inteligencia a lo largo del tiempo.
“The Evolution of Desire: Strategies of Human Mating” de David M. Buss trata precisamente del comportamiento de apareamiento (o sea, el folleto) desde una perspectiva evolutiva. El libro se basa en un estudio extenso que incluye a más de 10,000 personas de todas las edades y de treinta y siete culturas diferentes. Buss sugiere que tanto hombres como mujeres tienen deseos específicos en una pareja, y estos deseos pueden diferir bastante según el momento, el contexto y otros factores de tipo biológico. En otras palabras: lo atractiva que nos parezca una pareja sexual depende de cuestiones relacionadas con la fisiología. No excluye otros factores culturales o cognitivos, sino que viene a decir que, detrás de todos ellos, la genética puede explicar comportamientos como la infidelidad. Según Buss, poner los cuernos puede ser una estrategia sexual favorecida por la selección natural. O lo que es lo mismo: la naturaleza entiende que follar por ahí contribuye a la variabilidad genética y a que la descendencia esté más adaptada al entorno. Divorciarse y separarse puede ser una respuesta adaptativa desde el punto de vista biológico.
Lo social: redes y centros educativos
Además de sus implicaciones genéticas, el emparejamiento selectivo también tiene repercusiones sociales y económicas. Al emparejarse con individuos de estatus socioeconómico similar, se perpetúan las desigualdades sociales y económicas, ya que los recursos y oportunidades tienden a concentrarse en ciertos grupos. Esto puede conducir a una menor movilidad social y a una mayor estratificación de la sociedad, lo que a su vez puede tener efectos negativos en la cohesión social y la igualdad de oportunidades.
Kalmijn es un destacado sociólogo que ha realizado importantes contribuciones al estudio del emparejamiento selectivo, también conocido como la homogamia. Su trabajo de 1998 se centra en cómo las personas tienden a formar relaciones y a casarse con individuos que comparten características similares, tales como la clase social, el nivel educativo, la raza, y los valores culturales. Kalmijn argumenta que este fenómeno no solo está modulado por las preferencias individuales, sino también por la estructura social y las oportunidades de encuentro que ofrecen los diversos contextos sociales, como el lugar de trabajo, los centros educativos, y las comunidades.
Uno de los puntos clave que destaca Kalmijn es el rol de las instituciones sociales en el emparejamiento selectivo. Según sus investigaciones, las escuelas y universidades juegan un papel crucial al reunir a individuos con niveles educativos y antecedentes socioeconómicos similares, lo que aumenta las probabilidades de formar parejas homogéneas en términos educativos. Además, Kalmijn señala que la segregación residencial y las redes sociales también refuerzan la tendencia de las personas a emparejarse con otras de su misma raza o grupo étnico.
Kalmijn también explora las implicaciones del emparejamiento selectivo en la movilidad social y la desigualdad. Afirma que la homogamia puede perpetuar y exacerbar las desigualdades existentes, ya que las parejas con niveles educativos y socioeconómicos similares tienden a acumular recursos y ventajas, lo que puede ser transmitido a la siguiente generación. De esta manera, el emparejamiento selectivo no solo refleja las estructuras sociales existentes, sino que también contribuye a su reproducción.
Parecerte a tu pareja te hará más fuerte
El emparejamiento selectivo también puede influir en la salud y el bienestar de las personas. Estudios han demostrado que las parejas que comparten características similares, como la educación y el estatus socioeconómico, tienden a tener mejor salud y bienestar en comparación con aquellas parejas que difieren en estos aspectos (Schwartz & Mare, 2005). Esto se debe a que la similitud en estos atributos puede facilitar una mejor comunicación y coordinación en la relación, así como un mayor apoyo mutuo en la gestión de los desafíos de la vida cotidiana.
En la era moderna, el emparejamiento selectivo se ve influenciado por nuevas tecnologías y plataformas, como los sitios de citas en línea. Estas plataformas permiten a las personas buscar y seleccionar parejas potenciales basándose en una amplia gama de criterios, lo que puede intensificar las tendencias de emparejamiento selectivo. Sin embargo, también pueden abrir nuevas oportunidades para conocer a personas de diferentes antecedentes y características, lo que podría contrarrestar en cierta medida la tendencia hacia la homogeneidad.
El estudio del emparejamiento selectivo es relevante no solo para entender las dinámicas de las relaciones de pareja, sino también para abordar cuestiones más amplias relacionadas con la estructura social y la evolución humana. Las investigaciones futuras pueden ayudarnos a entender cómo las tendencias de emparejamiento selectivo cambian con el tiempo y en diferentes contextos culturales, así como en las implicaciones a largo plazo de estos patrones para la salud, el bienestar y la cohesión social.
El emparejamiento selectivo es un fenómeno complejo y multifacético que juega un papel crucial en la formación de relaciones de pareja y en la estructura de las sociedades humanas. Al elegir a tu futuro marido o a tu futura mujer o a tu rollo puedes estar computando muchísimas variables, no sólo las que tú crees, que suelen ser las características específicas que piensas que te gustan. O las que te han convencido de que te tienen que gustar. Tu cuerpo tenderá a ver como atractivas a aquellas personas que van a aportarte algo de «felicidad» (ojo con la palabra, que tiene mandanga) y que van a contribuir a tu bienestar. Pero también verá con buenos ojos a aquellas personas que vayan a ser más beneficiosas desde un punto de vista evolutivo, e. d., para mejorar la especie. Querido, querida: ante todo, eres un mamífero, y un mamífero social cuyas decisiones tendrán un impacto en la dinámica social de las comunidades.
No quiere decir todo esto que estés a merced de estas consideraciones no conscientes, por supuesto que tienes poder de decisión. Pero el libre albedrío, ese del «soy libre de elegir 100% lo que me interesa o lo que me gusta», ahí diría que fallas un poco si te lo crees. Elegir pareja y que alguien te parezca atractivo es complejísimo. Por qué nos apetece poner los cuernos o por qué nuestro cuerpo reacciona de esa manera tan emocionante y tan guay cuando vemos a alguien que está tonteando con nosotros por muy casados o emparejados que estemos y por mucho que queramos a esa persona requiere un enfoque interdisciplinario: entender todo esto es, diría yo, imposible, y lo único que podemos hacer es intentar aproximar la cuestión desde la psicología, la sociología y la biología evolutiva.
Referencias
Buss, D. M. (2003). The Evolution of Desire: Strategies of Human Mating. Basic Books.
Kalmijn, M. (1998). "Intermarriage and Homogamy: Causes, Patterns, Trends". Annual Review of Sociology, 24, 395-421.
McPherson, M., Smith-Lovin, L., & Cook, J. M. (2001). "Birds of a Feather: Homophily in Social Networks". Annual Review of Sociology, 27, 415-444.
Schwartz, C. R., & Mare, R. D. (2005). "Trends in Educational Assortative Marriage from 1940 to 2003". Demography, 42(4), 621-646.
Watson, D., Beer, A., & McDade-Montez, E. (2014). "Comparing the Predictive Validity of Questionnaire-Based Models of Interpersonal Traits and Values for Relationship Quality". Journal of Research in Personality, 53, 1-10.
Mucha gente piensa que las feromonas son decisivas en la atracción y las preferencias que tenemos a la hora de elegir una pareja sexual, como ocurre con los animales. Pero las investigaciones en psicología han demostrado que esta influencia no está tan clara y que hay otros factores biológicos, como el Complejo Principal de Histocompatibilidad (MHC), que pueden ser importantes a la hora de que se establezca esta «química sexual» entra dos personas. Estas creencias erróneas subestiman la complejidad de la interacción de todas estas variables cognitivas, biológicas y afectivas que influyen en nuestras elecciones.
Para intentar poner orden en todas estas cuestiones, Claus Wedekind decidió investigar la influencia del Complejo Principal de Histocompatibilidad (MHC, por sus siglas en inglés) a la hora de que alguien nos parezca atractivo. El MHC es un conjunto de genes que desempeñan un papel crucial en el sistema inmunológico de los vertebrados. Estos genes codifican proteínas de superficie celular que son fundamentales para la presentación de antígenos a las células T, facilitando así la identificación y eliminación de patógenos. La alta variabilidad del MHC entre individuos permite una mayor diversidad en la respuesta inmune. Se ha observado que las preferencias olfativas en humanos pueden tener una influencia decisiva ya que favorecen la elección de parejas con un MHC diferente al propio de manera que se potencie la diversidad genética y la resistencia a enfermedades en la descendencia.
El experimento de Wedekind
Wedekind y su equipo reclutó jóvenes voluntarios no fumadores para participar en este experimento. Les dieron a los voluntarios unas camisetas que debían llevar durante 48 horas consecutivas para que se impregnaran de su olor corporal. Para ello, debían seguir una dieta que excluyera ciertos tipos de comida, como el picante, y debían abstenerse de ducharse y ponerse desodorante o perfume. Dos días después, recogieron las camisetas y las metieron en bolsas de plástico selladas para preservar los olores. Luego, les dieron estas camisetas a 49 mujeres para que las olieran y puntuaran a los hombres que las habían llevado: «del 1 al 10, ¿te parece que este tío es atractivo?» A cada mujer le dieron a oler varias camisetas. Para asegurar que las evaluaciones fueran objetivas, las mujeres no conocían a los hombres, ni habían visto fotos de ellos, ni nada.
Previamente, habían analizado las características principales del MHC de los participantes, tanto de los hombres, como de las mujeres. Lo que querían hacer era, una vez recogidos los datos, ver si había algún tipo de relación entre el MHC de los participantes y si las mujeres encontraban atractivos a los hombres o no.
Resultados
Los resultados mostraron patrones significativos en las preferencias de pareja, correlacionando notablemente con la variabilidad del MHC. Las mujeres mostraron una tendencia a preferir las camisetas usadas por hombres cuyos perfiles de MHC eran más distintos al suyo. En otras palabras: las mujeres encontraban más atractivos a los hombres, cuanto más diferentes fueran los perfiles del MHC. Esto se interpreta de la siguiente manera: la descendencia que resulta de la combinación de dos MHC distintos estará genéticamente mejor preparada para afrontar enfermedades. Si A y B tienen sistemas inmunológicos preparados para luchar contra enfermedades de distinto tipo, su descendencia heredará mecanismos de defensa que puedan combatir un mayor espectro de patologías. Si X y Z tienen el mismo patrón de MHC; la descendencia estará menos preparada. Por tanto, A y B se encontrarán mutuamente más atractivos que X y Z.
Teniendo en cuenta que la diversidad genética mejora la fortaleza inmunológica de la descendencia, los datos del experimento sustentan la hipótesis de que el MHC desempeña un papel importante en la atracción y selección de pareja en humanos. Esto supone una evidencia clara de que la variabilidad genética en el MHC influye en las preferencias olfativas y en la elección de pareja. O sea, que las preferencias sexuales de las mujeres están moduladas por las señales químicas relacionadas con el MHC.
El experimento de Wedekind de 1995 aportó una perspectiva innovadora sobre cómo el MHC puede influir en la elección de pareja en humanos y, aunque excluye que haya otros factores importantes a la hora de que te apetezca follisquear con alguien, sí viene a confirmar que las señales químicas juegan un papel importante, al menos en el atractivo sexual de los heteros.
No se nos puede olvidar que la cultura también juega un papel importante, ya que las normas sociales, los valores y las expectativas de la comunidad pueden modular estas preferencias. Tampoco hay que dejar de lado las experiencias personales y el entorno familiar ni tampoco la personalidad, los intereses comunes y la compatibilidad emocional, el estatus social, la inteligencia, el sentido del humor o las circunstancias en las que las personas se conocen. No es lo mismo tener un calentón y quedar por Grindr para un polvo rápido que termines acostándote con tu compañero de trabajo.
Yo creo que Tinder debería tener una opción para poder registrar tu perfil MHC y que el algoritmo hiciera su magia, oye.
Referencias
Wedekind, C., Seebeck, T., Bettens, F., & Paepke, A. J. (1995). MHC-dependent mate preferences in humans. Proceedings of the Royal Society of London. Series B: Biological Sciences, 260(1359), 245-249.
Me quedo muerto. Joseph Henrich ha explorado en profundidad la relación entre la aparición de relojes en edificios públicos, el desarrollo económico y el auge de las universidades, presentando un análisis que revela conexiones sorprendentes entre estos elementos. Según Henrich, la instalación de relojes públicos en Europa Occidental durante la Edad Media no fue solo un avance tecnológico, también fue un catalizador para el desarrollo económico y social. Y un logro del capitalismo. La puntualidad y la gestión precisa del tiempo, facilitadas por estos relojes, fomentaron una cultura de disciplina y eficiencia, características esenciales para el crecimiento económico sostenido.
Henrich argumenta que los relojes públicos desempeñaron un papel crucial en la transformación de las estructuras sociales y económicas. La sincronización del tiempo permitió una mejor coordinación en actividades comerciales y laborales, impulsando la productividad y, en consecuencia, el desarrollo económico. Además, esta nueva forma de medir el tiempo influyó en la organización y funcionamiento de las instituciones educativas, en particular las universidades, que comenzaron a estructurarse de manera más sistemática y ordenada.
Las universidades medievales, según Henrich, se beneficiaron enormemente de la capacidad de planificar y ejecutar horarios fijos, lo que mejoró la regularidad y la calidad de la educación. Esta estructuración del tiempo académico promovió una cultura de estudio y disciplina entre los estudiantes, lo que a su vez contribuyó al avance del conocimiento y la innovación. Henrich subraya que este entorno educativo más riguroso y organizado fue fundamental para los logros intelectuales que caracterizaron el Renacimiento y la Edad Moderna.
Esto que dice Henrich hace que me explote la cabeza. Los relojes no solo transformaron la percepción y el uso del tiempo, sino que también provocaron cambios en la organización económica y educativa, contribuyendo significativamente al progreso y desarrollo de las sociedades occidentales. Y sobre todo, en la psicología de las masas.
La introducción de relojes públicos y la creciente importancia de la puntualidad uvieron un impacto profundo en la psicología occidental, transformando no solo las estructuras económicas y educativas, sino también la mentalidad y los comportamientos individuales y colectivos.
Los relojes públicos inculcaron un sentido de disciplina y responsabilidad en la población. La necesidad de ajustarse a horarios fijos fomentó la autodisciplina y el autocontrol, características esenciales para la eficiencia laboral y la productividad personal, según Henrich. ¿Podemos ser más neoliberales? No sé. Henrich añade que este cambio hacia una mayor rigidez temporal creo una cultura donde el cumplimiento de los horarios se convirtió en un valor fundamental, asociándose con la profesionalidad y la ética del trabajo.
Esta sincronización del tiempo contribuyó a una percepción más homogénea y compartida del tiempo, lo que vino a fortalecer la cohesión social, dice. La coordinación de actividades comerciales, laborales y académicas en horarios precisos también facilitó una mayor interacción y cooperación entre las personas, reduciendo la incertidumbre y promoviendo la confianza en las relaciones sociales y profesionales.
Todo esto tuvo un impacto de la hostia en la organización cognitiva y la planificación a largo plazo. La gente comenzó a desarrollar habilidades para la gestión del tiempo, priorización de tareas y establecimiento de metas y objetivos. Este enfoque orientado al futuro también fomentó una mayor orientación hacia el logro, impulsando la innovación y el progreso económico. Y oye, que no se nos olvide: también del liberalismo económico.
Sin embargo, la rigidez temporal también tuvo efectos negativos, como el aumento del estrés y la ansiedad asociados a la presión de cumplir con los horarios. La percepción de tiempo como un recurso limitado y valioso exacerbó la competitividad y la urgencia en las actividades diarias, afectando el bienestar emocional de las personas. El estrés, amigas.
Y ahora voy con mi filípica marxista: la introducción de relojes públicos y la consiguiente sincronización del tiempo pueden interpretarse como una herramienta de control y dominación en manos de la clase capitalista. Estos dispositivos contribuyeron a construir las relaciones de producción capitalistas al imponer una estructura temporal rígida que beneficiaba principalmente a los propietarios de los medios de producción. La puntualidad y la gestión precisa del tiempo sirvieron para maximizar la productividad laboral, incrementando las ganancias de la clase capitalista mientras se intensificaba la explotación del proletariado. Además, la internalización de la puntualidad y la autodisciplina puede verse como una forma de hegemonía cultural, donde las normas y valores impuestos por la clase dominante fueron aceptados como naturales por el conjunto de la sociedad. Así, la transformación de la percepción y uso del tiempo consolidó la subordinación de los trabajadores, adaptándolos a las necesidades del capital y perpetuando las desigualdades inherentes al sistema capitalista.
¿Cuál es la similitud entre un reloj de la era industrial y un Apple Watch? Ambos te dicen la hora, pero solo uno te hace sentir culpable por no estar trabajando o por no estar caminando para tener un cuerpo normativo. Patapumpish.
Los estilos de apego son patrones de relación emocional que se desarrollan en la infancia y se basan en las interacciones con los cuidadores principales. Estos patrones influyen en cómo nos relacionamos con los demás a lo largo de la vida. Según la teoría del apego de John Bowlby, ampliada por Mary Ainsworth, existen varios estilos de apego que influyen en la manera en la que afrontamos relaciones de pareja o incluso en cómo gestionamos las relaciones de follamigos y si estamos dispuestos a mantener una relación así. Ojo, el hecho de ser marica o bollera, en principio, no tiene relación con el el estilo de apego que se desarrolla con el tiempo, así que tanto si eres hetero como si eres normal, puedes mostrar patrones de comportamiento de cualquiera de los estilos.
¿Cómo son y cómo son sus relaciones amorosas?
El seguro
El apego seguro se caracteriza por una visión positiva tanto de uno mismo como de los demás. Las personas con apego seguro se sienten cómodas con la intimidad y la autonomía. Este estilo se forma cuando los cuidadores son consistentemente sensibles y responsivos a las necesidades del niño, creando una sensación de seguridad y confianza.
Los adultos con un patrón de apego seguro suelen disfrutar de relaciones estables y satisfactorias, se sienten cómodos con la intimidad y la cercanía, confían en la disponibilidad de sus parejas yamigos, tienen una autoestima positiva, se valoran a sí mismos y creen merecer amor y cuidado, se comunican de manera clara y asertiva, escuchan a los demás y tienen la capacidad para regular sus emociones de forma saludable. Son lo que todos querríamos ser.
El ansioso
El apego ansioso, también conocido como ambivalente, se caracteriza por una visión negativa de uno mismo y positiva de los demás. Las personas con apego ansioso buscan constantemente validación y amor y temen no recibirlos. Este estilo surge cuando los cuidadores son inconsistentes en sus respuestas, creando incertidumbre y ansiedad sobre su disponibilidad.
Por otro lado, las personas con un apego ansioso-ambivalente pueden experimentar relaciones de pareja intensas pero inestables, buscando constantemente la aprobación y el afecto de su pareja, sintiendo ansiedad o inseguridad si no reciben la atención necesaria. Generalmente, sufren de baja autoestima y dudan de su propio valor. También tienen dificultades para comunicarse de manera efectiva, llegando a ser, con frecuencia, pasivo-agresivos o a expresar sus emociones de forma indirecta, luchando para regular sus emociones. Tienen propensión a experimentar ansiedad, ira o tristeza.
El evitativo
El apego evitativo se caracteriza por una visión positiva de uno mismo pero negativa de los demás. Las personas con este estilo prefieren la independencia y evitan la cercanía emocional. Este estilo se desarrolla cuando los cuidadores son emocionalmente distantes, lo que lleva al niño a suprimir la necesidad de cercanía y afecto.
Tienden a ser independientes y autosuficientes, priorizan su libertad y espacio personal, se sienten incómodos con la intimidad emocional, evitan el compromiso y tienen dificultades para formar relaciones serias o mantenerlas a largo plazo. En muchas ocasiones observamos que llegan a ocultar sus emociones lo que les hace parecer fríos o distantes y las pasan canutas para expresar sus sentimientos. En el fondo, temen al rechazo y huyen de las situaciones en las que podrían sentirse vulnerables o heridos.
El desorganizado
El apego desorganizado se manifiesta en comportamientos y actitudes contradictorias en las relaciones. Las personas con este estilo pueden mostrar una mezcla de evitación y ansiedad, y a menudo tienen dificultades para regular sus emociones. Este estilo se desarrolla en entornos donde los cuidadores son impredecibles que crean una experiencia de apego caótica y desorganizada.
Estas personas pueden haber experimentado algún tipo de trauma o abuso durante la infancia, y tienen relaciones caóticas e inestables. Tienen dificultades para confiar en los demás y mantener relaciones sanas, sufren de baja autoestima y tienen una autoimagen negativa de sí mismos. A la hora de regular sus emociones lo tienen jodido y pueden mostrar signos de «extremos emocionales» como la ira o la tristeza intensas y hasta comportamientos impulsivos o autodestructivos.
¿Se puede cambiar el estilo de apego?
Los estilos de apego no son estáticos y pueden cambiar con el tiempo y la experiencia. La terapia y las relaciones saludables pueden ayudar a desarrollar un estilo de apego más seguro.
Es posible que una persona cambie su estilo de apego sin intervención profesional, aunque es un proceso jodido que requiere un esfuerzo consciente y sostenido. Las experiencias de vida positivas por sí solas no suelen ser suficientes para que se genere este cambio.
Las experiencias positivas en las relaciones adultas pueden contribuir al cambio del estilo de apego, especialmente si estas experiencias son consistentes y duraderas. Algunos factores que pueden facilitar este cambio incluyen tener relaciones de pareja o amistades con personas que tengan un estilo de apego seguro. Observar y aprender de otros modelos de comportamiento también puede ayudar a internalizar patrones más sanos de interacción. Esto ocurre, normalmente, cuando estamos pasando por una relación tormentosa y, a raíz de hablar con una persona a la que queremos y admiramos por cómo lleva su relación, nos damos cuenta de que hay una alternativa mucho mejor a la nuestra. Otra cosa es que igual estamos equivocados porque pensamos que es mejor lo que tienen los demás que lo que tenemos nosotros.
Además, experimentar momentos de conexión profunda y apoyo emocional en las relaciones puede fortalecer la autoestima y la confianza en los demás. Ser capaz de expresar y comunicar necesidades y emociones de manera efectiva también es súper importante, ya que la comunicación abierta y honesta fomenta la comprensión mutua y la resolución de conflictos de manera saludable. Los vínculos afectivos también se fortalecen y son constructivos cuando sabemos que lo que vemos es lo que hay, cuando no desconfiamos y cuando hacemos un esfuerzo consciente por comunicar nuestros sentimientos y nuestras frustraciones de forma responsable, bien porque estamos explicando exactamente cómo y por qué nos sentimos así, bien porque estamos intentando minimizar el impacto negativo en la otra persona de lo que vamos a decir y de cómo lo vamos a decir.
Desarrollar estrategias para manejar el estrés y las emociones difíciles, como practicar técnicas de autocuidado como la atención plena, la relajación o la actividad física, puede contribuir a la regulación emocional. Una persona que maneja sus emociones de forma adecuada es una persona que tendrá más papeletas para poder gestionar sus relaciones de pareja.
Aunque yendo al psicólogo puedes cambiar algunos de esos patrones de pensamiento o de comportamiento que te hacen sentir mal con tu pareja, la ayuda profesional no lo es todo. De hecho, los patrones de apego arraigados en la infancia pueden ser difíciles de modificar por sí solos, y las experiencias negativas en las relaciones adultas pueden reforzar patrones de apego inadecuados. Las personas con estilos de apego ansioso-ambivalente o evitativo pueden tener dificultades para identificar y modificar sus propios patrones y eso ya es más jodido, porque si no sabes que algo va mal, ¿cómo vas a cambiarlo?
El cambio de apego puede ser un proceso emocionalmente complejo y desafiante. En este sentido, un terapeuta puede proporcionar un espacio seguro para explorar los patrones de apego y sus efectos en las relaciones, ofrecerte herramientas y estrategias para comprender y modificar comportamientos, brindarte apoyo y guía durante el proceso de cambio, y ayudarte a identificar y abordar experiencias tempranas que hayan contribuido al estilo de apego.
Los estilos de apego no son una explicación para lo que nos pasa con las relaciones amorosas. Mucha gente, en cuanto lee sobre esta teoría, tiende a pensar que identificando el estilo propio y el de su pareja son capaces de, por arte de magia, introducir cambios y tener mejores relaciones. No es así. De hecho, las personas que buscan y que se interesan en esta cuestión tienden a pasar por una primera fase en la que buscan desesperadamente identificar los estilos con el objetivo de encontrar pareja. No, conocer esta teoría no te va a ayudar a tener más novios o más novias ni a que tus relaciones vayan mejor. Ni de coña. Lo que sí puede abrirte es la puerta a conocerte mejor y a indagar un poco. Con un post en un blog de mierda como éste, no vas a encontrar la solución.
Si de verdad tienes problemas con tus parejas o te sientes solo, busca la respuesta en otra parte. Aquí no está.
Referencias
Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E., & Wall, S. (1978). Patterns of Attachment: A Psychological Study of the Strange Situation. Lawrence Erlbaum Associates.
Bartholomew, K., & Horowitz, L. M. (1991). Attachment Styles Among Young Adults: A Test of a Four-Category Model. Journal of Personality and Social Psychology, 61(2), 226-244.
Bowlby, J. (1982). Attachment and Loss: Vol. 1. Attachment. Basic Books.
Brennan, K. A., Clark, C. L., & Shaver, P. R. (1998). Self-Report Measurement of Adult Attachment: An Integrative Overview. In J. A. Simpson & W. S. Rholes (Eds.), *Attachment Theory and Close Relationships* (pp. 46-76). Guilford Press.
Cassidy, J., & Shaver, P. R. (Eds.). (2008). Handbook of Attachment: Theory, Research, and Clinical Applications. Guilford Press.
Fraley, R. C., & Shaver, P. R. (2000). Adult Romantic Attachment: Theoretical Developments, Emerging Controversies, and Unanswered Questions. Review of General Psychology, 4(2), 132-154.
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Johnson, S. M. (2002). Emotionally Focused Couple Therapy with Trauma Survivors: Strengthening Attachment Bonds. Guilford Press.
Main, M., & Solomon, J. (1990). Procedures for Identifying Infants as Disorganized/Disoriented during the Ainsworth Strange Situation* In M. T. Greenberg, D. Cicchetti, & E. M. Cummings (Eds.), Attachment in the Preschool Years: Theory, Research, and Intervention (pp. 121-160). University of Chicago Press.
Mikulincer, M., & Shaver, P. R. (2007). Attachment in Adulthood: Structure, Dynamics, and Change. Guilford Press.
Este es un tema que siempre me ha flipado. ¿Por qué los matrimonios concertados duran tanto? Lo primero que me viene a la cabeza es que no tienen otra opción. Puede que si decidas que el mastuerzo que tienes a tu lado ya no te hace feliz, si es que eso ocurrió alguna vez, igual te apedrean hasta la muerte. Pero nosotros y nosotras, occidentales de pro, creemos que estos matrimonios son una barbaridad (y en muchas ocasiones lo son, pero no siempre) o que no es que «duren», es que no hay alternativa. Pues mira, igual no.
“When I was growing up in Bombay, I shared all the fantasies of other girls my age. My dreams played out like Bollywood movies, with romantic notions of love, but of course the reality of my situation was very different to what I saw on the screen. My parents, aunts and uncles all had arranged marriages and I knew that eventually, when I came of age, I’d have an arranged marriage, too. I didn’t mind at all; there’s a real sense of security that comes from having your loved ones put their time and energy into finding you the perfect match. I trusted them completely.
My parents are quite broad-minded, so a love marriage wouldn’t have been out of the question. But since I hadn’t short-listed anyone for myself, I was happy for them to get the ball rolling. My parents let the broader community know that we were looking and a family friend got in touch to say they knew the perfect person for me.
Parul Mehta.
¿Es posible ser feliz en un matrimonio concertado?
La comprensión cultural del matrimonio juega un papel fundamental en la satisfacción marital dentro de los matrimonios concertados. En muchas culturas donde esta práctica es común, el matrimonio no se ve como una simple unión entre dos individuos basada en el amor romántico, sino como una alianza entre dos familias con objetivos comunes y valores compartidos. Esta visión cultural del matrimonio influye profundamente en cómo los cónyuges perciben y experimentan su relación.
En estas sociedades, las expectativas de los matrimonios concertados a menudo se centran en la construcción de una vida estable y cooperativa. El amor romántico, aunque puede ser muy importante, no es el único ni el principal pilar del matrimonio. En su lugar, se enfatiza la importancia del respeto mutuo, la responsabilidad compartida y la colaboración en la creación de un hogar armonioso. Esta perspectiva puede reducir las tensiones que a veces surgen cuando el amor romántico inicial se desvanece, permitiendo que los cónyuges trabajen juntos para construir una relación sólida y duradera.
Llévate bien con los suegros
El apoyo de la familia política es otro aspecto crucial. En muchos matrimonios concertados, las familias no solo organizan el matrimonio, sino que también juegan un papel activo en su mantenimiento. Este apoyo constante puede proporcionar un entorno de seguridad y respaldo emocional esencial para la resolución de conflictos y para favorecer la estabilidad. La percepción de que el matrimonio es un esfuerzo colectivo, te lo creas o no, puede aliviar la presión sobre la pareja y fomentar un sentido de comunidad y pertenencia.
Además, la selección de los cónyuges en los matrimonios concertados a menudo se basa en una evaluación cuidadosa de hasta qué punto son compatibles respecto a la educación, los valores y las expectativas de vida. Este examen de las variables implicadas puede llevar a una mayor armonía y comprensión entre los cónyuges, porque son las familias quienes aseguran que los individuos compartan objetivos y visiones similares. Lo que termina ocurriendo es que se favorecen las relaciones de cooperación, comprensión y respeto.
La orientación cultural hacia el deber y la responsabilidad en el matrimonio influye en la satisfacción marital. En muchas de estas culturas, existe una fuerte creencia en el compromiso y el esfuerzo consciente por hacer que el matrimonio funcione. Este enfoque en el deber y la responsabilidad puede fomentar un compromiso más profundo entre los cónyuges, lo que a su vez facilita el desarrollo de una intimidad emocional y una conexión apasionada con el tiempo.
El compromiso inicial en un matrimonio concertado puede ser un último factor clave para el desarrollo de la intimidad y la pasión. La teoría del amor de Sternberg, que incluye componentes de intimidad, pasión y compromiso, sugiere que el compromiso puede ser un precursor de la intimidad y la pasión. En los matrimonios concertados, el compromiso inicial, basado en el acuerdo familiar y social, crea una base sólida sobre la cual los cónyuges pueden construir una relación emocionalmente íntima y apasionada con el tiempo. Este compromiso inicial puede ser visto como una promesa mutua de apoyo y cooperación, lo que a menudo lleva a un vínculo más fuerte y profundo a medida que los cónyuges se conocen mejor y desarrollan una conexión emocional y física más intensa.
Parece que la percepción cultural del matrimonio como una unión basada en el respeto, la cooperación y el apoyo familiar, combinada con una selección cuidadosa y un fuerte sentido de deber, contribuye de manera significativa a la satisfacción marital en los matrimonios concertados. ¿Todos los matrimonios concertados son felices? Ni de coña. Pero sí pueden ser felices. Y no solo eso: pueden ser igual de felices que los matrimonios románticos. Lo que pasa es que los occidentales somos unos soberbios y pensamos que lo nuestro es mejor, siempre. Y esto es un poco racista. O mucho.
Referencias
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Goode, W. J. (1963). World Revolution and Family Patterns. Free Press.
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Zaidi, A. U., & Shuraydi, M. (2002). Perceptions of arranged marriages by young Pakistani Muslim women living in a Western society. Journal of Comparative Family Studies, 33(4), 495-514.