Categoría: Psicología

  • ¿Qué es la violencia psicológica?

    ¿Qué es la violencia psicológica?

    La violencia psicológica se detecta cuando hay golpes o gritos, pero a veces es muy difícil. El término se refiere al uso de cualquier táctica emocional y mental para ejercer el control de la interacción o, en el peor de los casos, dañar la salud mental de una persona. Esta forma de maltrato incluye insultos, humillaciones, intimidación, manipulación y amenazas, con el objetivo de socavar la autoestima y el bienestar psicológico de la víctima. Pero no siempre se alza la voz y no siempre es tan fácil descubrir lo que está ocurriendo: a menudo, la violencia psicológica es muy sutil y puede pasar desapercibida, pero sus efectos son muy profundos.

    Cuando están forzando a que la relación, sobre todo de pareja o de amistad, se desarrolle de una forma específica que no es la que tú quieres, eso también es violencia: o me quieres así o no quiero estar contigo. Si no sales conmigo los fines de semana, no eres mi amigo. O el más básico de todos: «no soporto que no hagas esto», para (1) ponerte a prueba, ¿hasta dónde quieres a esa persona y qué estás dispuesto a hacer? y (2) para obligarte a comportarte como esa persona quiere.

    Cuando se intenta influir en el comportamiento de un niño, eso no es violencia: generalmente, no es una relación entre iguales y se supone que es en beneficio del niño, se enmarca en el proceso de educación integral, es parte del desarrollo. Cuando una maestra intenta que un(a) estudiante cambie su comportamiento, eso no es violencia. Cuando tu pareja intenta cambiar tu comportamiento para que seas más dócil, eso sí es violencia. Es una relación entre iguales y la influencia se ejerce para beneficio propio: para que no le montes pollos por lo que estás haciendo, que sabes que no le gusta. ¿Quién sale beneficiado? Ahí lo tienes.

    Desde fuera siempre se ve todo muy fácil; es mucho más difícil saber detectarla cuando eres víctima de la violencia. Igual tú no puedes ver que la están ejerciendo sobre ti, pero normalmente es fácil de observar cuando se trata de terceras personas. Esa puede ser tu contribución: si ves que alguien muy cercano está siendo víctima de la violencia psicológica, piensa si puedes hacer algo por solucionarlo. Hablar es muy difícil porque te arriesgas a que esa persona te mande a la mierda: ¿quién no conoce algún caso en el que la persona ha optado por una pareja violenta sacrificando al amigo o a la amiga que le había advertido? Ten cuidado, piensa muy bien cómo puedes abordar el asunto, pero no te quedes indiferente, por favor.

  • No estar de acuerdo o no entender no significa «invalidar»

    No estar de acuerdo o no entender no significa «invalidar»

    En psicología, «invalidar» se refiere a desacreditar o negar las emociones, pensamientos o experiencias de otra persona. Invalidar a alguien implica no reconocer sus sentimientos, percepciones o vivencias, lo cual puede tener efectos negativos en la salud mental y emocional de la persona afectada. La invalidación puede ocurrir de manera consciente o inconsciente y puede tener lugar en diversas relaciones, como en la familia, en la pareja, en el trabajo o en la amistad. La invalidación es peligrosa porque en el momento en que la persona a quien no se le reconoce la autonomía para pensar o sentir deja pasar ese tipo de situaciones, se crea un precedente muy peligroso que puede terminar en una espiral de toxicidad de la que es muy difícil salir. Una vez puesta en marcha esa espiral, generalmente se sale cuando se produce la ruptura.

    Pero ojo, que no estar de acuerdo con alguien o no entender lo que la otra persona te está contando no necesariamente implica invalidar sus emociones o experiencias. Puede parecerlo, pero no lo es. Puedes tener opiniones diferentes sobre un tema y expresar tus puntos de vista de manera respetuosa sin negar los sentimientos o experiencias de la otra persona. La clave está en la empatía y la comprensión.

    Decir algo como «no entiendo lo que me estás diciendo», «yo no lo veo así» o «creo que estás equivocado» no es invalidar. Es no entender, no estar de acuerdo o pensar que las consecuencias de tus acciones no son las que andas buscando. Eso es legítimo. En este caso, estás reconociendo los sentimientos de la otra persona antes de compartir tu propia opinión. La validación emocional implica respetar los sentimientos de los demás, incluso si no estás de acuerdo con ellos. Puede que no te guste escuchar lo que te están diciendo, puede que no estés explicándote bien o puede que lo que estés diciendo no tenga sentido para esa persona. Pero no te está invalidando.

    Ejemplos en la pareja

    Un ejemplo de invalidación sería lo siguiente: le dices a tu pareja que estás muy enfadado por lo que te ha hecho. Él o ella te contesta algo así como «venga, si no ha pasado nada, no es para tanto». No está reconociendo tu derecho a que te sientas así, el subtexto es «eres un exagerardo, estás sacando las cosas de quicio». O por ejemplo cuando dices que te has desenamorado y te contesta que es que estás pasando una mala racha y que tienes que dejar pasar el tiempo, que seguro que lo verás de otra forma en unos días.

    No hay invalidación si, por ejemplo, dices que lo vuestro no tiene solución y la otra persona te dice que podéis hacer esto o lo otro. No está discutiendo que veas un problema, te puede estar diciendo que sí existe esa situación; simplemente te propone soluciones para resolverla. O cuando le dices que es que te encuentras a disgusto por la razón que sea y te dice que necesita que le expliques más, porque no lo entiende. No te está cuestionando lo que sientes, simplemente te dice que no comprende las razones. La diferencia es grande. ¿Por qué no te está entendiendo? ¿Es posible que no estés diciendo la verdad? Muchas veces es por eso. Y ahí, cari, quien está intoxicando el diálogo eres tú.

    ¿Por qué estás hablando de «invalidación»?

    Es posible que alguien de tu entorno, cuya opinión respetas y aprecias, te haya mencionado la palabra «invalidar» y que se haya referido a tu pareja en esos términos. Pero eso no quiere decir que sea verdad: averigua si la persona que te dice que tu pareja te está invalidando realmente sabe lo que está diciendo y reflexiona sobre las consecuencias que tiene creerte lo que te dicen los demás, sobre todo si su madurez y su capacidad de reflexionar sobre el asunto viene de la experiencia o de lo que ha visto en Instagram. Probablemente te haya ofrecido una palabra muy molona para algo que no sabes decir de otra manera. O porque prefieres decir eso que algo a lo que no te atreves. O quizá te parezca cómodo para justificar una acción de la que no estás seguro. Tú verás.

    Acusar a alguien de que te está invalidando cuando no está de acuerdo es igual de feo que decir que te está acosando o que tiene una enfermedad mental. No soluciona el problema y puedes herir a la persona a la que estás acusando. Y esa herida sí puede ser incurable.

    Por favor, no seas niñato y no lo hagas. Ir de moderna, utilizar terminología de psicólogo de Instagram y luego ser más antigua que los cócteles de gambas dice poco de ti. Y lo poco que dice no es bueno.

  • Evita idealizar a las personas que conoces por las redes sociales y las apps de ligoteo

    Debemos tener cuidado al idealizar a quienes conocemos a través de las redes sociales y las apps de ligoteo. ¿Cuántas veces te has ilusionado y luego te has llevado un ghosting del copón? ¿Cuántas veces has salido con la autoestima peor de lo que estabas al principio? Muchísimas, como el resto de personas que usan / usamos las apps para conocer a gente interesante. Ojo: eso no quiere decir que tengamos un entorno social poco sólido o que no lo tengamos en absoluto. Las razones por las que te interesas por alguien que conoces virtualmente pueden ser de todo tipo.

    En cualquier caso, las redes sociales suelen mostrar una versión idealizada de la vida de las personas. Las fotos y publicaciones pueden no reflejar completamente la realidad porque a nadie nos gusta, generalmente, decir que estamos tristes o que llevamos una vida de mierda. Lo que se ve en las redes sociales es siempre una representación selectiva y no toda la historia.

    Además, al idealizar a otras personas en las redes sociales, puedes caer en la trampa de compararte constantemente, con esa persona o con otras. Esto puede terminar haciendo que sientas ansiedad y que tu autoestima se vaya a la mierda porque tienes la sensación de que no eres suficientemente bueno/a, guapo/a, rico/a o interesante. La comparación constante puede ser especialmente perjudicial para las personas LGBTQ+ que ya pueden enfrentar desafíos adicionales debido no sólo a la discriminación y a la estigmatización, sino a que parece que a los maricones sólo nos gusten los que están cachas, los gordos y peludos (a la vez) o los primeros violines de la Filarmónica de Berlín; mi historial sugiere que conque esté a 36,7º, haya pulso y no sea ilegal, me sobra para montarme una movida en la cabeza. Pero esa es otra historia a la que tengo que darle una vueltecita.

    La idealización excesiva puede contribuir a la presión social y a la necesidad de cumplir con ciertos estándares. Esto puede afectar la salud mental, especialmente en comunidades que ya enfrentan tasas más altas de problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad. Y de eso, los maricones sabemos un rato. Al idealizar a los demás, perdemos perder de vista nuestra propia autenticidad y camino individual: cada persona es única y tiene su propio viaje.

    La interacción en línea a veces puede ser engañosa. Todos presentamos versiones de nosotros mismos que no son completamente reales. Es importante ser consciente de la posibilidad de malentendidos o decepciones cuando las expectativas no coinciden con la realidad. ¿Esperabas que estaba tan bueno como salía en las fotos? Amigo, la perspectiva te puede quitar 7 kg de encima.

    Tenemos que ser conscientes de los posibles impactos negativos de idealizar a otros en las redes sociales. La autenticidad, la autoaceptación y mantener la cabeza fría son aspectos fundamentales para mantener una salud mental positiva en un mundo digital. No te creas ni la mitad, no te esperes ni la mitad y no te tomes en serio ni la mitad.

  • La prueba de las tres montañas y el desarrollo cognitivo

    Todas las imágenes en psicología son yuyantes a más no poder. Ésta es la que menos mal rollo da de todas las que he encontrado sobre la tarea.

    En la prueba de las tres montañas, desarrollada por Piaget e Inhelder en los años 50, los participantes, generalmente niños, observan una maqueta con tres montañas de diferentes tamaños y formas. Luego, se les muestra la misma escena desde otra perspectiva, y se les pide que elijan una fotografía que represente la vista desde el punto de vista de un muñeco llamado originalmente «Jean». Que el muñeco se llame como el psicólgo suena regulín. La tarea se utiliza para evaluar la capacidad de los niños para comprender la perspectiva visual y la capacidad de tomar la perspectiva de otra persona.

    Piaget sugirió que los niños pasan por distintas etapas de desarrollo cognitivo, y la tarea de las tres montañas es un ejemplo de cómo los niños en las etapas más tempranas tienden a tener dificultades para comprender la perspectiva visual de otra persona. Piaget identificó esta etapa como la etapa preoperacional (de los dos a los siete años) en su teoría del desarrollo cognitivo.

    No todos los niños pueden adoptar la perspectiva de terceras personas

    Según esta teoría, la capacidad de adoptar una perspectiva diferente a la hora de resolver cuestiones como la que se plantea en la tarea va evolucionando a medida que los niños pasan de una etapa a otra de su desarrollo cognitivo. En la etapa preoperacional, los niños suelen tener dificultades para adoptar la perspectiva de otra persona y comprender diferentes puntos de vista. O sea: al preguntarles qué vería Jean, el muñeco, desde su perspectiva, los niños que no son capaces de adoptar el punto de terceros dirían que ven lo que el niño ve. En el momento que pueden adoptar otras perspectivas, la cosa cambia y son capaces de decir qué vería la otra persona, cada vez con más exactitud.

    A medida que los niños progresan en su desarrollo cognitivo, específicamente en la etapa de las operaciones concretas (que generalmente comienza a los siete y continúa hasta los once años), su capacidad para adoptar perspectivas diferentes va mejorando. Aunque muchos niños y muchas niñas no puedan, algunas ya han desarrollado habilidades mentales más avanzadas y pueden entender mejor la idea: en otras palabras, no todos los individuos responden de la misma menera en el mismo momento de sus vidas.

    Estas diferencias pueden atribuirse a diversas variables. En primer lugar hay que tener en cuenta que los factores genéticos y la herencia influyen en las capacidades intelectuales y en la predisposición a aprender. La otra, en mi opinión, es la pasta: el entorno familiar y el nivel socioeconómico sabemos que afectan decisivamente al acceso a estímulos y recursos educativos (o sea, que los niños pobres lo tienen peor) y la interacción con los cuidadores influyen en el desarrollo cognitivo. Pero también habría que hablar de las condiciones de salud, el temperamento o el entorno cultural, social e histórico. El desarrollo no es una receta infalible: a medida que van creciendo, aumenta el número de factores que influyen en este proceso.

    Etapas de desarrollo cognitivo

    La teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget propone cuatro etapas distintas. En la primera etapa, la sensoriomotriz (0-2 años), los niños exploran el mundo a través de los sentidos y acciones motoras. La etapa preoperacional (2-7 años) se caracteriza por el desarrollo del lenguaje y la capacidad de representación simbólica, pero con limitaciones en la comprensión de perspectivas diferentes. En la etapa operativa concreta (7-11 años), los niños adquieren habilidades de pensamiento más lógico y pueden entender conceptos abstractos. La etapa de operaciones formales (11 años en adelante) implica el razonamiento abstracto y la capacidad de pensar en hipótesis y probabilidades. Piaget sugiere que los niños atraviesan estas etapas secuencialmente, cada una marcada por cambios cualitativos en la forma en que perciben y comprenden el mundo.

    El desarrollo cognitivo, no obstante, puede variar entre los niños, y algunos pueden mostrar habilidades más avanzadas antes o después de la edad típica asociada con una etapa específica. La tarea de las tres montañas es un componente clave en la investigación de Piaget sobre el desarrollo cognitivo y ha sido utilizada para evaluar la capacidad de representación espacial y la adopción de perspectivas en niños.

  • Deja de idealizar

    Idealizar y / o simplificar en exceso aspectos de la vida ignorando su complejidad, no solo puede ser tóxico, sino que puede ser fatal para tu bienestar, para una relación de pareja o tu economía; distorsionas la realidad, generas expectativas poco realistas y aumentas la presión sobre ti mismo y sobre los demás para alcanzar estándares inalcanzables. Si idealizas, harás comparaciones constantes y terminarás aumentando la presión sobre ti mismo y sobre los demás para llegar a un nivel que está fuera de tu / su / vuestro alcance. Te sentirás insuficiente, todo te parecerá poco y estarás siempre a la búsqueda de más y más y más.

    Tenemos que aprender a reconocer la auenticidad y la diversidad de las experiencias humanas, las relaciones y las perspectivas de futuro.

  • «The Weirdest People in the World»

    «The Weirdest People in the World»

    Estoy leyendo «The Weirdest People in the World,» de Joseph Henrich, y la introducción casi me hace llegar tarde al trabajo. Heinrich argumenta que las sociedades occidentales son «WEIRD» (acrónimo en inglés para «Western, Educated, Industrialized, Rich, and Democratic»), lo que significa que tienen características psicológicas únicas en comparación con otras sociedades del mundo. Dice que estas características peculiares se pueden rastrear hasta eventos históricos particulares y que, en definitiva, las investigaciones en psicología están sesgadas por las características de la muestra respecto a la población objeto de estudio. Sorpresa.

    Uno de los elementos clave de su argumento es la conexión entre la Reforma Protestante y la alfabetización generalizada. El Protestantismo promovió la idea de la lectura individual de la Biblia para realizar una interpretación no mediada y abogó por la alfabetización de la población para, precisamente, tener acceso a las Escrituras. Esto contrastaba con la tradición católica de la época, que a menudo limitaba el acceso directo a los y ponía en circulación la interpretación específica generada por las autoridades religiosas.

    Henrich sugiere que la promoción de la alfabetización y la lectura individual de la Biblia contribuyó al desarrollo de una mentalidad individualista en la cultura occidental. Además, argumenta que esto tuvo implicaciones más amplias para la cooperación social y el desarrollo económico. La idea es que el énfasis en la lectura individual y la interpretación de textos religiosos llevó a una mayor valoración de la autonomía individual, la toma de decisiones y la responsabilidad personal, lo que a su vez habría influido en la formación de instituciones que fomentan la cooperación y el desarrollo económico.

  • La depresión no es estar triste.

    La ansiedad no es estar agobiado.

    La bipolaridad no es cambiar de humor.

    El TDAH no es ser inquieto y distraído.

    Estar delgada no es ser anoréxica.

    No tener hambre no es ser bulímica.

    Ser tímido no es ser autista.

    Ser organizado no es tener TOC.

    Ir al psicólogo no es estar loco.

  • ¿Qué es el «síndrome de Münchhausen»?

    ¿Qué es el «síndrome de Münchhausen»?

    El síndrome de Münchhausen, con dos haches, llamado trastorno facticio en el DSM-5, es un trastorno psiquiátrico en el que una persona simula o inventa síntomas de una enfermedad con el objetivo de recibir atención médica. Este trastorno puede implicar la activación de un comportamiento orientado a inducir síntomas o lesiones en sí mismo, como ingerir sustancias tóxicas o autolesionarse. E. d., además de simular unos síntomas, pueden estar también padeciéndolos, por ejemplo, por la ingesta de algo que provoque tales síntomas. También pueden falsificar los registros médicos o inducir la aparición de marcadores biológicos en las pruebas diagnósticas. La consecuencia, buscada, es que la persona termina recibiendo atención médica y del entorno.

    El Münchhausen puede presentarse en dos formas, bien hacia uno mismo, bien hacia una tercera, en cuyo caso se denomina que es «por poderes» (o hablamos de un «trastorno facticio por poderes»): en este caso, el individuo, generalmente un cuidador, inventa o causa enfermedades en otra persona, a menudo un niño o una niña, con el fin de obtener atención médica. O sea, el niño o la niña: la compasión que genera la enfermedad provoca actitudes de apoyo social, lástima, ayuda y, sobre todo, atención. Si el Münchhausen ya da yuyu, éste segundo pone los pelos de punta. En cualquier caso, sea por poderes o no, involucran la producción intencionada de síntomas físicos o psicológicos para engañar a los demás y obtener atención.

    ¿Cuál es la diferencia entre el Münchhausen y la hipocondría?

    El síndrome de Münchhausen y la hipocondría son dos condiciones diferentes, aunque comparten ciertas similitudes en el sentido de que ambas involucran una preocupación excesiva por la salud. Mientras en el Münchhausen los síntomas son inventados y, si no lo son, es porque son provocados, lo que implica que el individuo es consciente del engaño. En la hipocondría, oficialmente el trastorno de ansiedad por enfermedad, la persona experimenta una preocupación genuina por su estado de salud, generalmente porque interpretan de forma exagerada fenómenos observados, como un sarpullido o un dolor de cabeza: es más o menos pensar que tu migraña es debida a un tumor cerebral inoperable o, como me pasa a mí, que cuando me rasgo tengo sarna, ladillas o cualquier otra venérea. ¿Me pasa? Sí, con frecuencia. Sobre todo lo de las ladillas: me las noto correr por todo el cuerpo, saltando y bailando al ritmo de cualquier canción de Mariah Carey. Pero volviendo al tema, la diferencia entre el Münchhausen y la hipocondría es que en el segundo el individuo está convencido de padecer la enfermedad, sea ésta real o no. En el primer caso, no. Que se dé una condición médica es irrelevante.

    Ojo con decir que tal persona es «hipocondríaca»

    Todos lo hemos hecho alguna vez: «tal persona es hipocondríaca, es insoportable». Lo segundo, vale. Lo primero es peligroso. Primero, porque estamos utilizando una etiqueta aplicada a un diagnóstico de salud mental cuando en realidad lo que queremos decir es que el comportamiento de una persona nos molesta. No, una cosa es tener una enfermedad mental y otra ser estomagante. Igual, el gilipollas es quien va haciendo diagnósticos sin ton ni son, como lo del trastorno de personalidad narcisista. Ya no hace falta estudiar psiquiatría o psicología para conocer el tema en profundidad: con mirar dos reels de instagram es suficiente.

    Segundo, cuando nos ponemos a diagnosticar enfermedades mentales a cualquiera y normalizamos el uso de esas etiquetas (anoréxica, hipocondríaco,…) estamos equiparando un comportamiento que puede ser más o menos molesto o sorprendente o que no entendemos con un problema de salud real. No es lo mismo comer poco que ser anoréxico. El problema es que, a fuerza de repetirlo, terminamos generando un escenario en el que, al final, se presta menos atención a los problemas y a las situaciones que requieren una intervención real. Es esencial abordar los síntomas de manera seria y buscar una evaluación médica adecuada para descartar posibles problemas de salud. Pasa con «estar deprimido» como con «me han hecho bullying». No, el bullying es un proceso muy concreto y si terminamos diciendo que es bullying una situación que no es tal, terminamos extendiendo la idea de que el bullying es menos serio de lo que en realidad es. No es lo mismo estar triste que estar deprimido.

    Tercero: ¿a santo de qué vas tú ahora a hacer circular un rumor? No. Tanto si hablas de la intimidad de la persona como de… oh, espera, que si una persona sufre un trastorno mental de verdad no eres tú quién para hacer que la información circule porque eso es información privada de la que no eres dueño. O sea, que tanto si tienes razón como si no la tienes, lo que debes hacer es callarte la boca: o no tienes razón o no tienes derecho a decir lo que estás diciendo. E insisto: utilizar términos psiquiátricos de manera inapropiada contribuye a la minimización de los trastornos mentales y puede desalentar a las personas que realmente necesitan ayuda de buscarla.

    Es crucial abordar los problemas de salud mental con sensibilidad y precisión en vez de al tuntún y sin tener ni idea. El diagnóstico y la atención médica deben ser proporcionados por profesionales de la salud entrenados y entrenadas que puedan realizar una evaluación exhaustiva y brindar el tratamiento adecuado. Etiquetar a alguien de manera incorrecta puede tener consecuencias negativas tanto para la persona como para la comprensión general de los trastornos mentales.