No sé si en realidad, es posible decir que la inteligencia de los cuervos es equivalente a la de los humanos de siete años. Lo que es cierto es que ver cómo resuelven problemas es fascinante.
Categoría: Psicología
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¿Por qué es tan difícil saber las razones por las que una persona está deprimida?
La depresión es un trastorno mental complejo y multifactorial que afecta a millones de personas en todo el mundo. A pesar de los avances significativos en la investigación científica, encontrar la causa exacta de la depresión ha demostrado ser un objetivo mucho más difícil de lo que se piensa. Varias razones contribuyen a la dificultad de identificar una causa única y clara para este trastorno.
En primer lugar, la depresión no es un trastorno homogéneo, sino más bien un espectro de síntomas y manifestaciones. La variabilidad en la presentación clínica de la depresión sugiere que puede tener múltiples orígenes. Factores genéticos, biológicos, psicológicos y ambientales interactúan de manera compleja, haciendo que la depresión sea una entidad difícil de simplificar.
En el ámbito genético, se ha demostrado que la predisposición genética desempeña un papel en la susceptibilidad a la depresión. Sin embargo, la herencia no sigue un patrón simple y no se ha identificado un único gen responsable de la depresión. En lugar de ello, parece haber una interacción compleja entre varios genes y factores ambientales: puedes tener una predisposición a padecer depresión pero que lo desarrolles o no depende de variables como tus experiencias pasadas, tus patrones de pensamiento o eventos importantes, como la muerte o la enfermedad de un ser querido.
Los aspectos biológicos también complican la búsqueda de una causa única. Las alteraciones en la función cerebral, especialmente en las áreas asociadas con la regulación del estado de ánimo, como la amígdala y el hipotálamo, están vinculadas a la depresión. Parece que, además la reducción en la actividad del hipocampo puede estar detrás de parte de la sintomatología depresiva, aunque no está del todo claro si es una causa o una consecuencia del trastorno. Estas alteraciones, además, no son uniformes entre los individuos deprimidos, lo que sugiere que hay diversas rutas biológicas que pueden llevar al trastorno.
A nivel psicológico, factores como experiencias traumáticas, estrés crónico o formas de entender la vida y lo que ocurre a tu alrededor juegan un papel muy importante. La interacción entre estos elementos y la predisposición genética complica aún más el panorama, ya que diferentes personas pueden experimentar depresión por razones distintas y al contrario, los mismos marcadores genéticos o formas de pensamiento catastrofizante pueden desembocar en una depresión en una persona, pero no en la otra. ¿Por el apoyo social del entorno o la falta del mismo? ¿Por el nivel socioeconómico y educativo? No lo sabemos.
Además, la depresión es un trastorno heterogéneo en cuanto a la respuesta al tratamiento, que generalmente se basa, en el mejor de los casos, en la introducción de medicación antidepresiva y en psicoterapia de tipo cognitivo-conductual. Pero lo que funciona para un individuo puede no ser eficaz para otro, indicando que la diversidad de las causas subyacentes puede influir en la efectividad de las intervenciones.
La dificultad para encontrar una causa única de la depresión radica en su naturaleza compleja y multifactorial. La combinación de factores genéticos, biológicos, psicológicos y ambientales, así como la variabilidad en la presentación clínica y la respuesta al tratamiento, hace que la depresión sea un desafío constante para la investigación científica. A medida que avanza la investigación, una comprensión más completa de la interacción de estos elementos puede abrir nuevas vías para el diagnóstico y el tratamiento más efectivos de la depresión.
Para que luego te digan «anímate», «no pienses en eso», «mira las cosas buenas de la vida». Claro, más le gustaría a la persona deprimida poder hacer eso. ¿Cómo no se le habrá ocurrido?
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The Guardian dice que la andropausia no existe. No existe un equivalente masculino a la menopausia, porque:
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Tenemos que ser más tolerantes a tres cosas: la inseguridad, la imperfección y la incertidumbre. Si yo lo quiero todo seguro, perfecto y cierto, no viviré.
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Una nota breve sobre la dopamina
Para mí, no hay nada peor que sentirse inseguro con las cosas, sobre todo con lo que puedes o no puedes hacer, con cómo te están viendo los demás y si las decisiones que tienes que vas a tomar son las correctas o no. Lo que viene siendo la vida, vaya. Pero eso le va mal a un cerebro como el mío, con niveles bajos de dopamina.
La dopamina (DA) es un neurotransmisor maravilloso y si te falta, date por jodido. En primer lugar, está involucrada en la regulación de la recompensa y la motivación. Cuando una persona debe tomar una decisión, la DA influye en cómo se evalúan las opciones disponibles (Schulz, 2007). También se libera en respuesta a recompensas y señales de recompensa anticipada. Este proceso puede fortalecer la asociación entre una acción y una recompensa, lo que afecta las decisiones futuras (Berridge y Robinson, 1998). Además, juega un papel importante en la asunción de riesgos y, por lo tanto, en la toma de decisiones (Cools y D’Esposito, 2011).
Así que sí, que te falte DA te hace ser más indeciso y que las situaciones de incertidumbre te generen más dificultades. La probabilidad de que esas sitauciones se conviertan en ansiógenas aumentan exponencialmente en la medida en que te falte DA.
Qué malo es tener niveles bajos y cuánto tiempo pierdo pensando en los 45.000 posibles futuros de cada acción. Es agotador.
Referencias
BERRIDGE, K. C., & ROBINSON, T. E. (1998). «What is the role of dopamine in reward: hedonic impact, reward learning, or incentive salience?» Brain Research Reviews, 28(3), 309-369.
COOLS, R., & D’ESPOSITO, M. (2011). «Inverted-U-shaped dopamine actions on human working memory and cognitive control». Biological Psychiatry, 69(12), e113-e125.
SCHULTZ, W. (2007). «Behavioral dopamine signals». Trends in Neurosciences, 30(5), 203-210.
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Te mereces tres patadas
La peña se pasa de optimista con sus propias aptitudes de diagnóstico clínico en psiquiatría. Ahora resulta que cualquiera puede decir que eres bipolar, que estás deprimido o que tienes esquizofrenia. Imagínate si ya es difícil con la carrera de psicología o de psiquiatría a tus espaldas, cómo no va a serlo para ti, que te has leído dos blogs y un libro de autoayuda.
¿Y los tratamientos? Sal a que te dé el aire. Haz ejercicio. Y mi preferida: ¡sé positivista! Patada en el positivismo es lo que te mereces. O mejor: dos patadas. El positivismo no es tener una actitud optimista ante la vida, es otra cosa: más o menos es la premisa de que el conocimiento deriva de aquello que es observable mediante los sentidos y comprobable mediante métodos como la experimentación y la comprobación de hipótesis. Así que la primera patada en los cojones te la mereces por hablar del positivismo sin tener ni puta la idea de lo que es.
La segunda patada te va a venir por decirle a alguien con depresión (si es que la sufre) que salga a que le dé el aire y que se tome las cosas con tranquilidad. Pedazo de imbécil, si eso es precisamente lo que no se puede hacer con la depresión. Pero ¿qué sabrás tú de estar deprimido? ¿Qué sabes tú del trastorno bipolar? ¿Qué sabes tú de lo que es una esquizofrenia? Nada. Entonces, ¿para qué vas dando consejos? Que la puedes cagar, a ver si te enteras.
Y la tercera patada te la vamos a dar porque no vas diagnosticando un cáncer de huesos al primero al que le duele la rodilla y tampoco insistes que tomen una cucharadita de cúrcuma para matar el tumor. ¿Verdad que tampoco dices que lo mejor es tomarse las cosas con tranquilidad para bajar el colesterol? Pues con esto, igual. La depresión no se va con salir a que te dé el aire. Ayuda, pero no soluciona nada. Al contrario: puedes hacer que esa persona se sienta peor porque piensa que la solución es fácil y sencilla y que no puede porque es una persona de mierda. Puntito en la boca y estaría mejor.
Ten cuidado con mencionar diagnósticos y sé prudente, porque decir que alguien está deprimido es crear una narrativa que se pone a circular como un rumor. Y ya sabemos qué les pasa a las personas que ponen a circular rumores, ¿verdad? Que se merecen dos hostias.
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Mira que odiaba este asunto cuando lo estudié y ahora es como “dame más de esta mierda”.
Mañana: la prosopagnosia, e. d., la incapacidad de recordar la identidad de las personas basándose en el reconocimiento facial. Pues eso le pasa, al parecer, a un 2% de la población, si no me equivoco. Imagínate que no te das cuenta de que te pasa eso hasta que alguien cae en la cuenta de que igual tienes un problema. Imagínate que tienes una hija y no la recuerdas. ¿Te imaginas?
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The Sentence
«Few people realise that psychologists also take a vow, promising that at some point in their professional lives they will publish a book, a chapter or at least an article that contains the sentence: ‘The human being is the only animal that…’. We are allowed to finish he sentence any way we like, but it has to start with those eight words.
Most of us wait until relatively late in our careers to fulfil this solemn obligation because we know that successive generations of psychologists will ignore all the other words that we managed to pack into a lifetime of well-intentioned scholarship and remember us mainly for how we finished The Sentence.
We also know that the worse we do, the better we will be remembered. For instance, those psychologists who finished The Sentence with ‘can use language’ were particularly well remembered when chimpanzees were taught to communicate with hand signs.
And when researchers discovered that chimps in the wild used sticks to extract tasty termites from their mounds (and to bash each other over the head now and again), the world suddenly remembered the full name and mailing address of everypsychologits who ever finished The Sentence with the words ‘uses tools’.
So it is with good reason that most psychologists put off completing The Sentence for as long as they can, hoping that if they wait long enough, they might just die in time to avoid being publicly humiliated by a monkey.»
GILBERT, D. (2007). Stumbling of Happiness. Nueva York. Vintage.