• Este señor tiene 5,1 millones de coronas noruegas en efectivo que no puede utilizar porque los billetes se retiraron de la circulación y se le ha pasado el plazo para cambiarlos. El despiste le ha costado 435.547,45 €.

    También me gustaría saber por qué tiene uno 435.000 € en efectivo si no eres Carmen Maura y no vas saltando azoteas en Madrid.

  • La lengua de signos nicaragüense y el ramen que me quitó las ganas de follar

    a bowl of ramen with chopsticks and a glass of beer

    El otro día mencioné la lengua de signos nicaragüense (LSN) al respecto de la capacidad innata del cerebro para crear sistemas de comunicación de carácter lingüístico. Dos días después, salió el tema en una conversación con unos amigos después de meternos un ramen entre pecho y espalda que me había quitado las ganas de follar, de lo bien que me sentó. Una cosa no tiene nada que ver con la otra, pero yo lo menciono. Yo qué sé, que vaya rulando. Cuento todo esto porque el tema es interesantísimo y porque los millones de seguidores que vivís en la provincia de Castellón y Teruel sabéis que me farcina todo lo que tenga que ver con las lenguas y el comportamiento. ¿El título de este post es clickbait? Por supuesto.

    Venga va, elaboro: hasta finales de los años 70, los niños sordos de Nicaragua vivían en un aislamiento social muy importante, ya que no contaban con un sistema de comunicación formalizado que les permitiera interactuar con otras personas fuera de sus núcleos familiares. Habían aprendido signos en casa, pero estos sistemas eran pobres, habían surgido de la improvisación y no podían utilizarlos con otros niños y niñas: éstos habían aprendido otros signos con sus familias. Sabemos, porque lo dijo Vigotsky y le tenemos mucha devoción, que el desarrollo cognitivo surge (o se facilita, o «se dispara a partir») de la interacción social; por tanto no será difícil entender que si no tienes ningún tipo de herramienta de comunicación, no podrás relacionarte con otras personas y si no puedes relacionarte, te desarrollarás cognitiva y socialmente de aquella manera. Esas generaciones con sordera que no tenían la oportunidad de aprender una lengua de signos en la escuela tenían déficits significativos en áreas esenciales de su desarrollo: muchos terminaban en situaciones de dependencia de por vida y con dificultades muy importantes para afrontar los retos de la vida adulta.

    En 1977, se inauguró el primer centro educativo para sordos en Managua, conocido como el Centro de Educación Especial Melania Morales. Este evento marcó un hito importante en la historia de la educación para personas sordas en Nicaragua. Los niños sordos comenzaron a ir al cole. Al principio, los maestros y maestras intentaron enseñarles a hablar y a leer los labios, una forma de abordar la situación que no resultó efectiva: los métodos tradicionales no lograban satisfacer las necesidades comunicativas de estos niños.

    Aquí es donde la historia se vuelve fascinante: sin un lenguaje formal al cual recurrir, los estudiantes comenzaron a crear espontáneamente sus propios gestos y señas para comunicarse entre sí. Este proceso de invención y adaptación fue especialmente notable entre los más pequeños, que habían sido escolarizados después de que los mayores hubieran aprendido a usar algunos gestos básicos. Estos niños más jóvenes tomaron estos gestos iniciales y los desarrollaron aún más, dotándolos de una estructura gramatical más compleja y coherente. En menos de una década, estos signos evolucionaron en una lengua completa y rica, conocida hoy como la LSN.

    La lingüista Ann Senghas estudió la evolución de LSN y observó que los niños más jóvenes fueron los principales innovadores en el desarrollo de la gramática de la lengua. Por ejemplo, los niños fueron inventando formas de indicar el tiempo, el modo y los aspectos de las acciones, lo que en lingüística se llama «Aktionsart», porque todo en alemán suena más aterrador. Todos estos sistemas de significados son muy importantes, precisamente, para los hablantes de castellano y el subjuntivo, el imperfecto y las perífrasis son los mecanismos que tiene el español para expresarlos. También comenzaron a usar la deixis, situando a las personas y los objetos en un «espacio de signos» que les permitía referirse a ellos de manera consistente y coherente. Aclaración: la deixis es un fenómeno que consiste en el uso de palabras cuya interpretación depende del contexto situacional, como los pronombres, adverbios de tiempo y lugar, y demostrativos. Por ejemplo, la palabra «yo» se refiere a personas diferentes dependiendo de quién la diga.

    Lo acojonante de todo esto es que este tipo de desarrollo es algo que se suele registrar en el transcurso de siglos, no de una década. Este sistema evolucionó a una velocidad inexplicable. Cada nueva promoción de estudiantes contribuyó activamente al desarrollo y enriquecimiento de LSN: no solo estaban aprendiendo un lenguaje, sino que lo estaban construyendo, dotándolo de una riqueza y complejidad que solo se observa en lenguas plenamente desarrolladas.

    Este fenómeno nos da pistas para entender que la capacidad lingüística es algo innato y al mismo tiempo ha subrayado la importancia de proporcionar a los niños sordos acceso a una lengua de señas desde una edad temprana, algo que nos está sorprendiendo mucho y que nadie nos podíamos imaginar. Quién nos iba a decir que la lengua de signos es una herramienta para la inclusión y el empoderamiento de las personas sordas.

  • Sine-wave speech

    The psychologists Robert Remez, David Pisoni, and their colleagues [...] published an article in Science on "sine-wave speech." They synthesized three simultaneous wavering tones. Physically, the sound was nothing at all like speech, but the tone followed the same contours as the bands of energy in the sentence "Where were you a year ago?". Volunteers described what they heard as "science fiction sounds" or "computer bleeps." A second group of volunteers was told that the sounds had been generated by a bad speech synthesizer. They were able to make out many of the words, and a quarter of them could write down the sentence perfectly. The brain can hear speech content in sounds that have only the remotest resemblance to speech. Indeed, sine-wave speech is how mynah birds fool us. They have a valve on each bronchial tube and can control them independently, producing two wavering tones which we hear as speech.
    
    Pinker (1994), p. 156-157
  • El verano me engorda nivel me tengo que reajustar la correa del reloj.

  • ¿Por qué hay tantos chavales adictos a los videojuegos? Enlace.

  • ¿Por qué la observación de niños sordos es tan importante para entender la naturaleza del lenguaje humano?

    Group Photo Of A Children

    Los que me seguís hace tiempo sabéis que las lenguas es un tema que me apasiona. He pasado por diferentes fases, como Saussure: de ser un normativista de mierda, me he convertido en ser un ser de luz y ahora soy un gran fan de la gramática universal, que no de Chomsky. Con reservas, pero fan. Cuando estudié las asignaturas de psicología que tenían que ver con el aprendizaje y las lenguas me explotó la cabeza. Pasé de creer que la lengua era un artefacto cultural construido y bla bla bla (que me cago en el máster de filosofía que hice, por cierto) a hablar del cerebro y la genética con pía reverencia. Pinker escribió un libro que releo cada cierto tiempo y que me he comprado tres veces porque he perdido dos copias: «The Lenguage Instinct». Leedlo, por favor.

    Steven Pinker propone en su teoría de la naturaleza innata de las lenguas que la capacidad para el lenguaje es una característica innata de la mente humana, como expliqué aquí. Según Pinker, el lenguaje no es simplemente un comportamiento aprendido a través de la imitación y la exposición, sino que los seres humanos nacen con una «gramática universal», una estructura subyacente que es común a todas las lenguas y que permite a los niños adquirir cualquier idioma al que estén expuestos.

    Pinker argumenta que esta capacidad innata es una adaptación evolutiva específica del ser humano. Los niños no necesitan una instrucción formal para aprender a hablar; en lugar de eso, simplemente necesitan estar en un entorno donde el lenguaje esté presente. Aprenden a hablar de manera espontánea y con sorprendente rapidez, lo que sugiere que la habilidad para el lenguaje es una característica biológica inherente, no una habilidad adquirida culturalmente.

    Las evidencias sobre los niños sordos aportan un apoyo contundente a esta tesis. Los niños sordos que no tienen acceso a una lengua de señas formal desarrollan espontáneamente sistemas de comunicación complejos, conocidos como «lenguas de señas caseras». Estos sistemas poseen una estructura gramatical consistente y siguen patrones similares a los de las lenguas habladas: los niños están predispuestos a crear sistemas lingüísticos organizados, incluso sin un modelo completo de una lengua formal, o sea, sin haber estado expuestos a un sistema lingüístico. Por tanto, la capacidad de hablar y el aprendizaje de la lengua no puede deberse exclusivamente a la imitación, porque si no, estos niños no desarrollarían espontáneamente estos sistemas.

    Los niños sordos que aprenden una lengua de señas formal, como el Lenguaje de Señas Americano (ASL), muestran etapas de desarrollo lingüístico muy similares a las de los niños oyentes que aprenden una lengua hablada. Pueden crear oraciones gramaticalmente correctas y demostrar una comprensión profunda de la sintaxis y la semántica de su lengua de señas. Estos hallazgos sugieren que la capacidad para adquirir y utilizar el lenguaje no depende del canal sensorial (auditivo o visual), sino que es una habilidad innata de la mente humana.

    En «The Language Instinct», Steven Pinker presenta una de las evidencias más flipantes: el caso de los niños sordos en Nicaragua. Estos niños desarrollaron una nueva lengua de señas de manera espontánea en la década de 1980. Antes de la implantación de escuelas para sordos en Nicaragua, estos niños no tenían un sistema de comunicación formal y hablaban mediante signos que habían aprendido en casa y que se desarrollaban en núcleos familiares. Los sistemas lingüísticos eran tan numerosos como familias había. Sin embargo, cuando fueron puestos en un entorno común, empezaron a desarrollar un sistema de señas que rápidamente evolucionó en una lengua completa con su propia gramática, conocida como la Lengua de Señas Nicaragüense (LSN). Los niños más jóvenes, expuestos a las señas iniciales creadas por los niños mayores, refinaron y estructuraron estas señas en un lenguaje más complejo y gramaticalmente consistente, lo que indica que las mentes infantiles están predispuestas a organizar la comunicación de manera lingüísticamente sofisticada.

    ¿Qué partes del cerebro están involucradas?

    Las observaciones de las últimas décadas respaldan la hipótesis de Pinker sobre la naturaleza innata del lenguaje. Todo apunta, y esto es lo flipante, que el lenguaje es una capacidad biológica e inherente a la especie, no es el producto 100% cultural que pensábamos. Ahora la pregunta es: si es una capacidad biológica, qué partes del cerebro son las responsables de estas capacidades? Pues allá va:

    1. Área de Broca: Ubicada en el lóbulo frontal izquierdo, esta zona es crucial para la producción del habla y la gramática. Cuando esta área sufre algún tipo de daño, las personas suelen tener dificultades para formar oraciones correctas y para articular palabras de manera fluida, una condición conocida como «afasia de Broca».
    2. Área de Wernicke: Situada en el lóbulo temporal izquierdo, es una área esencial para la comprensión. Si te jodes el área de Wernicke, por un accidente cerebrovascular, trauma (por ejemplo, cuando te das una hostia con el coche), muy probablemente desarrollarás la «afasia de Wernicke»: las frases serán más o menos gramaticalmente correctas y estarán bien construidas, pero no tendrán sentido.
    3. Fascículo arqueado: Este haz de fibras nerviosas conecta el área de Broca con el área de Wernicke. Es fundamental para la integración de la producción y comprensión del lenguaje. Si le pasa algo al fascículo arqueado será muy difícil repetir palabras y frases, lo que se conoce como «afasia de conducción».
    4. Giro angular y giro supramarginal: Estas áreas, localizadas en el lóbulo parietal, están involucradas en la lectura, la escritura y el procesamiento de la información semántica y fonológica. Ayudan a asociar las formas visuales de las palabras con sus sonidos y sus significados.
    5. Corteza auditiva primaria: Situada en el lóbulo temporal, esta área es responsable del procesamiento inicial de los sonidos del habla. Aunque no participa directamente en la producción del lenguaje, es crucial para la percepción auditiva que subyace al aprendizaje y comprensión del habla.
    6. Ganglios basales y cerebelo: Aunque tradicionalmente no se asocian exclusivamente con el lenguaje, estas estructuras participan en la coordinación y fluidez del habla, así como en el aprendizaje de los patrones rítmicos y secuenciales del lenguaje.

    Estas áreas forman una red compleja que permite a los humanos procesar, entender y producir lenguaje. Sabemos que estas áreas están implicadas en el lenguaje, inicialmente, por las observaciones de las capacidades para entender el habla y generarla de los pacientes que han sufrido algún tipo de daño. Ahora podemos observar mediante técnicas de neuroimagen qué partes del cerebro se ponen en marcha o incrementan su actividad al realizar ciertas tareas relacionadas con el lenguaje. En cualquier caso, esta base biológica confirma lo que viene diciendo Pinker: que la lengua es un proceso cultural, sí, en cuanto a la generación de significados. Pero también es el resultado de unas condiciones orgánicas específicas que no compartimos con otras especies, que sepamos.

  • airliner at flight

    Blog en piloto automático hasta dentro de unos días.

    Busca abajo a ver si hay algo que te interesa sobre lenguas, psicología o temas lgtbiq+. También ir a los archivos o buscar en la caja de abajo del todo de la página.

    * * *

    Hay algún post programado, pero nada nuevo bajo el sol, nunca mejor dicho. Creo que me merezco unos días de descanso antes de volver al trabajo y ponerme a recorrer Europa cual orquesta durante los meses de verano. Que si Oslo, que si Budapest, que si Copenhague, que si Barcelona, que si Madrid, que si el Coño de la Bernarda. Por lo menos voy a disfrutar de la playa, la comida, la bebida y la buena compañía.

    Qué asonancia más bien me ha quedado, oye.

    Han sido tres meses de infarto en los que no he tenido tiempo ni de mear. No es un recurso literario: ha habido días en que me he estado meando durante horas porque no tenía tiempo de ir al baño. Ahora entiendo por qué hay gente que se esconde durante el trabajo en el baño para descansar. Mea culpa (patapumpish). Espero que, poco a poco, la cosa se calme, porque si no voy a morir muy joven. Si a esto le añadimos la anemia perniciosa, a la que estuve llamando «anemia pretenciosa» durante una semana porque no me acordaba de la palabra, podemos cerrar el chiringuito. He tenido niebla en el cerebro durante unas ocho o diez semanas, he estado depresivo y había días en que no podía ni moverme. Yo pensaba que era del cansancio o del estrés o de ambas, pero no. Las pastillas están haciendo su magia y, de rebote, estoy durmiendo como hacía meses. Bendita química, oye.

    Esto de arriba es una reflexión sin más ni más que escribo en el tren. Ahora mismo a no sé cuántos metros del sueño, en un puente ferroviario que acojona. Y para muestra, las fotos de abajo. Voy de camino al aeropuerto y de ahí a un reencuentro muy esperado.

    Besos en la curcusilla a todes mis seguidores, que sois millones.

  • El chemsex y la adicción a las drogas en las relaciones sexuales

    pile of blister packs of colorful medicine tablets

    La adicción a las drogas sexuales y el fenómeno del chemsex se están convirtiendo en problemas importantes en el área de la salud mental. El chemsex, una práctica que combina el uso de drogas y sesiones de sexo prolongado, es muy preocupante, especialmente entre maricones, no solo por los efectos en el organismo, sino por el impacto que tienen en la salud mental.

    El chemsex implica el uso de sustancias como la metanfetamina, el GHB/GBL y la mefedrona para intensificar y prolongar las experiencias sexuales. Estas sustancias desinhiben a las personas, aumentar su deseo sexual y les permiten participar en maratones sexuales que pueden durar horas o incluso días. He dicho «uso» aunque debería ser «abuso». Nunca se «usan». Jamás deben usarse.

    Uno de los efectos más habituales del chemsex es el aumento de los índices de ansiedad y depresión. Las personas que recurren a las drogas terminan desarrollando, en muchísimos casos, una dependencia psicológica que les lleva a ser incapaces para disfrutar del sexo sin estar colocados. Cuando entran en un ciclo de dependencia se intensifica la sintomatología ansiosa y depresiva sentimientos de ansiedad y depresión, agravando los problemas de salud mental preexistentes, muy habituales. Cuando digo «problemas psicológicos» no me refiero a cuadros con diagnósticos clínicos específicos, hablo también de cuestiones que pueden no estar resueltas, como la baja autoestima o una autoimagen negativa.

    El uso prolongado de ciertas drogas, especialmente la metanfetamina, puede desencadenar episodios de psicosis y alucinaciones. Estos cuadros pueden ser muy perturbadores y afectar gravemente la salud mental del individuo. La psicosis inducida por drogas puede generar un estado de confusión y paranoia, que provoca un sufrimiento intenso y una desadaptación al entorno generalizada, tanto social como laboral como de cualquier otro tipo.

    Además, el chemsex lleva con frecuencia al aislamiento social. La naturaleza clandestina y estigmatizada de esta práctica puede alejar a las personas de sus redes de apoyo social, aumentando las experiencias de soledad y, de rebote, empeorando aquellas cuestiones previas que han llevado a los consumidores a recurrir a las drogas. El aislamiento social no solo empeora los problemas de salud mental, sino que también dificulta el acceso a la ayuda y el apoyo necesarios.

    El tratamiento de la adicción al chemsex requiere un enfoque integral y especializado, con intervenciones de tipo social, psicológico, psiquiátrico y médico. La terapia cognitivo-conductual es efectiva para ayudar a los individuos a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento relacionados con el uso de drogas y el sexo. Trabajar con un terapeuta especializado en adicciones puede ayudar a abordar las causas subyacentes de la dependencia y desarrollar estrategias de afrontamiento saludables. Claro que siempre es mejor cuando este tratamiento se realiza en coordinación con un equipo médico y con un entorno social de apoyo. Pero a ver quién es el guapo que sale del armario del chemsex.

    La prevención requiere una combinación de educación y acceso a recursos. Informar a las personas sobre los riesgos asociados con esta práctica y promover el uso de protección pueden ayudar a reducir la incidencia de problemas de salud física y mental, como con cualquier otra droga. Proporcionar acceso a servicios de salud mental y programas de reducción de daños también es esencial para apoyar a quienes luchan con esta adicción. Y, sobre todo, la educación. Educación respecto a las drogas, educación emocional, educación sobre el porno, sobre el sexo (consentido)… y podríamos continuar con una larga lista. ¿Quién iba a decir que la educación es una de las claves?

    La adicción a las drogas sexuales y el chemsex es un problem grave que requiere, de nuevo, una respuesta multidisciplinar. Pero también requiere políticas educativas que requieren inversión. Dinero. Hace falta más dinero para los colegios, para los institutos. Nunca se invierte demasiado en eso.

    Educación, educación, educación.

    Referencias
    
    Stuart, D. (2019). Chemsex: Problemas y soluciones. Journal of Sexual Medicine.
    
    Bourne, A., Reid, D., Hickson, F., Torres-Rueda, S., & Weatherburn, P. (2015). Chemsex y salud mental en hombres que tienen sexo con hombres: Un estudio cualitativo. BMJ Open.
    
    McCall, H., Adams, N., Mason, D., & Willis, J. (2015). El impacto del chemsex en la salud mental y física: Una revisión sistemática. International Journal of Drug Policy.
    
    Halkitis, P. N., Parsons, J. T., & Stirratt, M. J. (2001). Uso de drogas recreativas y riesgos sexuales en hombres homosexuales y bisexuales: Una revisión de la literatura. Journal of Gay & Lesbian Social Services.
    
    Weatherburn, P., Hickson, F., Reid, D., Torres-Rueda, S., & Bourne, A. (2017). El chemsex y su relación con el bienestar emocional en hombres que tienen sexo con hombres en Londres. Journal of Public Health.