La normatividad es un concepto que cada vez genera más debate. Todo esto normatividad. No hay discusión más socorrida entre los gafapastas (y mira que soy antiguo), que éste, no hay nada más instagramero que no ser normative. Es el corazón de una lucha cultural en la que todes, de una forma u otra, estamos inmersos. Pero, ¿qué es exactamente la normatividad?
La normatividad es el conjunto de reglas y expectativas sociales que orientan nuestros comportamientos. Estas normas, explícitas o implícitas, nos indican cómo debemos comportarnos en distintos contextos sociales o cómo debemos ser o el aspecto que debemos tener. Las sociedades generan «normatividades» porque regulan nuestras interacciones y crean un marco que facilita la convivencia. Sin este marco, sería complicado, si no imposible, funcionar como comunidad.
Desde una perspectiva psicológica, la normatividad cumple una función fundamental: reduce la carga cognitiva. En lugar de tener que analizar y decidir continuamente cómo comportarnos en cada situación, las normas sociales nos proporcionan una guía preestablecida. Así, podemos actuar de manera automática en muchas ocasiones, ahorrando energía mental para situaciones más complejas. Somos seres biológicos con una capacidad cognitiva mucho más reducida de lo que creemos. Estamos programados para pensar cuanto menos, mejor.
Imagina la siguiente situación: vas por la calle, no hay nadie, está oscuro y ves que hay una persona a la que no ves los rasgos ni lo que está haciendo. Lo que deberías hacer es evitar a esa persona. No te puedes parar a observar si lleva un cuchillo o si te está siguiendo con la mirada. Porque si es así, cuando te des cuenta ya te habrá atacado. Por eso nos comportamos en esa situación sin pensar, sin considerar todas las variables del entorno.
La normatividad es más o menos lo mismo. Para ser funcional en sociedad, no podemos procesar toda la información que tenemos a nuestro alcance en cada situación. Tenemos que saber reaccionar de manera rápida y efectiva, al menos estadísticamente.
Sin embargo, aunque las normas que regulan nuestro comportamiento social son necesarias, la normatividad no es un ente fijo ni universal. Está cultural e históricamente situada. Lo que se considera normal en una sociedad o en una época puede ser visto como completamente inapropiado en otra, aún dentro de la misma sociedad. Las normas cambian con el tiempo y dependen de la cultura que las sostiene porque las circunstancias del entorno y la estructura de la propia sociedad cambian. Esta variabilidad hace evidente que no hay una única forma de hacer las cosas «bien», aunque la sociedad en la que vivimos nos haga pensar lo contrario. De ahí que las normas en cada sociedad sean diferentes.
A pesar de su utilidad, la normatividad también puede ser una fuente de sufrimiento para quienes no encajan. Las personas que no cumplen con las normas físicas, ideológicas o comportamentales pueden experimentar exclusión o rechazo y eso sí es universal. Esto puede afectar a individuos por su aspecto físico—si son gordos, muy delgados, tienen una enfermedad visible, o un tono de piel diferente—o incluso por cómo piensan o eligen vivir sus vidas.
Frente a este malestar, algunas personas buscan desafiar las normas sociales para aliviar el sufrimiento. En el ámbito de la comunidad gay, por ejemplo, los «osos» han creado una subcultura que celebra la apariencia física natural de hombres que no se ajustan al ideal de cuerpos jóvenes y musculosos. Sin embargo, lo que ocurre es que simplemente se sustituye una normatividad por otra. En lugar de eliminar el sistema, tal y como se cree que se está haciendo, se genera otro conjunto de expectativas que pueden terminar siendo igual de restrictivas. De ahí que todos conozcamos a los osos que van de divinos. Y por cierto, decir que van «de divas» es igual de misógino y asqueroso que decir «ése es un activazo» y «éste es una pasiva». A ver si nos enteramos que que te guste que te den por el culo no está mal y que puedes ser un «pasivazo», en masculino. En eso el inglés nos supera; la expresión «power bottom» es maravillosa, os tengo que decir.
Desde un punto de vista psicológico, volviendo al tema, tal vez la solución no sea destruir las normas o sustituirlas con otras. Quizás el camino más saludable sea aceptar que no podemos agradar a todo el mundo ni cumplir con todas las expectativas. Lo realmente importante es aprender a querernos tal como somos, con nuestras imperfecciones. No se trata de adaptarnos a las normas o de crear otras que se ajusten mejor a nosotros, sino de aceptar que somos falibles y que no siempre encajamos. Como decía Carl Rogers, la aceptación total de uno mismo es clave para el bienestar. La autoaceptación no significa renunciar a mejorar, sino dejar de luchar por encajar en moldes impuestos y aprender a valorar nuestra individualidad.
Eso no quiere decir que haya que sostener las normas nocivas e inflexibles. Al contrario, hay que luchar por la aceptación de cualquier persona, esté dentro de la norma o fuera de ella. Hay que intentar que no tener un comportamiento normativo no sea motivo de discriminación o de reacción social. Por cierto, ser un asesino en serie es igual de no normativo que ser maricón, así que no nos vale «no tener normatividades». Sí son necesarias, lo que tenemos que hacer, como sociedad, es evitar que éstas causen sufrimiento, a nivel individual y colectivo.
Sigue leyendo:Berger, P., & Luckmann, T. (1991). La construcción social de la realidad. Amorrortu Editores.
Foucault, M. (1977). Vigilar y castigar. Siglo XXI Editores.
Rogers, C. (1961). On Becoming a Person: A Therapist's View of Psychotherapy. Houghton Mifflin.
Éste es un tema que me flipa. La psicología social ha estudiado durante décadas cómo el comportamiento humano cambia cuando formamos parte de grupos grandes. Este fenómeno, conocido como comportamiento de masas, se manifiesta en eventos multitudinarios como protestas, conciertos o celebraciones deportivas. Aunque se trate de individuos autónomos y creemos que somos independientes, la influencia del puede generar comportamientos irracionales o inesperados. En este post explico las causas de estas diferencias y qué teorías las explican.
El comportamiento de masas es un concepto de la psicología social que describe cómo los individuos tienden a actuar de manera diferente cuando se encuentran en un grupo grande, en comparación con su comportamiento individual o en interacciones con pocos individuos. Este fenómeno suele estar marcado por una pérdida de identidad personal. Esto hace que las personas adopten comportamientos que quizás nunca mostrarían en otras situaciones.
Cuando hablo de identidad personal, me refiero a la conciencia que una persona tiene de sí misma como individuo único y el conjunto de valores, creencias y comportamientos asociados a tal idea. En el contexto de las multitudes, esta identidad tiende a diluirse o a desaparecer. Las personas dejan de creer que son quienes son y pasan a formar parte del grupo. Pepito deja de ser Pepito para ser un forofo del Madrid durante un partido contra el Valencia CF en Mestalla.
Las multitudes influyen en la toma de decisiones, reducen la capacidad de autocontrol y fomentan acciones extremas. Estos comportamientos no se observan en circunstancias individuales. Uno de los factores clave que explica este fenómeno es el proceso de desindividualización.
El término «desindividualización» fue introducido por Festinger en 1952 y elaborado después por Zimbardo, entre otros: se refiere a la pérdida de la autoconciencia y de la responsabilidad individual cuando las personas están inmersas en una multitud. En estas situaciones, la presencia de terceros disminuye el sentido de responsabilidad personal, y el comportamiento tiende a alinearse con el de la masa. Un ejemplo típico es el de los disturbios callejeros, donde las personas que normalmente no actuarían de manera violenta se ven involucradas en actos vandálicos simplemente porque «los demás lo están haciendo».
Otro enfoque clásico para entender el comportamiento de masas proviene del sociólogo francés Gustave Le Bon, que formuló la teoría del contagio social en «La psicología de las masas» (1895). Cuando los individuos forman parte de una multitud, sus emociones y acciones tienden a contagiarse entre sí, lo que genera una especie de «mente colectiva». En este contexto, las personas pierden su individualidad y racionalidad, y comienzan a comportarse según las emociones predominantes del grupo, ya sea euforia, miedo o agresión. Por ejemplo, en una manifestación pacífica, si una pequeña fracción de la multitud comienza a mostrar signos de violencia, es probable que esa emoción se propague rápidamente, alterando el comportamiento del grupo entero.
According to Le Bon , the crowd, in psychological terms, is a group of individuals who, in specific circumstances, acquire new characteristics that are very different from the characteristics of the individuals who constitute it. Although there are different kinds of crowds, they have similar characteristics, such as the power of destruction, the certainty of impunity and a direct relationship between the certainty of impunity and the size of the crowd.
According to Le Bon, regardless of who is in a crowd, the individual conscious personality fades, and the group unconscious personality prevails. The crowd, in his position, constitutes a single collective being that is guided by a mental unity and a collective soul that makes individuals feel, think and act differently than they would independently. With the help of suggestion and contagion mechanisms, feelings and ideas can quickly become actions. The individual may display automated behavior, increasing the likelihood of violent occurrences.
Vilanova et al. (2017)
A diferencia de la teoría anterior, Turner y Killian han desarrollado la teoría de la emergencia de normas, que sugiere que las multitudes no son irracionales por naturaleza. Esta teoría argumenta que, aunque los comportamientos dentro de una multitud pueden parecer caóticos al principio, con el tiempo se desarrollan nuevas normas sociales que guían el comportamiento del grupo. Por ejemplo, en situaciones de crisis, como desastres naturales, las multitudes a menudo adoptan normas de ayuda mutua y cooperación, lo que desmiente la idea de que siempre actúan de forma violenta o irracional. Estas normas emergentes pueden ser influenciadas por líderes de opinión dentro del grupo o por factores situacionales.
Sabemos que hay varios factores que influyen en cómo se comporta una multitud. Allá van algunos:
Anonimato: Las personas tienden a comportarse de manera más extrema cuando creen que sus acciones pasarán desapercibidas o cuando predicen que no habrá consecuencias negativas si son descubiertas.
Emociones compartidas: Las multitudes, en ciertas ocasiones, comparten emociones fuertes, ya sea entusiasmo en un partido que acaba de ganar el equipo de turno, o indignación en una protesta. Estas emociones compartidas refuerzan el comportamiento grupal y echan leña al fuego cuando salta la chispa.
Imitación: El comportamiento de unos pocos individuos dentro de una multitud tiende a influir rápidamente en los demás, ya sea para bien o para mal. Si, por ejemplo, la situación está cargadita, en el momento en que alguien activa un comportamiento extremo deseado por los demás o catalogado como justificado, el resto de individuos mostrará una tendencia a activar comportamientos similares. Por ejemplo, cuando hay una protesta y la policía no actúa, en el momento en que uno de estos últimos le dé un porrazo a un manifestante, el resto de la policía tenderá a actuar de la misma forma.
Influencias externas: Ligado con lo anterior, la presencia de la policía, la cobertura mediática o los discursos de líderes pueden alterar el comportamiento del grupo. En el caso de que haya periodistas en una protesta, por ejemplo, el volumen de las enunciaciones (e. d., cuando los manifestantes gritan «sí se puede»), subirá para que quede registrado el contenido de las mismas.
En España, el comportamiento de masas se ha observado en eventos como las manifestaciones con mensajes políticos o los celebraciones deportivas, como lo que ocurrió cuando España ganó la Eurocopa. En estos casos, se ve cómo las emociones colectivas influyen en el comportamiento individual y unifican el comportamiento. La sensación de anonimato o la emoción compartida llevan tanto a celebraciones pacíficas como a momentos de tensión.
El comportamiento de masas es un fenómeno flipante que revela cómo las personas pueden actuar de manera diferente cuando se integran en grandes grupos. Ya sea a través de la desindividualización, el contagio social o la emergencia de normas, está claro que los procesos psicológicos generados en las multitudes influye enormemente en la forma en que se comportan los individuos.
Creo que ya lo he dicho, pero si no, lo repito: la psicología social y el comportamiento grupal me parecen alucinante porque nos permite entender cómo las interacciones pueden influir en actitudes, creencias y acciones individuales. A partir del estudio de lo social podemos entender cómo nuestras relaciones y nuestro contexto cultural moldean nuestras decisiones y comportamientos. Una cosa es quiénes creemos que somos, lo que pensamos y lo que hacemos cuando estamos solos. Otra muy diferente, cuando interactuamos o cuando formamos parte de un grupo. Entonces nos damos cuenta de que no somos del todo quienes creemos que somos. Y eso me flipa.
Referencias
Le Bon, G. (1895).La psicología de las masas. Ediciones del Ministerio de Cultura.
Reicher, S. D. (1984).The St. Pauls’ riot: An explanation of the limits of crowd action in terms of a social identity model. European Journal of Social Psychology.
Turner, R. H., & Killian, L. M. (1987).Collective behavior. Prentice Hall.
Vilanova, F., Beria, F. M., Costa, Â. B., Koller, S. H., & Hackett, J. (2017). Deindividuation: From Le Bon to the social identity model of deindividuation effects. Cogent Psychology, 4(1).
Zimbardo, P. G. (1969).The human choice: Individuation, reason, and order versus deindividuation, impulse, and chaos. Nebraska Symposium on Motivation.
El emparejamiento selectivo es un concepto que se refiere al proceso por el cual los individuos eligen parejas basándose en características específicas, como la inteligencia, el estatus socioeconómico, los valores culturales y las creencias religiosas. Este fenómeno tiene implicaciones significativas en la estructura social y la evolución genética de las poblaciones humanas. A lo largo del tiempo, ha sido objeto de estudio en diversas disciplinas, incluyendo la psicología, la sociología, la biología evolutiva y la genética.
El emparejamiento selectivo puede observarse en diferentes contextos y culturas, aunque las características valoradas pueden variar considerablemente. Por ejemplo, en algunas sociedades se le da mayor importancia a la educación y la inteligencia, mientras que en otras, las cualidades físicas o el estatus económico pueden ser los aspectos que se tienen en cuenta a la hora de buscar pareja. Sin embargo, a pesar de estas diferencias culturales, el emparejamiento selectivo sigue siendo un fenómeno universal que influye en la estructura y dinámica de las poblaciones humanas.
La teoría de la similitud y el estudio de McPherson et al. (2001)
Una de las teorías más prominentes en la explicación del emparejamiento selectivo es la teoría de la similitud que postula que las personas tienden a elegir parejas con características similares a las suyas. Esta tendencia se ha observado en diversas investigaciones empíricas, que muestran que las parejas tienden a ser más homogéneas en términos de atributos como la educación, el estatus socioeconómico y las creencias religiosas (McPherson et al., 2001). Esta similitud puede tener múltiples beneficios, como una mayor compatibilidad y estabilidad en la relación, así como una mejor coordinación en la crianza de los hijos.
El estudio de McPherson, Smith-Lovin y Cook se centra en el principio de homofilia, que sostiene que la similitud genera conexión. Según este principio, las redes de contactos de las personas suelen ser homogéneas en cuanto a muchas características sociodemográficas, de comportamiento e intrapersonales.
La homofilia limita los mundos sociales de las personas de una manera que tiene implicaciones poderosas para la información que reciben, las actitudes que forman y las interacciones que experimentan. La homofilia en raza y etnia crea las divisiones más fuertes en nuestros entornos personales, seguidas en orden aproximado por edad, religión, educación, ocupación y género.
Este estudio sugiere que las personas generalmente solo tienen contacto significativo con otras personas similares a ellas mismas. Por lo tanto, cualquier cualidad tiende a localizarse en el espacio sociodemográfico. Al interactuar solo con otros que son como nosotros, cualquier cosa que experimentemos como resultado de nuestra posición se refuerza.
La teoría de las necesidades complementarias de Winch
Además de la similitud, otro factor importante en el emparejamiento selectivo es la complementariedad. Según la teoría de las necesidades complementarias de Winch, para que dos personas se enamoren y se vean mutuamente como la pareja ideal, deben complementarse teniendo en cuenta una serie de factores: gustos, valores, aficiones, religión, clase social, nivel de estudios o lugar de residencia, entre otros. la teoría sostiene que cuando estos factores son comunes, o al menos similares, éstos facilitan que dos personas puedan emparejarse. Se sugiere que las personas buscan parejas que complementen sus propias características, de manera que la combinación de ambos pueda resultar en una mayor eficiencia o bienestar. Por ejemplo, una persona extrovertida puede sentirse atraída por una persona introvertida, creando un balance en la dinámica de la relación. Aunque la evidencia empírica sobre la complementariedad es menos consistente que la de la similitud, algunos estudios, como el de Watson et al. (2014) han encontrado apoyo para esta teoría en contextos específicos.
El estudio de Watson, Beer y McDade-Montez se centró en comparar la validez predictiva de diferentes modelos basados en cuestionarios sobre rasgos interpersonales y valores para la calidad de las relaciones de pareja. Los investigadores analizaron cómo estos modelos podían predecir la satisfacción y la estabilidad de las relaciones, considerando tanto la similitud como la complementariedad de los rasgos y valores entre las parejas.
El estudio incluyó a numerosas parejas que completaron cuestionarios detallados sobre sus rasgos de personalidad y valores individuales. Luego, se evaluó la calidad de sus relaciones mediante medidas de satisfacción y estabilidad. Los hallazgos principales fueron que tanto la similitud como la complementariedad en ciertos rasgos y valores podían influir en la calidad de la relación, aunque la similitud tendía a ser un predictor más fuerte de la satisfacción y la estabilidad de la pareja.
El estudio sugiere que las parejas que comparten características similares tienden a tener relaciones de mayor calidad, aunque también hay casos donde la complementariedad puede jugar un papel importante. Estos resultados subrayan la complejidad del emparejamiento selectivo y sugieren que tanto la similitud como la complementariedad pueden contribuir al éxito de una relación, dependiendo de los contextos específicos y las características individuales de los miembros de la pareja.
Y con la genética hemos topado
El emparejamiento selectivo también tiene importantes implicaciones genéticas. Al elegir parejas con características similares, se incrementa la probabilidad de que los descendientes hereden esas mismas características. Esto puede llevar a una mayor homogeneidad genética dentro de subpoblaciones, lo que a su vez puede influir en la evolución de ciertos rasgos. Por ejemplo, en comunidades donde se valora altamente la inteligencia y se practica el emparejamiento selectivo en base a este criterio, podría observarse un aumento en la prevalencia de genes asociados con la inteligencia a lo largo del tiempo.
“The Evolution of Desire: Strategies of Human Mating” de David M. Buss trata precisamente del comportamiento de apareamiento (o sea, el folleto) desde una perspectiva evolutiva. El libro se basa en un estudio extenso que incluye a más de 10,000 personas de todas las edades y de treinta y siete culturas diferentes. Buss sugiere que tanto hombres como mujeres tienen deseos específicos en una pareja, y estos deseos pueden diferir bastante según el momento, el contexto y otros factores de tipo biológico. En otras palabras: lo atractiva que nos parezca una pareja sexual depende de cuestiones relacionadas con la fisiología. No excluye otros factores culturales o cognitivos, sino que viene a decir que, detrás de todos ellos, la genética puede explicar comportamientos como la infidelidad. Según Buss, poner los cuernos puede ser una estrategia sexual favorecida por la selección natural. O lo que es lo mismo: la naturaleza entiende que follar por ahí contribuye a la variabilidad genética y a que la descendencia esté más adaptada al entorno. Divorciarse y separarse puede ser una respuesta adaptativa desde el punto de vista biológico.
Lo social: redes y centros educativos
Además de sus implicaciones genéticas, el emparejamiento selectivo también tiene repercusiones sociales y económicas. Al emparejarse con individuos de estatus socioeconómico similar, se perpetúan las desigualdades sociales y económicas, ya que los recursos y oportunidades tienden a concentrarse en ciertos grupos. Esto puede conducir a una menor movilidad social y a una mayor estratificación de la sociedad, lo que a su vez puede tener efectos negativos en la cohesión social y la igualdad de oportunidades.
Kalmijn es un destacado sociólogo que ha realizado importantes contribuciones al estudio del emparejamiento selectivo, también conocido como la homogamia. Su trabajo de 1998 se centra en cómo las personas tienden a formar relaciones y a casarse con individuos que comparten características similares, tales como la clase social, el nivel educativo, la raza, y los valores culturales. Kalmijn argumenta que este fenómeno no solo está modulado por las preferencias individuales, sino también por la estructura social y las oportunidades de encuentro que ofrecen los diversos contextos sociales, como el lugar de trabajo, los centros educativos, y las comunidades.
Uno de los puntos clave que destaca Kalmijn es el rol de las instituciones sociales en el emparejamiento selectivo. Según sus investigaciones, las escuelas y universidades juegan un papel crucial al reunir a individuos con niveles educativos y antecedentes socioeconómicos similares, lo que aumenta las probabilidades de formar parejas homogéneas en términos educativos. Además, Kalmijn señala que la segregación residencial y las redes sociales también refuerzan la tendencia de las personas a emparejarse con otras de su misma raza o grupo étnico.
Kalmijn también explora las implicaciones del emparejamiento selectivo en la movilidad social y la desigualdad. Afirma que la homogamia puede perpetuar y exacerbar las desigualdades existentes, ya que las parejas con niveles educativos y socioeconómicos similares tienden a acumular recursos y ventajas, lo que puede ser transmitido a la siguiente generación. De esta manera, el emparejamiento selectivo no solo refleja las estructuras sociales existentes, sino que también contribuye a su reproducción.
Parecerte a tu pareja te hará más fuerte
El emparejamiento selectivo también puede influir en la salud y el bienestar de las personas. Estudios han demostrado que las parejas que comparten características similares, como la educación y el estatus socioeconómico, tienden a tener mejor salud y bienestar en comparación con aquellas parejas que difieren en estos aspectos (Schwartz & Mare, 2005). Esto se debe a que la similitud en estos atributos puede facilitar una mejor comunicación y coordinación en la relación, así como un mayor apoyo mutuo en la gestión de los desafíos de la vida cotidiana.
En la era moderna, el emparejamiento selectivo se ve influenciado por nuevas tecnologías y plataformas, como los sitios de citas en línea. Estas plataformas permiten a las personas buscar y seleccionar parejas potenciales basándose en una amplia gama de criterios, lo que puede intensificar las tendencias de emparejamiento selectivo. Sin embargo, también pueden abrir nuevas oportunidades para conocer a personas de diferentes antecedentes y características, lo que podría contrarrestar en cierta medida la tendencia hacia la homogeneidad.
El estudio del emparejamiento selectivo es relevante no solo para entender las dinámicas de las relaciones de pareja, sino también para abordar cuestiones más amplias relacionadas con la estructura social y la evolución humana. Las investigaciones futuras pueden ayudarnos a entender cómo las tendencias de emparejamiento selectivo cambian con el tiempo y en diferentes contextos culturales, así como en las implicaciones a largo plazo de estos patrones para la salud, el bienestar y la cohesión social.
El emparejamiento selectivo es un fenómeno complejo y multifacético que juega un papel crucial en la formación de relaciones de pareja y en la estructura de las sociedades humanas. Al elegir a tu futuro marido o a tu futura mujer o a tu rollo puedes estar computando muchísimas variables, no sólo las que tú crees, que suelen ser las características específicas que piensas que te gustan. O las que te han convencido de que te tienen que gustar. Tu cuerpo tenderá a ver como atractivas a aquellas personas que van a aportarte algo de «felicidad» (ojo con la palabra, que tiene mandanga) y que van a contribuir a tu bienestar. Pero también verá con buenos ojos a aquellas personas que vayan a ser más beneficiosas desde un punto de vista evolutivo, e. d., para mejorar la especie. Querido, querida: ante todo, eres un mamífero, y un mamífero social cuyas decisiones tendrán un impacto en la dinámica social de las comunidades.
No quiere decir todo esto que estés a merced de estas consideraciones no conscientes, por supuesto que tienes poder de decisión. Pero el libre albedrío, ese del «soy libre de elegir 100% lo que me interesa o lo que me gusta», ahí diría que fallas un poco si te lo crees. Elegir pareja y que alguien te parezca atractivo es complejísimo. Por qué nos apetece poner los cuernos o por qué nuestro cuerpo reacciona de esa manera tan emocionante y tan guay cuando vemos a alguien que está tonteando con nosotros por muy casados o emparejados que estemos y por mucho que queramos a esa persona requiere un enfoque interdisciplinario: entender todo esto es, diría yo, imposible, y lo único que podemos hacer es intentar aproximar la cuestión desde la psicología, la sociología y la biología evolutiva.
Referencias
Buss, D. M. (2003). The Evolution of Desire: Strategies of Human Mating. Basic Books.
Kalmijn, M. (1998). "Intermarriage and Homogamy: Causes, Patterns, Trends". Annual Review of Sociology, 24, 395-421.
McPherson, M., Smith-Lovin, L., & Cook, J. M. (2001). "Birds of a Feather: Homophily in Social Networks". Annual Review of Sociology, 27, 415-444.
Schwartz, C. R., & Mare, R. D. (2005). "Trends in Educational Assortative Marriage from 1940 to 2003". Demography, 42(4), 621-646.
Watson, D., Beer, A., & McDade-Montez, E. (2014). "Comparing the Predictive Validity of Questionnaire-Based Models of Interpersonal Traits and Values for Relationship Quality". Journal of Research in Personality, 53, 1-10.
Me quedo muerto. Joseph Henrich ha explorado en profundidad la relación entre la aparición de relojes en edificios públicos, el desarrollo económico y el auge de las universidades, presentando un análisis que revela conexiones sorprendentes entre estos elementos. Según Henrich, la instalación de relojes públicos en Europa Occidental durante la Edad Media no fue solo un avance tecnológico, también fue un catalizador para el desarrollo económico y social. Y un logro del capitalismo. La puntualidad y la gestión precisa del tiempo, facilitadas por estos relojes, fomentaron una cultura de disciplina y eficiencia, características esenciales para el crecimiento económico sostenido.
Henrich argumenta que los relojes públicos desempeñaron un papel crucial en la transformación de las estructuras sociales y económicas. La sincronización del tiempo permitió una mejor coordinación en actividades comerciales y laborales, impulsando la productividad y, en consecuencia, el desarrollo económico. Además, esta nueva forma de medir el tiempo influyó en la organización y funcionamiento de las instituciones educativas, en particular las universidades, que comenzaron a estructurarse de manera más sistemática y ordenada.
Las universidades medievales, según Henrich, se beneficiaron enormemente de la capacidad de planificar y ejecutar horarios fijos, lo que mejoró la regularidad y la calidad de la educación. Esta estructuración del tiempo académico promovió una cultura de estudio y disciplina entre los estudiantes, lo que a su vez contribuyó al avance del conocimiento y la innovación. Henrich subraya que este entorno educativo más riguroso y organizado fue fundamental para los logros intelectuales que caracterizaron el Renacimiento y la Edad Moderna.
Esto que dice Henrich hace que me explote la cabeza. Los relojes no solo transformaron la percepción y el uso del tiempo, sino que también provocaron cambios en la organización económica y educativa, contribuyendo significativamente al progreso y desarrollo de las sociedades occidentales. Y sobre todo, en la psicología de las masas.
La introducción de relojes públicos y la creciente importancia de la puntualidad uvieron un impacto profundo en la psicología occidental, transformando no solo las estructuras económicas y educativas, sino también la mentalidad y los comportamientos individuales y colectivos.
Los relojes públicos inculcaron un sentido de disciplina y responsabilidad en la población. La necesidad de ajustarse a horarios fijos fomentó la autodisciplina y el autocontrol, características esenciales para la eficiencia laboral y la productividad personal, según Henrich. ¿Podemos ser más neoliberales? No sé. Henrich añade que este cambio hacia una mayor rigidez temporal creo una cultura donde el cumplimiento de los horarios se convirtió en un valor fundamental, asociándose con la profesionalidad y la ética del trabajo.
Esta sincronización del tiempo contribuyó a una percepción más homogénea y compartida del tiempo, lo que vino a fortalecer la cohesión social, dice. La coordinación de actividades comerciales, laborales y académicas en horarios precisos también facilitó una mayor interacción y cooperación entre las personas, reduciendo la incertidumbre y promoviendo la confianza en las relaciones sociales y profesionales.
Todo esto tuvo un impacto de la hostia en la organización cognitiva y la planificación a largo plazo. La gente comenzó a desarrollar habilidades para la gestión del tiempo, priorización de tareas y establecimiento de metas y objetivos. Este enfoque orientado al futuro también fomentó una mayor orientación hacia el logro, impulsando la innovación y el progreso económico. Y oye, que no se nos olvide: también del liberalismo económico.
Sin embargo, la rigidez temporal también tuvo efectos negativos, como el aumento del estrés y la ansiedad asociados a la presión de cumplir con los horarios. La percepción de tiempo como un recurso limitado y valioso exacerbó la competitividad y la urgencia en las actividades diarias, afectando el bienestar emocional de las personas. El estrés, amigas.
Y ahora voy con mi filípica marxista: la introducción de relojes públicos y la consiguiente sincronización del tiempo pueden interpretarse como una herramienta de control y dominación en manos de la clase capitalista. Estos dispositivos contribuyeron a construir las relaciones de producción capitalistas al imponer una estructura temporal rígida que beneficiaba principalmente a los propietarios de los medios de producción. La puntualidad y la gestión precisa del tiempo sirvieron para maximizar la productividad laboral, incrementando las ganancias de la clase capitalista mientras se intensificaba la explotación del proletariado. Además, la internalización de la puntualidad y la autodisciplina puede verse como una forma de hegemonía cultural, donde las normas y valores impuestos por la clase dominante fueron aceptados como naturales por el conjunto de la sociedad. Así, la transformación de la percepción y uso del tiempo consolidó la subordinación de los trabajadores, adaptándolos a las necesidades del capital y perpetuando las desigualdades inherentes al sistema capitalista.
¿Cuál es la similitud entre un reloj de la era industrial y un Apple Watch? Ambos te dicen la hora, pero solo uno te hace sentir culpable por no estar trabajando o por no estar caminando para tener un cuerpo normativo. Patapumpish.
In the social sphere, the development of team sports and sports leagues placed nonviolent intergroup competition at the center of people's leisure time, where it often became part of their personal identity. Participation in team sports became central to raising children (well, ate least boys). After deflation Napoleon at Waterloo, the Duke of Wellington explained that the "battle was won on the playing fields of Eton," by which he meant that the character of British officers was honed on the anvil of sport. Interestingly, cricket, rugby, hockey, soccer, American football, and baseball, all trace their roots back to preindustrial England. The latter two American sports derive, respectively, from rugby and English folk games, including the children's game of rounders and stool ball. Of course, today, Matsigenka enjoy soccer, Fijians rugby, Japanese baseball, and Indian cricket.
My point is that our modern institutional frameworks incorporate various forms of intergroup competition that drive up people's inclinations to trust and cooperate with strangers and may influence other aspects of our psychology. People learn to work in ad hoc teams, even if those teams are composed of a bunch of strangers. The engine of intergroup competition pushes against the within-group forces of cultural evolution, which often favour self-interest, zero-sum thinking, collusion, and nepotism. Our WEIRD institutional frameworks began developing during the High Middle Ages, as people who were increasingly individualistic, independent, nonconformist and analytic starters to compete. In the long run, competition among territorial states favoured those that developed ways to harness and embed the psychological and economic effects of nonviolent intergroup competition. Of course, no one designed this system, and few even realise how it shapes our psychology or why it often works.
Henrich (2020), p. 359.
El psicólogo social Muzafer Sherif también exploró los efectos de la competencia intergrupal en su famoso experimento de la cueva de los ladrones. Sherif demostró cómo la competencia por recursos limitados puede aumentar el conflicto y la hostilidad entre grupos, pero también cómo la cooperación hacia objetivos comunes puede reducir la animosidad y fomentar la colaboración. Este experimento subraya la importancia de los deportes y otras formas de competencia no violenta en la promoción de la cooperación y la confianza entre diferentes grupos, ya que proporcionan un medio estructurado y seguro para que los individuos experimenten la interdependencia y la cohesión social. Así, tanto en los campos de juego de Eton como en los experimentos de Sherif, vemos reflejados los mismos principios fundamentales que configuran nuestra psicología y nuestras sociedades modernas.
El experimento de la cueva de los ladrones de Muzafer Sherif, llevado a cabo en 1954, fue un estudio pionero en la comprensión de la dinámica intergrupal. En este experimento, Sherif y sus colegas observaron a dos grupos de niños en un campamento de verano, inicialmente manteniéndolos separados para que desarrollaran identidades grupales fuertes. Posteriormente, introdujeron situaciones de competencia entre los grupos, lo que resultó en un aumento significativo de la hostilidad y el conflicto. Sin embargo, al enfrentarse a problemas que requerían cooperación mutua para ser resueltos, como la escasez de agua y la necesidad de reparar un camión varado, los grupos comenzaron a colaborar, reduciendo la tensión y fomentando actitudes positivas entre ellos. Este proceso de formación de identidades grupales, seguido por la competencia y finalmente la cooperación hacia objetivos superordinados, mostró cómo las estructuras sociales y las relaciones intergrupales pueden ser manipuladas para promover la cooperación y la armonía social. Las conclusiones de Sherif apoyan la idea de que, a través de la competencia no violenta y la cooperación, como en los deportes de equipo, se pueden forjar vínculos de confianza y colaboración que trascienden las divisiones grupales iniciales, reflejando así los mecanismos subyacentes en el desarrollo de las sociedades modernas.
Aquí explico la diferencia entre la conformidad informativa y la conformidad normativa. En el post que escribí ayer sobre el paradigma de Asch no desarrollé la diferencia por no alargar el texto, así que allá va.
La conformidad se manifiesta a través de dos dimensiones distintas pero interrelacionadas: la conformidad informativa y la conformidad normativa. Ambos conceptos han sido ampliamente explorados y discutidos en la literatura sociológica y psicológica para entender los procesos que llevan a la adopción de actitudes, opiniones o comportamientos en contextos sociales.
Conformidad informativa
La conformidad informativa se refiere a la tendencia de las personas a aceptar la información proporcionada por otros como una guía para el comportamiento cuando se enfrentan a situaciones ambiguas o desconocidas. Este tipo de conformidad surge de la necesidad de obtener conocimientos precisos y tomar decisiones informadas en entornos en los que la información es limitada. Un estudio clásico que aborda la conformidad informativa es el experimento de Asch (1951), donde los participantes se ven influenciados por las respuestas erróneas del grupo cuando la tarea presenta cierta ambigüedad.
Un ejemplo contemporáneo de conformidad informativa puede observarse en la difusión de noticias falsas en redes sociales. Cuando los individuos se enfrentan a información nueva y desconocida, pueden sentir la necesidad de conformarse con la opinión mayoritaria del grupo sin cuestionar la veracidad de la información, contribuyendo así a la propagación de desinformación.
Conformidad normativa
La conformidad normativa se refiere a la adaptación de comportamientos y opiniones para ajustarse a las normas sociales y evitar el rechazo o la desaprobación del grupo. Este tipo de conformidad se manifiesta cuando las personas buscan la aprobación y el apoyo social, preocupándose más por ajustarse a las expectativas del grupo que por la precisión de la información. El famoso experimento de Milgram (1963) sobre la obediencia a la autoridad ilustra cómo la conformidad normativa puede llevar a individuos a realizar acciones moralmente cuestionables debido a la presión social.
Un ejemplo contemporáneo de conformidad normativa puede observarse en la adopción de comportamientos de moda o consumo influenciados por las tendencias culturales. La presión para vestirse, actuar o consumir de cierta manera puede conducir a la conformidad normativa, ya que las personas buscan la aceptación social y la pertenencia al grupo.
¿Para qué sirve comprender la diferencia?
Comprender la diferencia entre conformidad informativa y conformidad normativa es fundamental en diversos campos, ya que proporciona una visión más completa de los procesos sociales y psicológicos que influyen en el comportamiento humano. En términos de diseño de intervenciones sociales, la distinción permite enfocarse en la precisión de la información para influir en comportamientos o, alternativamente, abordar las normas sociales para lograr la aceptación y pertenencia.
En el ámbito del marketing y la publicidad, el conocimiento de la conformidad informativa puede ser crucial para destacar la calidad y utilidad de un producto, mientras que la comprensión de la conformidad normativa permite capitalizar las tendencias y normas sociales en campañas publicitarias. En liderazgo y gestión de equipos, se requiere una atención especial a cómo la información y las expectativas grupales afectan el comportamiento para liderar eficazmente y fomentar un ambiente de trabajo positivo.
Respecto al a educación y la comunicación, por otra parte, la distinción permite optimizar la enseñanza proporcionando información clara y precisa, al tiempo que aborda la conformidad normativa que puede afectar la dinámica en el aula. En la prevención de comportamientos perjudiciales, el conocimiento de la conformidad informativa ayuda a proporcionar información precisa sobre riesgos y consecuencias, mientras que la comprensión de la conformidad normativa es crucial para contrarrestar comportamientos negativos promovidos por normas sociales.
Para la investigación social y psicológica, la distinción entre conformidad informativa y conformidad normativa permite a los investigadores diseñar experimentos específicos para explorar cómo las personas buscan y utilizan información en diferentes situaciones, así como abordar la dinámica grupal y las influencias sociales para obtener una comprensión más completa de los fenómenos estudiados.
Interacción y dinámicas complejas
Es fundamental entender que la conformidad informativa y normativa no son compartimentos estancos: ambas dimensiones interactúan de manera compleja. Las personas pueden buscar información precisa (conformidad informativa) mientras también desean ser aceptadas socialmente (conformidad normativa). La interacción de estos dos procesos depende de factores contextuales, individuales y grupales.
Referencias
Asch, S. E. (1951). «Effects of group pressure upon the modification and distortion of judgments.» En: H. Guetzkow (Ed.), Groups, Leadership and Men: Research in Human Relations. Oxford, England: Carnegie Press.
Cialdini, R. B., & Goldstein, N. J. (2004). «Social influence: Compliance and conformity.» Annual Review of Psychology, 55, pp. 591-621.
RMilgram, S. (1963). «Behavioral study of obedience.» Journal of Abnormal and Social Psychology, 67(4), pp. 371-378.
Turner, J. C., Hogg, M. A., Oakes, P. J., Reicher, S. D., & Wetherell, M. S. (1987). Rediscovering the Social Group: A Self-Categorization Theory. Oxford: Basil Blackwell.
Se acerca el momento de dejar marchar a mis estudiantes de tercero de psicología. El tercer curso se centra siempre en la psicología social: la influencia social o cómo creamos nuestra identidad cuando interactuamos. También cómo nos definimos y cómo explicamos quiénes somos y qué influencia tienen aspectos como la cultura y la tradición en nuetro comportamiento. Les encantan Milgram y Zimbardo y la Teoría de la Identidad Social de Tajfel y Turner les flipa muchísimo. Y a mí también, para qué mentir. Uno de los puntos más importantes de todo el curso, y también uno de los primeros, es el que se refiere al paradigma de Asch.
El paradigma de Asch, desarrollado por el Solomon Asch, es fundamental en la comprensión de la influencia social y la conformidad en la psicología. Su estudio sobre la conformidad y sigue siendo una referencia clave en la comprensión de cómo las personas pueden verse afectadas por la presión grupal.
El experimento de la Conformidad de Asch
El estudio original, de 1951, se centró en cómo las personas responden a la presión social en una tarea muy sencilla: comparar líneas. El diseño del experimento implicaba que un participante real, sin conocimiento previo, se uniera a un grupo de cómplices que eran compinches del experimentador. Estos aliados (o «confederados») tenían instrucciones específicas para dar respuestas incorrectas en algunas ocasiones.
Durante la fase de comparación, cada participante dice en voz alta cuál de las tres líneas coincide con una línea de referencia, como en el ejemplo. Los confederados daban respuestas incorrectas en determinados ensayos, desafiando así la percepción evidente de la realidad. El quid del experimento radica en ver si el participante real acepta las respuestas del grupo o se mantiene fiel a su percepción.
Los resultados revelaron que, en un tercio de las situaciones, los participantes se conformaban con las respuestas incorrectas del grupo. Lo interesante es que esto ocurría aun cuando sabían que éstas eran erróneas. Este fenómeno de conformidad se volvía más pronunciado cuando la discrepancia entre la respuesta correcta y la respuesta del grupo aumentaba.
Implicaciones para la Psicología Social
El paradigma de Asch reveló la influencia que puede ejercer el grupo sobre las decisiones y percepciones y en cómo modificamos nuestra conducta para integrarnos. Incluso esto puede ocurrir sin cuestionarnos los aspectos éticos o los problemas futuros que nos pueda acarrear. Las implicaciones de estos hallazgos van más allá de la tarea específica del experimento. Las conclusiones de Asch nos han ayudado a comprender varios fenómenos y aspectos del funcionamiento de la psicología humana en sociedad:
En primer lugar, Asch distinguió entre dos tipos de presión. La presión normativa proviene del deseo de encajar socialmente y ser aceptado por el grupo. La presión informativa surge de la creencia de que el grupo posee información correcta. Estas formas de presión desempeñan un papel crucial en diversas situaciones sociales.
El estudio ha llevado a una mayor comprensión de cómo la conformidadse manifiesta en la vida cotidiana. Desde decisiones grupales hasta elecciones de consumo, la influencia social está omnipresente. La psicología social utiliza los principios de Asch para explorar cómo las personas se ajustan a las expectativas del grupo en diversas circunstancias.
También resalta la importancia social en la conformidad. Factores como la cohesión grupal, la unanimidad de la mayoría y la cultura pueden modular la intensidad de la influencia social. La psicología social contemporánea se basa en estos conceptos para entender cómo las dinámicas sociales afectan el comportamiento humano.
El paradigma de Asch ha influido en áreas prácticas, como la publicidad, la toma de decisiones en grupo y la resolución de conflictos. Comprender cómo la información y las normas sociales afectan las decisiones individuales es crucial para diseñar estrategias efectivas en diversos contextos.
Los estudios de este psicólogo transformaron nuestra comprensión sobre la conformidad y la influencia social. A medida que la investigación avanza, la relevancia de este estudio clásico persiste, ofreciendo informacio´n muy valiosa sobre el funcionamiento de la psique humana en contextos sociales. La obra de Asch sigue siendo importante para el estudio de la psicología social y es inevitable introducirlo en un programa de psicología básica. Mis estudiantes están encantados.
Si podéis, echadle un ojo al vídeo:
Referencias
Asch, S. E. (1951). «Effects of group pressure upon the modification and distortion of judgments». En H. Guetzkow (Ed.), Groups, leadership and men: Research in human relations (pp. 177–190). Pittsburgh, PA: Carnegie Press.
Aronson, E., Wilson, T. D., & Akert, R. M. (2013). Psicología social (8ª ed.). Pearson Educación.
Cialdini, R. B. (2007). Influencia: La psicología de la persuasión. Editorial Taurus.
Hogg, M. A., & Vaughan, G. M. (2018). Psicología social (8ª ed.). Cengage Learning.
Los estudios que voy mencionando se pueden encontrar aquí.