Cómo detectar la mierda (digital) que nos intentan colar cada día: «Contra la charlatanería»

white android tablet turned on displaying a graph

La circuncisión está asociada al autismo. El estreñimiento se asocia con la enfermedad de Parkinson. La tasa de matrimonios tiene vinculación con la de suicidios. Pero esto no quiere decir que la circuncisión cause autismo, ni que el estreñimiento sea el culpable de desarrollar la enfermedad de Parkinson, ni tampoco que el matrimonio sea causa de suicidio. Es parte de la naturaleza humana creer que cuando dos cosas están asociadas de alguna forma una causa de la otra. Al fin y al cabo, la evolución ha llevado al ser humano a percibir el mundo de esta forma y a buscar pautas que se repiten en nuestro entorno. Esta actitud nos ayuda a evitar el peligro, obtener alimento, establecer contactos sociales y a muchas otras cosas. Pero a menudo nos precipitamos a la hora de sacar conclusiones acerca de qué causa qué.

Carl T. Bergstrom y Jevin D. West, «Contra la charlatanería»

En serio: deberíais leer este libro ya mismo. Y no lo digo en plan «tu vida depende de ello», sino más bien en plan «si quieres dejar de ser el pringado que se come todo lo que le dicen por redes, este libro te va a salvar la vida (o al menos un par de discusiones familiares)».

¿Qué es el «bullshit» y por qué deberías preocuparte?

Lo primero que hacen Bergstrom y West, los autores de Contra la charlatanería, es ponerle nombre a la bestia: «bullshit», que no es más que toda esa mierda cognitiva que nos meten por los ojos cada vez que abrimos Twitter (perdón, X), Instagram o cualquier red social donde reina la desinformación y los cuñaos son los amos de la conversación. Son todos esos datos que te ponen juntos para que tú deduzcas que un hecho es la causa de otro. O como cuando procesan estadísticamente unos datos no representativos, como con lo de la circuncisión y el autismo.

Que sí, que ese estudio es real y sí, los números parecen sostener las conclusiones. Pero para empezar, se trata de datos recogidos con una muestra homogénea de individuos musulmanes, inmigrantes y, por tanto, empobrecidos. Ojo al dato. Como se realizó en Dinamarca, la muestra no es en absoluto representativa de la población. Segundo problema. Y si además no controlas las variables que hay detrás de esta muestra (por ejemplo, saber cuáles son las causas de la inmigración, si la evaluación se ha realizado en la lengua materna de la muestra o la diferencia en el tipo de crianza) y la muestra es demasiado homogénea (e. d., no contaron datos de niños daneses, circuncidados o no), las conclusiones no valen ni para limpiarse el culo. Tampoco hace falta ser Einstein para preguntarse si la mitad de la población masculina de Israel es autista. Y lo dejo ahí porque me enciendo.

Si tienes un poco de sentido crítico —y si estás leyendo esto, quiero creer que sí—, ya te habrás dado cuenta de que la información falsa cse propaga como el olor a pedo en un coche cerrado. Especialmente cuando viene cargada de argumentos racistas, machistas, clasistas o simplemente estúpidos. Así que sí, es urgente ponerse las pilas con el pensamiento crítico o acabarás defendiendo sin querer al imbécil del novio de tu amiga en una cena de antiguos alumnos. Y nadie quiere eso. Ni aguantar al gilipollas ese, ni ir a la cena de antiguos alumnos.

Cuando los gráficos mienten más que hablan

Un ejemplo: una de las cosas más útiles del libro es cómo te enseñan a detectar trampas visuales. Porque sí, si los números pueden estar manipulados, los gráficos también mienten. Y si has visto alguna vez Antena 3, lo sabes.

Vamos con un ejemplo mítico: el gráfico de barras del 20 de diciembre de 2015, en plena vorágine electoral. Con un eje truncado de forma escandalosa, lograron que una diferencia relativamente pequeña pareciera una victoria aplastante. Parecía que el de Ciudadanos iba a ser presidente del Gobierno. Spoiler: no lo fue. Y no porque no le pusieran ganas, sino porque el gráfico era un burdo intento de manipulación.

La moraleja es doble: revisa siempre los ejes y escalas de los gráficos que te plantan delante. Las formas sí importan. Y lo segundo, ya que estamos, los informativos de Antena 3 son liberales en lo económico y gilipollas en lo social. Como todo lo que se autodenomina «de centro» y luego te mete miedo con la inmigración en prime time.

    ¿Por qué deberías leer «Contra la charlatanería»?

    Te lo resumo: Te enseña a identificar y combatir la desinformación en la era digital, ayudándote a no caer en manipulaciones, bulos ni titulares tramposos. Y, por el mismo precio, mejorarás tu pensamiento crítico y ganarás herramientas prácticas para analizar la info que te llega cada día, tomar mejores decisiones y dejar de parecer un papagayo con WiFi.

    Este libro no es solo para frikis de la ciencia o para periodistas. Es para cualquiera que esté harto de tragar con todo lo que le dicen por pantalla, sea la del televisor o la de tu móvil. No es una vacuna contra la estupidez mediática, pero si lo fuera, iría tocando ponérsela. Así que nada, lo dicho: léetelo, recomiéndaselo a tu cuñado, si es que lee, y empieza a mirar los gráficos, cuestiona los datos y pon cara de «a mí no me la cuelas, imbécil».

    Lee más sobre: |