Cuando uno está enfermo, todo el mundo parece saber exactamente lo que debes hacer. Es como si tu salud fuera un tema de dominio público y todos tuvieran la receta mágica para solucionarlo. Lo saben todo y no dudan en compartir su opinión de mierda, aunque nadie se la haya pedido.
Lo peor es que, si les dices algo, de inmediato pasas a ser un borde que no sabe aceptar ayuda, el arrogante que no sabe aceptar un consejo y el soberbio que siempre piensa que lo hace todo bien. Si me quedo en silencio termino enredado en un mar de consejos no solicitados, como si de repente fuera incapaz de pensar por mí mismo, como si fuera estúpido.
¿Por qué la gente no puede callarse? Si no he pedido tu opinión de mierda, ¿por qué insistes en dármela? Solo quiero silencio, porque mi vida no es mi enfermedad. De verdad que no lo es.