Anoche vi un documental en la Sexta sobre lo que sucedió entre el 11 de marzo de 2004, justo después de los atentados de Madrid, y el 14, el día de las elecciones. Vi imágenes que no recordaba –como las declaraciones de Acebes y Aznar– y otras que, simplemente, desconocía que existieran –las manifestaciones a las cinco de la madrugada del 14 frente a la sede del PP–: sí sabía que había habido manifestaciones, como aquí en Valencia, pero no que hubiera asistido tantísima gente, ni que la policía hubiera ordenado que desalojaran las aceras cuando todavía no se había concentrado la masa. En Valencia, una mujer se asomó a la ventana de las oficinas del PP en la Plaza del Ayuntamiento el 13 de marzo –serían las diez de la noche–, sonrió y levantó el dedo corazón de la mano derecha a los que protestaban. Tampoco recordaba y me espantó ver un fragmento de la película que se emitió por TVE la noche del 13 de marzo, sobre un atentado de ETA. No recordaba la cara de Acebes cuando informó de que habían detenido a unos individuos que, evidentemente, no pertenecían a ETA.
Llevamos ocho manifestaciones convocadas por colectivos afines al PP desde el uno de enero de 2007. En la del sábado se protestaba por el tratamiento que se ha dado al etarra. Repite una mentira hasta que se convierta en verdad, decían en el NSDAP. Mientras, nosecuantísimos miembros de las juventudes del PP vigilan atentamente a los manifestantes para que no apareciera ningún aguilucho sobre la bandera española. Ni rastro de la grande y libre.
Si fuera votante de este partido, me gustaría saber qué piensan de los precios de las naranjas, cómo se pueden mejorar los transportes entre Valencia y Madrid, qué medidas adoptarían contra la violencia de género o cómo abordarían el déficit de la Seguridad Social. Ni una palabra. Miento. España se deshace.
Dentro de poco hay elecciones. Acebes sigue como dirigente del PP, igual que Zaplana y Rajoy. Sabiendo lo que sabemos hoy día sobre el 11M, ¿alguien se atreve a confiar en ellos?
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