El cine español es mediocre, según muchos paisanos

Mas de la mitad de los españoles piensa que el cine de nuestro país es mediocre, según EL PAÍS.

Según este estudio, el cine que más gusta al 66% de los españoles es el estadounidense, y la razón principal por la que el cine español no gusta es su temática, con un 43%, mientras que el 30% aduce otras razones.
A pesar de que el 56% de los encuestados afirma que acepta «de buen grado» ver cine español, un 47% considera que es un cine «para minorías» y sólo el 26% cita títulos españoles entre las últimas diez películas vistas.
Los resultados recogidos por Sigma Dos apuntan también que son los jóvenes entre 18 y 29 años con estudios medios o superiores e ingresos altos los que más acuden al cine y quienes, además, muestran una mayor preferencia por el cine norteamericano, mientras que los de menor grado de formación y poder adquisitivo se inclinan por el español.


Siempre me ha parecido que hay mucho de prejuicio en esta visión, como si el cine español sólo fueran las películas del destape y las de Paco Martínez Soria. Que ha habido y hay buenas películas españolas, eso lo tengo claro. Que se sepan promocionar, eso lo tengo menos claro. Cuando veo anuncios en la televisión observo algo que me pone del hígado. Las películas americanas anuncian sensaciones –imágenes impactantes, chascarrillos de consumo rápido y demás–, las españolas, conceptos y valores abstractos –«una reflexión sobre…», «la obra maestra de…», «una impresionante visión de…»–, lo que a las mayorías puede tirar para atrás, a mí incluido.
Según el estudio de Sigma Dos, a la mayoría les molesta la temática. Claro que esta afirmación, vista así, a palo seco, me produce risa: los españoles prefieren ver películas sobre los valores implícitos en la bandera americana, el profundísimo tema de pillarse la minga con la cremallera y los diferentes métodos para capturar a un independentista checheno puñetero que la situación de las inmigrantes que se prostituyen, la eutanasia y demás. A cada uno que le interese lo que le salga del arco de Trajano, pero lo de la temática me parece una memez del tamaño del Bernabéu. Los temas, en el fondo, vienen a ser los mismos en cualquier película, no salimos de sota, saballo y rey. La diferencia es el tratamiento, que puede ser superficial, puede ser una crítica a un comportamiento o una alabanza al mismo, pero el repertorio no deja de ser una lista muy corta. Claro que cuando más facilonas sean las conclusiones, más acusada es la tendencia a que a la gente le encandile, pero es una cuestión que me preocupa poco, teniendo en cuenta la natural tendencia al vaguerío del personal.
También me sorprende la diferencia de nivel de estudios entre los que ven cine estadounidense y los que ven cine español por aquello de que el nacional tiene cierto punto cultureta progre que no tiene en norteamericano. No es lo mismo decir que te gusta «Piratas del Caribe» que «Mar adentro», claro que también podríamos poner como ejemplos «Little Miss Sunshine» y «Torrente». Ya me extraña que los cultos cultísimos vean antes cine norteamericano que español, pero bueno, los datos son los datos y no soy quien para poner en duda las respuestas de la encuesta, pero creo que el cine español es más difícil, con mucha diferencia que el estadounidense. Y claro que excepciones haberlas, haylas.
Otra cuestión importante es el público. Los hay que dicen que los españoles vamos al cine únicamente para entretenernos, no sé si es verdad, pero decirse, se dice. Ahí es donde topamos con el concepto que tiene la mayoría sobre el entretenimiento, que creo que no hay que confundir con el atontamiento. Habrá gente a la que le entretenga la última película de soldados de Hollywood, pero también los habrá que busquen algo que no les haga saltar de la butaca del cine pero sí les dé que pensar, les deje reconcomidos o sumidos en el pesimismo existencial. Lamentablemente parece que la mayoría de espectadores considera que entretenerse es apagar el cerebro y empaparse de nefastos valores americanos sobre la familia y la nación, pongamos. Y conste que, en ocasiones, yo también busco desconectar y ver una película en la que me lo den todo mascadito, sí, pero no siempre. Priva el mundo feliz del tomate, el cine y la literatura de consumo rápido y los tópicos sobre los problemas gordos de las personas.
En los comentarios a la noticia he leído algunos que estaban completamente de acuerdo con que el cine español era malo de remate y, de paso, protestaban por las subvenciones al cine, y cambio de tema. La premisa es: si el negocio de un autónomo se va a la quiebra, allá que pierden hasta las bragas. Si es cine, sin embargo, el Estado les da una cantidad equis de dinero para que sigan adelante. Visto así es una injusticia. ¿Por qué la tienda de coladores de la esquina no recibe ni un duro? ¡Con lo castizo que es! También es cierto que el cine es una forma de promocionar el país en cuestión, igual que, en cierta forma, la literatura, y es mejor publicidad que todas las campañas del mundo. Y aprovecho la coyuntura para despotricar de los anuncios de Andalucía es bella, ¡Qué bien se vive en Valencia! y demás cutreces de la televisión, porque anda que no son malos, que algunos parecen iguales que los que te ponen en el cine, habitualmente de muebles, pero también de urbanizaciones y promociones inmobiliarias varias. A lo que iba. Si los europeos van a ver películas españolas y les gustan habrá, probablemente, mayor demanda de vacaciones en nuestras ciudades, cursos de español –recordemos que la venta de libros de texto también es un negocio, que se lo digan a la Oxford University Press–, discos de autores españoles y demás, lo que activa mucho más nuestra economía que la tienda de coladores. No sé cuáles serán las consecuencias concretas y la capacidad de influir en el espectador extranjero, admito que no sé .
A mí me gustan muchas películas estadounidenses y también muchas españolas, pero si tuviera que quedarme con unas u otras, prefiero las nacionales, en primer lugar porque me suelen sorprender más –por ejemplo Aúpa Etxebeste, rara donde las haya–, me parecen más inteligentes –hay excepciones– y mucho más cercanas a mí que las de Hollywood, porque ya ves tú qué tendrá que ver un famosísimo, riquísimo y ligonsísimo abogado de cuestiones familiares con el que suscribe o Jack Sparrow, o muchos otros.

Comentarios

  1. Sonia

    Pues depende de mi estado de ánimo. Lo mio es la comedia romántica, porque mas cursi, empalagosa y romanticona no puedo ser. Importantisimo que la peli termine bien, porque si no, salgo del cine de un ploff que no aguanto.
    En cuanto al cine español reconozco que va mejorando, pero no soy gran seguidora.

  2. Juanra

    Muchas encuestas se basan en una selección de temas y preguntas con una intención subyacente basada en prejuicios. Si pensamos friamente, asociar la calidad del cine con la nación que lo produce no es un criterio estético. Cuando un alto porcentaje de encuestados se decanta por el cine estadounidense se evidencia el prejuicio de asociar unos valores, temas y connotaciones al cine producido en este país en contraposición (casi como si fueran antagónicos) al que se hace por este lado del charco. Se habla de la diversa cinematografía de un país (la más importante del mundo, con permiso de la producida en la India) como un todo: no se habla de «un» cine estadounidense, sino de «el» cine estadounidense. Hablamos del «cine estadounidense» en oposición al «español» y, a veces, el «europeo» y el «asiático» (pensemos en las diferencias entre el cine coreano, el iraní y el de la emergente factoría «bollywood», por ejemplo). En un mundo tan globalizado no tiene mucho sentido poner banderas nacionales a un arte tan extendido y masivo como el cine, aunque no pretendo negar la idiosincrasia de cada nación o industria cinematográfica.
    Pienso que tendría más sentido hablar de cuáles son los géneros cinematográficos preferidos y el tipo de producción predominante (superproducciones, producciones de serie «b», cine «independiente», subvencionado, elitista, orientado a la TV, autoproducido, etc.) en las industrias cinematográficas de cada país. Seríamos más rigurosos si juzgáramos la calidad del cine con criterios estéticos (o incluso mercantiles) y no con una simple suma de prejuicios nacionalistas extraidos de encuestas.
    En definitiva, no se trata de elegir entre el cine estadounidense o el español, sino entre el buen o el mal cine, o mejor, entre una buena actualización de un género u otro topicazo más.

  3. Sería bueno que se atienda esta cuestión sobre todo para que haya un diálogo entre artista y espectador en el que ambos escuchen propuestas y reclamos y así mejorar la calidad del cine que se produce. Muy buen blog y saludos!

  4. Sí, está claro que cualquier generalización es inexacta, en eso estoy de acuerdo. Pero en una ciudad como Valencia –no quiero ni hablar de otras más pequeñas, porque la situación estará peor todavía–, hay dos clases de cines: los que muestran superproducciones estadounidenses, que suelen ser de pésima calidad y van acompañadas de un gran aparato de márquetin, y los que proyectan películas españolas y europeas, que con frecuencia son mejores –las que yo he visto– y que suelen tener presupuestos mucho más bajos. A día de hoy, lamentablemente, es lo único a lo que se tiene acceso en esta ciudad. Así que sí me parece pertinente esa clasificación. Obviamente, cine europeo, estadounidense, japonés y español hay de muchas clases diferentes, pero el espectador, por desgracia, identifica necesariamente esas dos clases: el americano y el resto. Respecto a las banderas y el cine, no es necesario en teoría, pero mi experiencia me sigue indicando lo contrario. Las leyes de la oferta y la demanda obligan a que el cine argentino que se proyecta en mi ciudad es, en un 90%, comedia, por lo que aplico la etiqueta «comedia argentina» y no «comedia inglesa» o «comedia francesa», y conste que estas etiquetas suelen resultarme útiles a la hora de decidir a qué cine voy. Ya dije en un comentario que la globalización no es el monstruo de las galletas y ni es omnipresente ni omnipotente –a pesar de que nos estén intentando vender la idea contraria que, paradójicamente, sí está globalizada y ya se ha convertido en un comodín–, ya que si fuera así implicaría poder ver en nuestros cines superproducciones armenias y cine independiente mexicano, lo que no ocurre. Ojalá fuera de otra manera.

  5. PaciPacin

    Aqui tenemos, bendita ironía, un claro ejemplo de porque el cine español no conecta con el público. Es curioso que en tu intento de defender de la industria cinematográfica nacional caigas en uno de sus peores pecados: la autocomplacencia, el sentirse mejor que los demás. Si, ese aire de superioridad que rodea a directores, actores y buena parte de la crítica de este circo. Incluso llega a contagiar a consumidores del mismo, quienes miran por encima del hombro porque ellos prefieren ir a ver el último bodrio de Bigas Luna (por poner un ejemplo) que cine americano. Ahi solo hay efectos especiales y exaltación de los valores nacionales e imperialistas. Son más cultos por ello y, si me apuras, mejores personas. Parafraseando al particular profesor Moriarty de Miyazaki, «ja, je, ji, jo, ju».
    No es la temática lo que hastía a los espectadores, sino el tratamiento de la misma. No es escándalo o reflexión la reacción del público, sino sopor y vergüenza ajena. Tu mismo hablas de Pequeña Miss Sunshine; ahi esta la clave. Si buscas realizaciones que contengan algo más, que provoquen algo en la audiencia, que sugieran o traten temas controvertidos, el cine estadounidense tiene ejemplos tan superiores a la media del español que sencillamente, no hay color. La ventaja de lo nacional es, en teoría, que puede centrarse en temas que nos son más cercanos, en retratar nuestra sociedad, en hacer una denuncia social. Pero incluso ahi ierran la diana. Describen una sociedad que no existe, con personajes planos y mal desarrollados que no son sino caricaturas quevedianas.
    En su inane intento por escandalizar a la audiencia los directores nos bombardean con prostitutas, yonquis, transexuales, hombres simplones y agresivos y mujeres que entienden la independencia por una trasnochada liberación sexual que tuvo lugar hace demasiado tiempo para llamar la atención. Agonías, angustias vitales, pobreza extrema: ¿Es este el retrato de nuestra sociedad? afortunadamente no. Todos sabemos que esto existe en minoría y esta en la calle, pero no necesitamos cincuenta peliculas al año recordándonoslo. Con una bastaba, gracias. Ademas ¿es necesario regar la película con escenas de contenido erótico? Sin venir a cuento, sin aportar nada a la narración. Cada vez que veo algo asi, me acuerdo de las películas de posguerra que has mencionado. Al menos esas eran puras en su concepción. Esto es lo que hay, esto es lo que ves. Sin disfraces progresistas o intelectualismo pretencioso.
    No quiero decir que todo el cine nacional sea malo. Dios me libre. Aqui se han hecho verdaderas obras de arte y hay directores con un indiscutible talento narrativo (cada vez menos lamentablemente, muchos de ellos tienen que emigrar para poder avanzar y desarollarse como artistas). Eso es lo que nos molesta a los españoles, que se hace buen cine, pero en una proporcion de mil a uno. No se pueden retirar todas las subvenciones pero tampoco se puede dar una bolsa de dinero al primer abrazafarolas con gafas de pasta y amigo de los Bardem que quiera contar una lastimera historia del cancer de una madre soltera en la periferia de madrid.
    Ni aqui puede ser todo «Mar Adentro» ni en EEUU es todo «Pearl Harbour». Mirar con ojo crítico nuestra industria es necesario para mejorarla. Y mientras los implicados se puedan permitir insultar y menospreciar la inteligencia de los consumidores de cine de manera impune, esto no va a suceder.
    Por cierto, no he hablado de las diferencias de presupuesto entre el cine norteamericano y el español, porque considero que eso no es una excusa válida. Volver la cabeza hacia lo que se esta haciendo en paises de Sudamerica o Europa del Este con menos dinero debería sonrojar al menos a nuestros «maestros».

  6. PaciPacin, gracias por tu aportación, pero te resumo los puntos principales de lo que yo he dicho más arriba:

    1. Los resultados de la encuesta me parecen más que sorprendentes.

    2. Ni todas las películas estadounidenses son com Pearl Harbour –lo que tú has dicho después– ni todas las españolas como Torrente.

    3. El cine español me parece, en general, más difícil que el estadounidense –que yo sepa,»difícil» no significa «interesante»–.

    4. Las películas españolas me suelen sorprender más y, por lo tanto, me gustan más.

    5. Hablo según la oferta de estrenos que yo tengo en mi ciudad.

    En ningún momento pretendo argumentar que el cine español sea mejor, en absoluto.

    Respecto a la autocomplacencia, palabra de moda donde las haya, no entiendo qué quieres decir, sinceramente.

  7. PaciPacin

    De http://buscon.rae.es/
    autocomplaciente.
    1. adj. Satisfecho, indulgente y poco crítico consigo mismo.
    Creo que la definición se corresponde con acierto a la actitud general de la industria. Imputar las malas ventas de un producto enteramente al consumidorm en lugar de asumir la propia responsabilidad, es el resultado de una actitud autocomplaciente.
    Solo añadir que comprendo tu opinión. Lo que me duele es ver la reacción altiva de una industria ante unos nefastos resultados, solo comprensible en el contexto de las subvenciones.

  8. Confieso que no tengo ni idea de las quisicosas del cine, únicamente puedo hablar de lo que me gusta y de lo que no. Tampoco sé exactamente qué cantidad del presupuesto viene de las subvenciones, de hecho, si alguien sabe cuáles son las cifras aprox, agradecería ayuda al respecto. A priori, a falta de medios, mayor es –o debería ser– el ingenio con el que se crean las cosas. En el caso del cine entiendo que si no se dispone de la cantidad de dinero que la productora X pone a disposición de Y –estadounidenses ambos– esto debe compensarse con el ingenio a la hora de redactar un guión, por ejemplo. Y ya no sé por qué estoy diciendo esto, se me ha ido el santo a su ecosistema.
    No sé si es porque soy selectivo con lo que veo –excepto si lleva la etiqueta de «ci-fi», en cuyo caso me lo trago todo, hasta el bodrio más infumable, puedes verlo en las películas que nombro aquí, pero eso es una perversión personal que me permito– o si voy mejor predispuesto cuando voy a ver una película española al cine. La verdad es que, por estadística, me gustan más. Sin embargo, tengo que reconocer que muchas veces, cuando emiten una película española en la televisión, una que yo no he elegido, suelo cambiar de canal tras diez minutos porque me resulta tan irreal y poco creíble –no sé si por las voces, si por el argumento o por las imágenes, no sé decirte– y me concentro tan poco en lo que me están contando que acabo viendo el CSI, y eso que me sé la escaleta de los capítulos de memoria, aún sin haberlos visto. Sé que los resultados de taquilla son malos, pero cuando veo lo que ganan las superproducciones españolas, o mejor dicho las que tienen una promoción digna de Algo pasa con Mary –por ejemplo Torrente o cualquier película de Almodóvar–, así, a bote pronto, llego a pensar que no se trata ni más ni menos que de un problema de mala promoción.
    Mi conclusión, e insisto que desconociendo ampliamente el tema, es que la promoción redunda en una proporción muy grande en el número final de espectadores.
    Me he ido del tema… pero estupendamente, vamos.

  9. asdf

    el fondo es el tipico mensage de siempre solo los listo ven cine español, es curiso que cuanto mas cultura, mas cine americano .
    desde luego cuando aqui se hace una buena pelicula como torrente, donde hay cantidades de matices esperpenticos, como dijo berlanga, y otra gente que de verdad sabia de cine, pasamo de ella,
    pero aqui se alaba al tipico dramon mil veces visto,cansino y y acomodado.
    pero vamos sigamos asi, la gente ya esta hasta los huevos del mediocre cine español, estos cantamañanas algun dia dejaran de recibir subvenciones

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