Ayer me escribe un pavo por Instagram, que hola, que qué tal, que de dónde soy. Hasta ahí todo raro, pero nada del otro jueves. Instagrindr.
A la 1.30 de la madrugada me suena el teléfono. Me despierto y lo cojo porque a esas horas uno se espera lo peor. Oigo que cuelgan. Miro a ver quién es. Era el pavo.
Le escribo preguntándole que qué ha pasado y que por qué me había llamado. Yo estaba más cabreado que una mona. Me dice que se había equivocado, que le perdonara, que estaba muy avergonzado. Le digo que no pasa nada. Él añade: «pero si quieres, te llamo». Me quedo estupefacto pero no respondo.
Apago la luz. Me doy la vuelta. Intento dormir y a los diez minutos vuelve a sonar el teléfono. El mismo tío. Obviamente, lo bloqueé.
La gente tiene formas muy raras de ligar.
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