Irene Montero y la pederastia

Más allá de a quién votes y cuál sea tu postura política, poner en circulación este tipo de bulos es un intento de manipularnos y asume, quizá con razón, que no somos capaces de tener nuestra propias opiniones. Los bulos hacen eso: pensar que todo el mundo es tonto.

Las declaraciones de Irene Montero sobre la educación sexual se están tergiversando con un descaro inaudito para sacar beneficio político. La ministra no está haciendo una apología de la pederastia, no dice que los niños y las niñas deban tener sexo, sino que que la gente joven debe saber cómo ha de afrontar las relaciones sexuales con más información de la que teníamos en su día, que era más bien poca. Y añade que estos recursos debe proporcionarlos las instituciones públicas de educación. Ni más, ni menos. Pero crear una narrativa sobre la supuesta apología le viene muy bien a la caverna para, una vez más, echar mierda sobre políticas de izquierdas, mientras calla sobre los casos de pederastia de la Iglesia, por ejemplo, o sobre el hecho de que la educación sexual en nuestro país está en manos del porno.

Pero no sólo son los medios los que contribuyen a crear estos bulos. Por supuesto que me preocupa que el periodismo de este país esté polarizado y que difunda mentiras con esta impunidad. Pero me inquieta más aún que personas influyentes del ámbito académico y literario (ejem) tomen parte activa para sacar beneficio político e crear el rechazo social hacia leyes como la ➞ley trans que, por cierto, todavía no ha entrado en vigor. Se da por supuesto, o al menos yo lo hago, que son (o deberían) no estar a merced de estas manipulaciones y que, en cualquier caso, buscan y divulgan la verdad; para eso están en las instituciones académicas. ¿Que la verdad es un concepto problemático? En muchas ocasiones es así. Pero ojo: no siempre. Que una persona haya afirmado algo o no está sujeto al principio de falsabilidad: puede y debe comprobarse que lo que se dice, efectivamente, ha salido de la boca de la ministra.

Forma parte de los procesos de funcionamiento de la democracia que haya grupos que se opongan a una iniciativa legislativa y hagan lo posible, dentro del marco de estos mecanismos, para pararla. Están en todo su derecho. Pero la mentira y los bulos van más allá de lo que, en mi opinión, debería ser la discusión abierta y sensata sobre cualquier asunto relevante para la ciudadanía. Hacer, voluntariamente, que estas mentiras circulen, pone en peligro nuestras libertades y nuestros derechos. Punto.