Una de las grandes victorias del sionismo es la narrativa que equipara criticar las acciones bélicas del estado de Israel con ser antisemita. En otras palabras, que la idea de que lo que está haciendo este país con los palestinos está totalmente justificado por la opresión que, durante milenios, han sufrido las poblaciones judías. En el momento en que nos preguntamos si podemos ser antisemitas por criticar a Israel, estamos muy cerca de justificar el genocidio contra los palestinos.
El sionismo es una ideología y un movimiento político nacionalista que busca el establecimiento de un estado judío en Palestina. Surgió en Europa a finales del siglo XIX y logró su meta con la fundación del Estado de Israel en 1948, aunque aprovechando que el Jordán pasa por allí, han visto un filón convenciendo a medio planeta de que tienen todo el derecho del mundo a defenderse matando a inocentes por los atentados de Hamás. No todos los judíos son sionistas ni justifican que su libertad dependa de la ocupación de Palestina, ni la creación del sistema de apartheid que mantiene a cinco millones y medio de personas encerradas, controladas y maltratadas. Por tanto, identificar el sionismo con lo judío es un error importante.
Israel no es el judaísmo, ni los judíos son Israel. No eres un antisemita por ser una persona con un mínimo de humanidad que piensa que matar a 30.000 personas y desplazar a dos millones alcanza unos niveles de brutalidad que no encaja con la idea de un país moderno, civilizado y democrático.