La epistemología y la teoría de Sapir–Whorf

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No sé si he contado por aquí que llevo dos años dando clase de epistemología. Hoy he vuelto a abordar la teoría Sapir-Whorf1. Esta teoría, propuesta por los antropólogos Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf, plantea la idea de que el lenguaje que utilizamos puede influir en la forma en que percibimos y comprendemos el mundo.

En esencia, dice que la lengua no solo refleja nuestros pensamientos, sino que también modula la manera en que pensamos y cómo entendemos la realidad. Este concepto tiene implicaciones significativas para la epistemología, ya que nos obliga a pensar en qué medida las estructuras lingüísticas pueden afectar la construcción del conocimiento y si lo que observamos es el resultado de nuestra percepción o de nuestra percepción mediada por la lengua que hablamos. ¿Comprenderíamos lo mismo si habláramos otra lengua? ¿Veríamos que el semáforo es azul en vez de verde si habláramos japonés?

Para los estudiantes de epistemología, comprender Sapir-Whorf es esencial, ya que les obliga a cuestionarse si nuestras palabras y categorías lingüísticas influyen en nuestra comprensión de conceptos filosóficos clave, de lo que sabemos y cómo lo sabemos. La relevancia de esta teoría radica en recordarnos que no somos simplemente observadores neutrales del mundo, por mucho que nos empeñemos en ser la hostia de objetivos y «científicos», sino participantes activos que dan forma al significado a través del lenguaje.

Precisamente incluyo esta teoría en el programa porque creo que ayuda a mis estudiantes a pensar sobre si el conocimiento que ellos dan por spuesto y que parecen valorar por encima de todo, a. s., el científico2, no es más que una construcción generada por el manejo de la lengua que hablamos. Obviamente, no es así, porque si no, los bebés no podrían obtener ningún tipo de conocimiento sobre el mundo.

Aunque las premisas fundamentales de Sapir-Whorf han sido fundamentales para comprender la relación entre lenguaje y pensamiento, en la actualidad se considera en gran medida superada. Si bien el lenguaje influye en nuestra percepción, no determina de manera rígida nuestras capacidades cognitivas. Las neurociencias y la psicología cognitiva han aportado evidencia adicional, sugiriendo que múltiples factores, además del lenguaje, contribuyen a la formación de nuestras ideas y conocimientos. A pesar todo, sigue siendo una perspectiva valiosa para comprender las complejidades de la relación entre lenguaje y cognición en el ámbito de la epistemología.

Tengo una amiga que es como la Niña de la Curva de Sapir-Whorf. Parece una persona normal y de pronto te la encuentras, pálida y vestida de comunión y va y te suelta «en ese nominalismo me maté yo.» A pesar de los pesares, hablar de Sapir-Whorf en clase me súper encanta y les insisto en que tienen que saberse esta movida de pe a pa. Mi amiga, además, es un encanto y un buen partido. ¡Ah!, y está soltera.

Notas

  1. A todo eso, no sé si en español se dice «la teoría de Sapir-Whorf» o «la teoría Sapir-Whorf». Yo digo lo segundo, pero ya he perdido la perspectiva. ↩︎
  2. Lo que me mata es que entiendan que el conocimiento «científico» es el súmmum. Para empezar, no comprenden tal conocimiento es el que se obtiene a través del método científico, sino que piensan que se reduce a sota, caballo y rey, o sea: física, química y biología, por este orden. ↩︎

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