La influencia de la competencia intergrupal

baseball player in white and blue jersey shirt and white pants holding baseball bat during daytime
In the social sphere, the development of team sports and sports leagues placed nonviolent intergroup competition at the center of people's leisure time, where it often became part of their personal identity. Participation in team sports became central to raising children (well, ate least boys). After deflation Napoleon at Waterloo, the Duke of Wellington explained that the "battle was won on the playing fields of Eton," by which he meant that the character of British officers was honed on the anvil of sport. Interestingly, cricket, rugby, hockey, soccer, American football, and baseball, all trace their roots back to preindustrial England. The latter two American sports derive, respectively, from rugby and English folk games, including the children's game of rounders and stool ball. Of course, today, Matsigenka enjoy soccer, Fijians rugby, Japanese baseball, and Indian cricket. 

My point is that our modern institutional frameworks incorporate various forms of intergroup competition that drive up people's inclinations to trust and cooperate with strangers and may influence other aspects of our psychology. People learn to work in ad hoc teams, even if those teams are composed of a bunch of strangers. The engine of intergroup competition pushes against the within-group forces of cultural evolution, which often favour self-interest, zero-sum thinking, collusion, and nepotism. Our WEIRD institutional frameworks began developing during the High Middle Ages, as people who were increasingly individualistic, independent, nonconformist and analytic starters to compete. In the long run, competition among territorial states favoured those that developed ways to harness and embed the psychological and economic effects of nonviolent intergroup competition. Of course, no one designed this system, and few even realise how it shapes our psychology or why it often works. 

Henrich (2020), p. 359.

El psicólogo social Muzafer Sherif también exploró los efectos de la competencia intergrupal en su famoso experimento de la cueva de los ladrones. Sherif demostró cómo la competencia por recursos limitados puede aumentar el conflicto y la hostilidad entre grupos, pero también cómo la cooperación hacia objetivos comunes puede reducir la animosidad y fomentar la colaboración. Este experimento subraya la importancia de los deportes y otras formas de competencia no violenta en la promoción de la cooperación y la confianza entre diferentes grupos, ya que proporcionan un medio estructurado y seguro para que los individuos experimenten la interdependencia y la cohesión social. Así, tanto en los campos de juego de Eton como en los experimentos de Sherif, vemos reflejados los mismos principios fundamentales que configuran nuestra psicología y nuestras sociedades modernas.

El experimento de la cueva de los ladrones de Muzafer Sherif, llevado a cabo en 1954, fue un estudio pionero en la comprensión de la dinámica intergrupal. En este experimento, Sherif y sus colegas observaron a dos grupos de niños en un campamento de verano, inicialmente manteniéndolos separados para que desarrollaran identidades grupales fuertes. Posteriormente, introdujeron situaciones de competencia entre los grupos, lo que resultó en un aumento significativo de la hostilidad y el conflicto. Sin embargo, al enfrentarse a problemas que requerían cooperación mutua para ser resueltos, como la escasez de agua y la necesidad de reparar un camión varado, los grupos comenzaron a colaborar, reduciendo la tensión y fomentando actitudes positivas entre ellos. Este proceso de formación de identidades grupales, seguido por la competencia y finalmente la cooperación hacia objetivos superordinados, mostró cómo las estructuras sociales y las relaciones intergrupales pueden ser manipuladas para promover la cooperación y la armonía social. Las conclusiones de Sherif apoyan la idea de que, a través de la competencia no violenta y la cooperación, como en los deportes de equipo, se pueden forjar vínculos de confianza y colaboración que trascienden las divisiones grupales iniciales, reflejando así los mecanismos subyacentes en el desarrollo de las sociedades modernas.