El otro día vi un anuncio de Movistar en la televisión -Telecinco, justo antes de CSI-. Era una especie de documental -no sé cómo llamarlo- donde hablaban de las ventajas que tenía para las mujeres autónomas un determinado plan de precios. Viendo las imágenes parecía que lo que estaban anunciando era un plan específico para ellas, ya que les permitía «concordar la vida familiar con la vida laboral», claro, porque los hombres no pueden hacerlo, evidentemente, y menos los autónomos, ¿no? En ningún momento del spot dijeron cuáles eran las medidas específicas que habían puesto en marcha para conciliar la vida familiar con la laboral, claro que quizá, si eres mujer y contratas ese plan de precios, Movistar te manda a casa un tipo que lleva las blusas a la tintorería, te corta las puntas, te pone los garbanzos a remojo y prepara el biberón del bebé, ¡ah!, y te trae a casa todos los catálogos de chucherías femeninas -el Cosmopolitan, por ejemplo- para que puedas echarle un ojo mientras estás respondiendo a los últimos correos electrónicos que te manda tu contacto en Shanghai, mientras estás consultando la cotización del dólar canadiense y mientras lees el último estudio sobre el impacto económico de la bajada de los precios del caucho brasileño en el sector de la hostelería, siendo que el maromo está currando en el taxi, que bastante tiene, el pobre. De esa manera, cumples con el jefe, con la familia y te realizas como mujer.
El anuncio, de unos tres minutos o más, terminaba con la pregunta de la actriz que hacía de mujer empresaria -que había recibido una llamada de un proveedor y otra de su pareja en la ella que se conformaba con ir a recoger ella a los niños al cole, no él-:
¿Hace falta ser mujer para contratar este plan de precios?
La respuesta, obvio, era «no«.
¿Tú también lo viste? ¿Te pareció tan ridículo e indignante como a mí?
Sin que sirva de precedente y para ver si funciona, aquí unos cuantos anuncios de 1980. Algunas cosas cambian, otras no. Atención al último. ¡Tarda en cargarse!
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