Para mí, no hay nada peor que sentirse inseguro con las cosas, sobre todo con lo que puedes o no puedes hacer, con cómo te están viendo los demás y si las decisiones que tienes que vas a tomar son las correctas o no. Lo que viene siendo la vida, vaya. Pero eso le va mal a un cerebro como el mío, con niveles bajos de dopamina.
La dopamina (DA) es un neurotransmisor maravilloso y si te falta, date por jodido. En primer lugar, está involucrada en la regulación de la recompensa y la motivación. Cuando una persona debe tomar una decisión, la DA influye en cómo se evalúan las opciones disponibles (Schulz, 2007). También se libera en respuesta a recompensas y señales de recompensa anticipada. Este proceso puede fortalecer la asociación entre una acción y una recompensa, lo que afecta las decisiones futuras (Berridge y Robinson, 1998). Además, juega un papel importante en la asunción de riesgos y, por lo tanto, en la toma de decisiones (Cools y D’Esposito, 2011).
Así que sí, que te falte DA te hace ser más indeciso y que las situaciones de incertidumbre te generen más dificultades. La probabilidad de que esas sitauciones se conviertan en ansiógenas aumentan exponencialmente en la medida en que te falte DA.
Qué malo es tener niveles bajos y cuánto tiempo pierdo pensando en los 45.000 posibles futuros de cada acción. Es agotador.
Referencias
BERRIDGE, K. C., & ROBINSON, T. E. (1998). «What is the role of dopamine in reward: hedonic impact, reward learning, or incentive salience?» Brain Research Reviews, 28(3), 309-369.
COOLS, R., & D’ESPOSITO, M. (2011). «Inverted-U-shaped dopamine actions on human working memory and cognitive control». Biological Psychiatry, 69(12), e113-e125.
SCHULTZ, W. (2007). «Behavioral dopamine signals». Trends in Neurosciences, 30(5), 203-210.
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