Volvamos a la carga. Acabo de leer en EL PAÍS que se va a habilitar una casilla en los impresos para la declaración del IRPF en el que los contribuyentes podremos destinar el 0,7% de nuestros impuestos a financiar a los protestantes, como ya teníamos antes para la Iglesia. Hasta ahora uno podía marcar esta casilla o la de otros fines sociales, claro que eso pasa por considerar que la Iglesia –con mayúsculas– ayuda a la sociedad, pero eso es harina de otro costal. No voy a cortarme ni un pelo en decir, eso sí, que pienso que es todo lo contrario: ayudan las personas, no la institución.
Para empezar estoy en contra de que una religión pueda recibir parte de mis impuestos o de los de quien sea. Si quieres ayudar a la Iglesia, ve y pon dinero en el cepillo. Los impuestos son de todos, van para financiar lo que todos disfrutamos y, por lo tanto, si los míos no van para ninguna organización religiosa privada sino para pagar un centímetro cuadrado de la autovía Madrid – La Coruña, prefiero que tampoco vayan los tuyos, que tú también conduces. Aunque los haya así de intrépidos que consideren que no disfrutan de los dineros que se recaudan con el IRPF, precisamente diría yo en estos casos que los billetes de euros, los sueldos de los jueces o el papel de los DNI también cuestan lo suyo y de alguna forma hay que pagarlos, digo yo. Claro que también se puede pensar que yo no he perdido un carné en la vida y Fulano, el vecino del quinto, lleva tres en lo que va de año, ERGO Fulano disfruta más de los impuestos que pagamos entre todos que yo. Para opiniones, el catálogo de Pantone.
Volviendo al tema de la dichosa casillita. O todos moros o todos cristianos. La Comisión Asesora de la Libertad Religiosa reconoce a la Iglesia católica con el mismo rango que el judaísmo, el islam, los Testigos de Jehová –nunca he entendido por qué islam no va con mayúscula y Testigos de Jehová, sí– y la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días y no va de coña aunque aquí me entran ganas de mentar a la ya tradicional Hermandad del Cristo de la Sandalia Sudorosa o a la Santa Cofradía de Nuestra Piadosa Señora del Traje de Buzo. Al parecer, esta comisión puede determinar si cierto credo puede disfrutar de la etiqueta “notorio arraigo” que no es más que darle el visto bueno. Si me he equivocado en algo, me corrijan. Y aquí es cuando me entran los sudores de la muerte. Porque si bien cada uno es libre de adorar a Satán o a la Unidad Cósmica en la intimidad de su corazón y de su piso de 50 metros cuadrados, también es cierto que no es lo mismo ser budista que ser Testigo de Jehová, por aquello de la salud mental y de las cuentas bancarias de los fieles. No entiendo, francamente, que una secta como ésta pueda gozar de reconocimiento por parte del Estado mientras que otras, y vuelvo a sacar el budismo, no lo estén.
Y yo erre que erre con lo de que o todos moros o todos cristianos, y nunca mejor dicho. ¿Qué criterio siguen para incluir en esta lista de “casillables” a una religión sí y a otra no? ¿Puede explicármelo alguien? Y me pongo más verde todavía cuando en España se supone que hay un porrón de credos a los que se les reconoce su existencia. Claro, que a unos se les reconoce más que a otros, visto lo visto.
Resumo. Yo quitaría directamente estas casillas y, en caso de aceptarlas, entonces pondría la lista completa, para ser menos injustos. ¿Por qué la Iglesia Católica disfruta de una serie de privilegios que no entiendo ni entenderé?, más aún si tenemos en cuenta que vivimos en un estado aconfesional, tal y como decidió el pueblo, tan soberano él, cuando le dieron a elegir. Y si consideramos que la Iglesia sostiene lo de que nos amemos los unos a los otros, pues que empiecen los que lo predican dando ejemplo, como Jesucristo, tan jipi que era, no como otros, que hay curas que llevan más joyas encima que la Pantoja.
Voy a parar, que veo que me estoy acelerando y antes de que termine proclamando que me voy a hacer Hermanito Mayor del Palmar de Troya.
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