Hay muchos lugares que me gustaría visitar. Entre ellos creo que Europa del Este y Asia se llevan la palma. También siento fascinación por lo que llaman ruinas modernas o ruinas urbanas. Algunos de esos lugares, como la estación de Canfranc o algún campo de concentración, ya los he visitado. Otros, como el subsuelo de Berlín, la estación de Chamberí, la Exposición de Nueva York o Pripyat, las tengo pendientes.
La ciudad de Pripyat, en Ucrania, fue levantada en 1970 en medio de la nada, muy cerca de la central nuclear Lenin, a unos cuatro kilómetros. En ella llegaron a vivir más de 48.000 personas, muchas de ellas eran trabajadores de la central nuclear y sus familias. La ciudad era una fiel muestra de la arquitectura soviética: grandes bloques de viviendas separados por avenidas arboladas, grandes centros de ocio con piscinas y salas para otros deportes, cineteatros –кинотеатры, que eran enormes salas que podían servir igual para una representación teatral, que para un concierto, un congreso o el estreno de una película–, centros de reunión para afiliados y simpatizantes del partido…
EL ACCIDENTE
La Чернобыльская АЭС им. В. И. Ленина, que estaba a más distancia de la ciudad de Chernobyl –hoy casi despoblada– que de la propia Pripyat, reventó la noche del 25 al 26 de abril de 1986 debido a un experimento planeado por los directivos de la central. Las responsabilidades de la catástrofe fueron a parar, cómo no, a los técnicos de la sala de control que fueron los que activaron y desactivaron los dispositivos siguiendo el protocolo del experimento planeado para esa noche, aunque los responsables políticos decidieron la evacuación de la ciudad de Pripyat después de 36 horas del accidente y cuando la radiación en las calles superaba los 10.000 roentgen por hora y llegaba a los 15.000 en los alrededores de la central. Cuando decidieron sacar a la población de aquel sumidero, ya había personas desmayadas por las calles debido a la dosis que estaban recibiendo de veneno radiactivo. Los detectores que estaban a disposición de los trabajadores del complejo podían marcar hasta 3,6 roentgen por hora, con lo que la cifra oficial de radiación que facilitaron las autoridades durante las primeras horas después del desastre fueron precisamente esas, 3,6 roentgen, unas 4.100 veces por debajo de la cifra real. La dosis letal es de 500 roentgen en cinco horas. La población y el terreno quedaron impregnados para siempre de cesio 134 y 137, telurio 132 y demás nombres raros. Para evacuar a los habitantes de la ciudad y evitar que cargaran con muchos trastos, les dijeron que iban a pasar unos días fuera y que regresarían al poco tiempo. Así, la ciudad de Pripyat está llena de objetos personales que nunca fueron recogidos, las camas todavía están hechas, el correo, en los buzones, todo tal cual lo dejaron sus habitantes el 27 y el 28 de abril.
Durante el tiempo que duró el fuego, enviaron a bomberos de entre 20 y 30 años de edad sin apenas protección, con lo que quedaban impregnados de toda la radiación habida y por haber, se mareaban, se les hinchaba la lengua al cabo de las horas, perdían el pelo y la piel a los pocos días y morían al cabo de dos semanas.
LAS CONSECUENCIAS
La radiación liberada fue 400 superior a la de la bomba de Hiroshima. La contaminación llegó a Suecia –donde se dio la voz de alarma el 27 de abril, cuando la Unión Soviética todavía no había abierto la boca–, Noruega, Finlandia, Rumanía, Alemania, Polonia, Austria, Suiza, la República Checa, Eslovaquia, Italia, Reino Unido y Francia –además de las actuales Rusia, Ucrania y Bielorrusia, que es el país que salió peor parado–, debido a los vientos durante los días del incendio, en los que salió disparada la radiactividad a la atmósfera, la distribución fue irregular y no afectó exclusivamente a los alrededores de la central.
- 203 personas fueron hospitalizadas inmediatamente, de las que 31 murieron. 28 de ellas debido a la exposición directa a la radiación.
- 135.000 evacuados, unos 50.000 procedentes de Pripyat.
- Entre 300.000 y 800.000 personas –algunas fuentes dicen que fue más de un millón– estuvieron en las zonas más peligrosas durante los dos primeros años después del accidente. La radiación que se supone que recibieron como media es de 165 milisievert, un sexto de la cantidad peligrosa.
- 28.000 km2 han quedado contaminados por cesio 137. Según la ONU, el 22% del territorio de Bielorrusia, el 13% de Austria y el 5% de Ucrania, Suecia y Finlandia presentan altos niveles de contaminación radiactiva. Aunque parezcan unas cifras terribles, el que una zona esté tan contaminada no es motivo de alarma, por lo que he podido leer.
- 1800 casos documentados de cáncer de tiroides –únicamente de tiroides, esto es importante para entender las cifras– de personas que tenían catorce años o menos en el momento del desastre y que vivían en zonas contaminadas. El informe de 2005 de la ONU calcula que unas 4.000 personas murieron debido al desastre y estima que unas 3.900 morirán todavía de cáncer de tiroides. Según Greenpeace, unos 240.000 casos de cáncer –incluye todos los tipos– hasta 2004 se deben al accidente de Chernobyl. De éstos, 90.000 terminaron en muerte. Compárese con lo que dicen los estudios de la IAEA (International Atomic Energy Agency): el 99% de los casos de cáncer de tiroides de las áreas contaminadas no son fatales. ¿Cómo puede haber un baile de cifras así?
LA RESPONSABILIDAD
Hemos visto muchas veces cómo las autoridades se quitan la responsabilidad de encima, pasó en Chernobyl, pasó en Bhopal, India –donde murieron 8.000 en la semana tras el desastre, 12.000 tras este período, 150.000 sufren graves secuelas–, pasó aquí, en Valencia –el accidente de metro del año pasado, la culpa es del maquinista, oficialmente–, y en otros tanto sitios. Siempre salen airosos. Siempre hay algún muerto al que echar la culpa. Siempre.
- Anatoly Stepanovich Dlyatov, supervisor de la prueba que desembocó en el accidente y que probablemente seguía las instrucciones de sus superiores, fue condenado a diez años. Cumplió cinco. Murió debido a la radiación.
- Del equipo que trabajaba en la central de mando de la planta, que se llevaron, por supuesto, parte de la reponsabilidad, únicamente quedan tres vivos: Yuri Korneyev, Boris Stolyarchuk y Alexander Yuvchenko. La muerte de sus compañeros se vendió a la población como el castigo que se merecían por haber provocado el accidente. Todos siguieron las instrucciones de Dlyatov, que, como hemos dicho, seguía a su vez las órdenes de los altos cargos.
- Alexander Akimov, miembro del partido, supervisor de la planta en el momento del accidente y uno de los que mantuvo que la radiación no superaba los 3,6 roentgen, murió a las tres semanas debido a la contaminación que recibió su cuerpo. No fue juzgado.
- Valeri Alexeyevich Legasov, quien presentó las conclusiones de la comisión gubernamental soviética al mundo, se suicidó alegando en una cinta de casete que había sido censurado por parte de las autoridades políticas y que no había logrado levantar cabeza desde que intentó exponer a los científicos de Viena las conclusiones de su estudio sobre el accidente de Chernobyl. La BBC ha hecho un documental muy bueno sobre la reacción de Legasov, ayer lo emitió cuatro.
- Parte de la responsabilidad se atribuyó también a la incompetencia de los equipos de ликвидаторы –los “liquidadores”, los que chuparon toda la radiación que había para apagar el incendio del reactor–, de los que una gran parte sufre las consecuencias de haberse acercado tanto.
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La ciudad de Pripyat es uno de los lugares del mundo que más me fascinan. Quizá sea porque es un lugar del este en el que ha tenido lugar uno de los acontecimientos más terribles de la historia del hombre, mezcla de realidad y ciencia-ficción. No lo sé. No creo que yo sea especialmente morboso. Quién sabe. Me encantaría visitar Pripyat.
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NOTA IMPORTANTE:
Todas las imágenes –excepto la tercera, que lleva por título «El reactor ardiendo» y la que retrata a Legasov– pertenecen al sitio web http://pripyat.com y han sido publicadas aquí con el permiso de sus propietarios, a quien agradecemos que nos las hayan prestado. Recomendamos a todo el mundo la visita a esta página. Merece la pena por la cantidad de las fotografías y la información sobre la ciudad.
Actualizaré esta tarde-noche con un enlace a la página web de una motorista que se adentró sola en la Zona de Exclusión. Las fotos impresionan.
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