Seis experimentos

holding the card with baum test

Hoy he supervisado seis experimentos en psicología social y cognitiva en dos laboratorios: teníamos una muestra de 120 individuos (edad: 18–23, 56% mujeres) y los datos tenían que ser recogidos por 12 experimentadores y 7 asistentes de laboratorio. Para tirarse por la ventana.

Los experimentos trataban temas como la memoria a corto plazo y la memoria ejecutiva o comportamientos prosociales según variables del entorno, como la temperatura. Hay una ley que me impide dar más detalles de los experimentos hasta que no haya terminado el plazo en el que los participantes pueden revocar su permiso a que usemos los datos que han generado, así que no puedo contar nada más. No los doy no porque no haya cometido ilegalidades en este blog a lo largo de los 17 años en los que ha estado funcionando, que tampoco lo he hecho, jamás, sino que si meto la pata, no me afecta a mí, sino a los estudiantes. Así que punto en boca.

Lo teníamos todo bastante atado, pero en un giro inesperado de los acontecimientos, va y me he dormido: he llegado una hora más tarde de lo que esperaba. No es que llegara más tarde de la hora a la que estaban programados los experimentos, pero cuando he llegado, mis estudiantes estaban dando vueltas como pollos sin cabeza. Como siempre soy puntual, al ver que no llegaba han creído que era una señal de que el fin de los tiempos se estaba acercando o de que había echado a correr con la pasta (siempre hay alguien que echa a correr con la pasta, ¿no?). Unos estaban encomendándose a dios, de rodillas, otros se habían ido a saquear el ultramarinos y el resto se habían arrojado a una espiral de desenfreno y estaban follando todos con todos.

Bueno, igual esta última parte es exagerada. Pero os hacéis una idea.

Si mis estudiantes eran quienes tenían que recoger datos, ¿qué hacía yo allí? Pues tenía que garantizar que todos los experimentos se llevaban a cabo dentro del marco de la legalidad y garantizando los estándares éticos en psicología, como no generar estrés, no engañar o no darles dos hostias cuando no te dan la respuesta que estás esperando. Mi responsabilidad no se limita a enseñarles a obtener datos; también tengo que entrenarles para que diseñen experimentos de calidad y para que la ética no sea nunca un problema.

Hasta el martes no podremos saber cómo han salido. Creo que cuatro han salido bien, uno creo que ni de coña, y el último, habrá que hacer los cálculos. El martes podré contar más. Sé que no os interesa en lo más mínimo, pero yo lo cuento. Algunos lleváis 17 años (cómo me gusta repetirlo) leyendo las gilipolleces que escribo.


¿De verdad me tenía que quedar dormido hoy? 

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