Le han quitado –o le van a quitar, ya no sé, la verdad es que me cansa el tema– el título de miss a una mujer que se presentó cuando ya tenía un hijo, lo que parece que está prohibidísimo en un estos concursos. Y ahora se levanta una polvareda estupenda a propósito del asunto. Yo me pregunto si es del todo coherente intentar hacer frente a estos eventos y organizaciones desde dentro, a sabiendas de que tienen la batalla perdida. Es como los grupos de gays católicos, que, con todo mi respeto, no alcanzo a entender cómo se puede ser gay y católico al mismo tiempo, otra cosa es que fueran cristianos, digo yo. O el que reclama ser readmitido en la empresa de la que le despidieron porque es adicto a navegar por la red. Y acepto cualquier explicación de este fenómeno que tengáis a bien darme.
Por cierto, aquí un fragmento del artículo en EL PAÍS:
Ángela lamenta que ninguna asociación feminista se haya ofrecido a apoyarla. «Sólo tengo una llamada perdida en el móvil del Instituto de la Mujer».
Ayer en EL PAÍS digital un lector le preguntó sobre lo dicho por otra miss, Verónica Hidalgo, quien dijo: «Miss significa señorita y por tanto el título deberían llevarlo mujeres sin hijos». A lo que Ángela respondió:»La Academia de la Lengua desestimó la palabra señorita por sexista, lo que demuestra que Verónica también es sexista, igual que el concurso».
Y no he podido evitar dejar el enlace a un artículo en el blog de la Falange de Ávila –sí, habéis leído bien, no se os ha nublado la vista– a propósito del tema. Se queja de que hayan expulsado a la tronca del concurso o que le hayan quitado la corona o qué sé yo y a continuación dicen que las mujeres tienen que darlo todo y que las bases del concurso están desfasadas. Eso en un blog de la Falange. ¿Cómo se te queda el cuerpo?
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