Al final ya es oficial: cambio de trabajo. Ha sido un proceso largo, muy meditado e improvisado a la vez, que me va a forzar a aprender muchísimas cosas sobre educación y sobre mí mismo. El puesto viene con responsabilidad y con un equipaje de mal ambiente, puñaladas por la espalda y egoísmo con los que me han encargado que termine. En otras palabras, me han llamado para que limpie, fije y dé esplendor, como la RAE.
No sé cómo voy a salir de esta ni si voy a terminar reincorporándome a mi plaza, del que he pedido una excedencia, por si acaso. Pero al menos ya sé qué es prepararse unas oposiciones en unos días, sacárselas y tener la sensación de que vas cuesta abajo al volante de un coche sin frenos.
Hola, soy director de un centro educativo en un país que no es el mío y estoy cagado.