La violencia psicológica se detecta cuando hay golpes o gritos, pero a veces es muy difícil. El término se refiere al uso de cualquier táctica emocional y mental para ejercer el control de la interacción o, en el peor de los casos, dañar la salud mental de una persona. Esta forma de maltrato incluye insultos, humillaciones, intimidación, manipulación y amenazas, con el objetivo de socavar la autoestima y el bienestar psicológico de la víctima. Pero no siempre se alza la voz y no siempre es tan fácil descubrir lo que está ocurriendo: a menudo, la violencia psicológica es muy sutil y puede pasar desapercibida, pero sus efectos son muy profundos.
Cuando están forzando a que la relación, sobre todo de pareja o de amistad, se desarrolle de una forma específica que no es la que tú quieres, eso también es violencia: o me quieres así o no quiero estar contigo. Si no sales conmigo los fines de semana, no eres mi amigo. O el más básico de todos: «no soporto que no hagas esto», para (1) ponerte a prueba, ¿hasta dónde quieres a esa persona y qué estás dispuesto a hacer? y (2) para obligarte a comportarte como esa persona quiere.
Cualquier intento voluntario de influir en el comportamiento de otra persona en una relación entre iguales es violencia cuando la persona beneficiada es quien influye y no quien modifica su conducta.
Cuando se intenta influir en el comportamiento de un niño, eso no es violencia: generalmente, no es una relación entre iguales y se supone que es en beneficio del niño, se enmarca en el proceso de educación integral, es parte del desarrollo. Cuando una maestra intenta que un(a) estudiante cambie su comportamiento, eso no es violencia. Cuando tu pareja intenta cambiar tu comportamiento para que seas más dócil, eso sí es violencia. Es una relación entre iguales y la influencia se ejerce para beneficio propio: para que no le montes pollos por lo que estás haciendo, que sabes que no le gusta. ¿Quién sale beneficiado? Ahí lo tienes.
Desde fuera siempre se ve todo muy fácil; es mucho más difícil saber detectarla cuando eres víctima de la violencia. Igual tú no puedes ver que la están ejerciendo sobre ti, pero normalmente es fácil de observar cuando se trata de terceras personas. Esa puede ser tu contribución: si ves que alguien muy cercano está siendo víctima de la violencia psicológica, piensa si puedes hacer algo por solucionarlo. Hablar es muy difícil porque te arriesgas a que esa persona te mande a la mierda: ¿quién no conoce algún caso en el que la persona ha optado por una pareja violenta sacrificando al amigo o a la amiga que le había advertido? Ten cuidado, piensa muy bien cómo puedes abordar el asunto, pero no te quedes indiferente, por favor.