Mucha gente habla de la autoestima como equivalente a «quererse a uno mismo / a una misma» cuando, en realidad, es un concepto que no es positivo o negativo en sí mismo. También escucho decir que tal persona «tiene la autoestima muy baja», como si fuera algo inmutable a lo largo de la vida y que fuera el resultado de las decepciones pasadas o incluso el maltrato. La autoestima, para mí, es un constructo un poco difuso, que no se entiende a nivel popular y que tenemos tendencia a asociar con valores como la humildad o la resignación.
La autoestima, en general, es la valoración que hacemos de nosotros mismos, incluyendo nuestras cualidades, habilidades y defectos y que emerge de cuatro pilares fundamentales:
- Autoconocimiento. Conocerse a sí mismo, tanto las fortalezas como las debilidades, nos permite aceptarnos tal y como somos, sin compararnos con los demás.
- De lo anterior surge la autoconfianza: la creencia en nuestras capacidades para afrontar los desafíos de la vida. La autoconfianza nos permite tomar decisiones, asumir riesgos y perseguir nuestros objetivos.
- La autoaceptación es otro pilar fundamental y se refiere a la aceptación más o menos incondicional de nuestras imperfecciones y errores como parte de la vida, sin resignarse, sino aprendiendo de ellos para mejorar continuamente.
- La consecuencia resulta ser el autocuidado, que se refiere (sorpresa) a la medida en la que tenemos en cuenta nuestro bienestar físico y mental.
Ni tener la autoestima alta significa ser arrogante o soberbio, ni lo contrario significa ser humilde. Tampoco es correcto pensar que la autoestima se vincula exclusivamente en cómo nos ven los demás o que solo se trata de sentirnos felices todo el tiempo. La autoestima también implica aceptar nuestras emociones negativas y aprender de ellas.
La autoestima es una compleja red de pensamientos, sentimientos y comportamientos que influyen en nuestro bienestar general. Cultivar una autoestima sana es un proceso continuo que requiere dedicación y esfuerzo y todos y todas hemos sufrido por tener un pobre autoconcepto, ajustado a la realidad o no. Una autoestima saludable se traduce en un mayor bienestar emocional, mejores relaciones interpersonales, mayor éxito en la vida personal y profesional, y una mayor capacidad para afrontar los desafíos de la vida, eso está claro.
Recuerda, y creo que eso es importante, que la forma en que nos vemos varía constantemente, según lo que nos ha ocurrido ese día, depende del cansancio, de lo que hemos comido, de la educación que hemos recibido, de si estamos en paro, de si nuestro cuerpo no es normativo y de muchísimas otras variables, casi todas fuera de nuestro control.