Lo de las gominolas fue una noche de emergencia. La noche en la que terminé en recorriendo la ciudad en una ambulancia, con las luces azules y el ninoninonino y todo. No pasó nada, solo gajes del oficio. Las demás fotos no tienen ningún interés ni ninguna historia. Están para hacer bulto, nada más.
Prueba superada. Estamos en Berlín, al lado de Mehringdamm. Salimos del hostal infecto donde nos han metido y a la derecha tenemos el puesto de kebab vegetariano más conocido de Berlín. A la derecha, un puesto “currywurst” conocidísimo, junto al Boiler, una de las saunas de maricones más grandes de Europa.
Mis compañeros y yo estamos agotados y en nuestras habitaciones. La muchachada está en los cabaretes o borrachas o ambas opciones a la vez. Les he dicho que me llamen si hay alguna urgencia. Las urgencias deben estar relacionadas con un ingreso: o a) un ingreso hospitalario o b) un ingreso en prisión. Si no, que me olviden.
A estas horas estaré de camino a Berlín, por enésima vez, con un grupo de chavales. Esta vez son bastante mayores que los que solía llevarme de viaje de estudios, tienen entre 16 y 22 años. Me acompañan dos profes: el de historia y la de física. Somos la extraña trieja: él no habla con nadie en la sala de profes pero los estudiantes dicen que no para de hablar en clase. Y ella, bueno, ella es profe de física.
El programa es el de un viaje de estudios de estas características: ver los mismos museos de siempre, comer comida basura, de la que no se puede conseguir en Mordor, y volver con una ETS. Yo no, pero más de dos y más de tres, seguro. Esta vez me da igual, legal y personalmente. Mientras la policía no se ponga en contacto conmigo y no sea necesaria la intervención de ningún servicio sanitario, me doy por satisfecho.
Seguiré informando.
Yo, mientras no terminemos en comisaría o en urgencias.