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  • Los exámenes no siempre son necesarios, pero la evaluación, sí

    Los exámenes no siempre son necesarios, pero la evaluación, sí

    Escribo esto desde un aula. Me toca vigilar exámenes y tengo tres horas y tres cuartos por delante para tocarme el nabo. A la fuerza, no porque quiera. En teoría, no debería estar trabajando, ni leyendo, ni escribiendo posts, ni echándole un ojo a instagram, ni respondiendo mensajes de wasap, ni haciendo nada de nada. Las reglas dicen expresamente que tengo que estar, efectivamente, vigilando. O sea, que tengo que estar pendiente de que los y las estudiantes no tengan dificultades para responder correctamente a las preguntas y puedan demostrar lo que saben hacer en igualdad de condiciones, que es un eufemismo para establece un estado policial y haz que Bergen-Belsen parezca un parvulario. Ni de coña. Me niego. Porque es que si no, me duermo. Son tres estudiantes y estoy yo solo, y creo que en breves minutos voy a tener que enviarle un mensaje a alguien porque me meo muchísimo.

    Últimamente he escuchado y leído eso de que los exámenes son inútiles y que sólo contribuyen a aumentar el nivel de estrés de las personas evaluadas y la cantidad de trabajo de los evaluadores. ¿Para qué examinar con un test de opción múltiple en un curso de derecho mercantil? Misterios insondables. No hay quien lo entienda. Te lo compro.

    También dicen que los exámenes son una cosa del pasado y que creer en ellos es de ser estrechos de mente porque tenemos que ir hacia «rutinas que favorezcan el desarrollo emocional del estudiante para que este crezca». Lo de «crecer» es más ambiguo que el manual de instrucciones de un electrodoméstico chino traducido al inglés con Google Translate.

    Pero bueno, vale, admitamos que algunos exámenes están mal hechos y que hay mejores formas y más modernas de evaluar. Primero, no todos los exámenes son inadecuados (not all exams!). Y segundo: no se puede confundir los exámenes con la evaluación, eso sí es tener la mente más cerrada que el culo de un oso de peluche. 

    Llegado este momento, voy a dejar lo metafórico para otro momento porque creo que me voy a meter en un jardín con lo del oso y el culo.

    En serio, tronco, no seas cuñado: la evaluación de las capacidades de los estudiantes es absolutamente necesaria. Primero, la función principal de los centros educativos, independientemente del nivel, va más allá de la simple transmisión de conocimientos y habilidades correspondientes a cada programa educativo. También hay que medir la comprensión de los estudiantes, saber qué pueden hacer y cuánto han aprendido para garantizar el éxito del proceso: es absolutamente necesario que las personas que están aprendiendo, en un contexto de educación reglada o no, reciban feedback ajustado y detallado de cómo están progresando. Decir lo contrario es de ser “cuñados”, iba a decir, pero qué culpa tendrán ellos de que haya imbéciles por el mundo. No todos los cuñados son iguales. Not all cuñados!

    Es necesario dar consejos individuales a quienes aprenden a hacer cosas. Te lo creas o no, es un fenómeno que ocurre constantemente en casi cualquier interacción humana, excepto cuando hay circunstancias que lo desaconsejan. Damos feedback cuando alguien nos dice algo que nos sorprende y fruncimos el ceño cuando preguntamos por qué alguien ha hecho algo o cuando ponemos cara de asco mientras escuchamos lo que nos está contando nuestro mejor amigo sobre lo que le pasó el sábado por la noche. En definitiva, haya o no una persona que esté formalmente aprendiendo y siempre que exista una interacción, se está generando feedback, tanto si está acordado previamente como si no, tanto si está pensado para evaluar el aprendizaje como si no.

    Lo que es verdaderamente cateto es pensar que sólo se puede aprender por observación o que la evaluación no es necesaria para ofrecer consejos individuales. Pues se puede aprender por observación, como lo hacen otras especies o como cuando somos muy peques. Pero todo mejora en el ámbito académico si se dan instrucciones específicas y ajustadas a lo que el o la aprendiz puede o no puede hacer y eso sólo es posible si has evaluado antes lo que sabe hacer. Lo hacemos con los niños pequeños, tanto si son nuestros hijos, nuestras sobrinas o cualquier otro.

    Las críticas a los exámenes pueden ser válidas en algunos aspectos: muchas veces los profesores y las profesoras funcionamos por inercia, con la idea de que la mejor forma de evaluar es la que estamos repitiendo desde que empezamos a trabajar en esto. A veces, es que no hay otra forma. Por supuesto que los exámenes no es el único método de evaluación y que no es el más adecuado para todas las circunstancias. Pero sí es uno de tantos y es legítimo.

    Últimamente ocurre que no nos está dando tiempo a adaptarnos a cómo evolucionan las cosas, como nos pasa con la inteligencia artificial. Seguimos evaluando de la misma forma que cuando no existía la IA, algunos incluso evalúan sin haberse dado cuenta de que existe internet. O la electricidad. Unos son / somos más lentos que otros para adaptarnos. Es humano. Pero aunque todas estas críticas son lícitas, la evaluación sigue siendo esencial para comprender y guiar el progreso de cualquier persona que esté aprendiendo a hacer algo. No podemos enseñar sin evaluar, como tampoco podemos aprender sin ser evaluados.

  • Yo soy la seño

    Yo soy la seño

    En los últimos diez años no he estado haciendo otra cosa que enseñar a niños y niñas. Lengua, sociales e historia. Antes de eso, estuve dando clases a adultos. Todo eso ocurrió en la prehistoria de este blog y aún antes: no sé si quedan algunos post de aquella época por aquí, creo que se perdió todo en un traslado. Y lo que tengo guardado, o no hay forma de abrirlo, o sólo se puede postear a pedal.

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  • Odio los festivales de navidad del colegio. Este año les he puesto a cantar Eres tú, la de Mocedades de Eurovision del año del catapum. El año que viene toca Ojete Calor.