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    Ansiedad en jóvenes LGTBIQ+: factores de riesgo y estrategias sociales

    La ansiedad es una experiencia común que afecta a personas de todas las edades y contextos. Pero en el caso de los jóvenes LGBTQ+, los factores de riesgo para desarrollar trastornos de ansiedad son significativamente mayores. Estos jóvenes se enfrentan a una serie de situaciones específicas que pueden hacerles más vulnerables a problemas de salud mental. En este post voy a hablar de esos factores y cuáles son las estrategias que más básicas para intentar mitigar los efectos de esta situación.  

    Factores de riesgo 

    El primero y más evidente es el estigma social y la discriminación que enfrentan los jóvenes LGTBIQ+. Estos jóvenes son objeto de burlas, acoso y exclusión en el colegio, en los espacios públicos o incluso en sus casas. El miedo constante a la discriminación y el rechazo llevan a niveles elevados de ansiedad que se manifiestan en contextos de interacción social significativa. En otras palabras: aparece en situaciones que van a marcar el desarrollo y el comportamiento a lo largo de la vida.

    El rechazo por parte de la familia es otro de los grandes factores de riesgo. La falta de apoyo y aceptación en el entorno familiar crean un ambiente de inseguridad emocional que potencia la aparición de trastornos de ansiedad. En casos extremos, este rechazo puede llevar a tirarlos de casa. Imagínate verte en la calle con quince años.

    El acoso escolar es otro gran melón. La violencia verbal, física y psicológica sufrida en la escuela deja siempre secuelas profundas y favorecen los trastornos de ansiedad, los procesos depresivos e incluso el estrés postraumático. Las experiencias de acoso en la infancia ocurren en una etapa crítica para la formación de la identidad y la autoestima. Si se internalizan los mensajes negativos del acoso, estos patrones de pensamiento distorsionados, como sentirse inútil o incapaz, se consolidan e influyen en su autoconcepto en etapas posteriores de la vida. Esto afecta a las relaciones y a la capacidad de afrontamiento en situaciones sociales, académicas, laborales o de cualquier otra naturaleza.

    La exploración de la identidad sexual y de género es un proceso complejo que puede generar una considerable ansiedad, especialmente en un contexto social hostil. A menudo, los jóvenes LGTBIQ+ se enfrentan a una carga doble: por un lado, el proceso de aceptar su identidad, quiénes son y cómo se articulan las relaciones sociales a consecuencia de esto. Por el otro, el miedo a las reacciones de terceros, al rechazo y a la burla. Que conste que uso «identidad» como la comprensión que las personas tenemos de nosotras mismas sobre quiénes somos, a qué grupo pertenecemos y cómo debemos comportarnos en sociedad.

    La ausencia de modelos a seguir que reflejen de manera positiva las experiencias LGTBIQ+ puede hacer que los jóvenes se sientan aislados, que son bichos raros que no pertenecen a ningún grupo y que, por tanto, deben ocultarse. Esto aumenta la ansiedad porque la construcción de una identidad sólida y saludable se hace imposible. Por eso es importante que haya maricas y bolleras en los contenidos audiovisuales que consumen y por eso debemos seguir luchando, junto al feminismo, porque estos productos se alejen de las estructuras patriarcales. Es importantísima la aparición personajes que no necesariamente se definan y se relacionan por su naturaleza LGTBIQ+, sino que son claramente miembros de la comunidad y, al mismo tiempo, se desarrollan, interactúan y experimentan el mundo sin que existan diferencias con personajes que no pertenecen al colectivo. Que el héroe lo sea por su comportamiento, no necesariamente por ser marica.

    Nota bene: Que la gente joven vea películas con maricas no va a hacer que se vuelvan maricas, de verdad que no. Que la Sirenita sea negra no hace que tu hija se vuelva negra.

    Algunas estrategias de superación 

    Lo primero: crear y mantener redes de apoyo sólidas es esencial para mitigar la ansiedad. Los grupos de apoyo, tanto online como en persona, ofrecen espacios seguros donde los jóvenes pueden compartir experiencias, obtener consejo y sentir que pertenecen a una comunidad que los entiende y acepta tal como son. No ser una anomalía te hace sentir bien y te da seguridad.

    La educación sobre temas LGBTQ+ en escuelas y comunidades es súper importante porque reduce el estigma y la discriminación y crea un ambiente más inclusivo y tolerante hacia la diferencia sin olvidar la diferencia racial, socioeconómica o funcional. Al mismo tiempo, la autoeducación sobre los derechos y la historia LGTBIQ+ puede empoderar a los jóvenes porque les ayuda a entender mejor sus experiencias y a les enseña que tienen derecho a tener un espacio en la sociedad libre de violencia y discriminación. 

    Lo último es, en la medida de lo posible, tener la oportunidad de participar en actividades de visibilización. El activismo ofrece un sentido de propósito y comunidad, y puede ser catártico para muchos jóvenes, permitiéndoles transformar su ansiedad en una fuerza de cambio positivo. Estas acciones permiten tomar el control sobre la situación y crean un espacio seguro para expresar su identidad que contrarresta los efectos de la discriminación y la inseguridad.

    La ansiedad en jóvenes LGBTQ+ es un problema muy complejo en el que hay que tener en cuenta un montón de factores de riesgo que van desde el estigma social hasta el rechazo familiar. Sin embargo, los mecanismos de defensa que pueden ayudar a mitigar estos efectos permiten a estos jóvenes vivir una vida más plena y equilibrada. La educación, el apoyo emocional y la terapia (siempre la terapia) son herramientas clave en este proceso. 

    Entiendo que quienes no habéis pasado por este proceso de definición y construcción de la identidad LGTBIQ+ tengáis problemas para entender todo este proceso. Tampoco pasa nada, yo tampoco sé lo que significa ser mujer y lo jodido que lo tenéis y eso no me impide, creo, ser feminista. Y digo «creo» porque estoy seguro de que todavía me quedan comportamientos y formas de pensar a los que les tengo que dar una vueltecita. No hace falta ser maricón para ser activista, ni ser mujer para ser feminista.

    Sigue leyendo sobre el tema:   
    
    Kosciw, J. G., Palmer, N. A., Kull, R. M., & Greytak, E. A. (2013). The effect of negative school climate on academic outcomes for LGBT youth and the role of in-school supports. Journal of School Violence, 12(1), 45-63. 
    
    Meyer, I. H. (2003). Prejudice, social stress, and mental health in lesbian, gay, and bisexual populations: Conceptual issues and research evidence. Psychological Bulletin, 129(5), 674–697. 
    
    Mustanski, B., Newcomb, M. E., & Garofalo, R. (2011). Mental health of lesbian, gay, and bisexual youths: A developmental resiliency perspective. Journal of Gay & Lesbian Social Services, 23(2), 204-225. 
    
    Ryan, C., Russell, S. T., Huebner, D., Diaz, R., & Sanchez, J. (2010). Family acceptance in adolescence and the health of LGBT young adults. Journal of Child and Adolescent Psychiatric Nursing, 23(4), 205-213. 
    
    Toomey, R. B., Ryan, C., Diaz, R. M., & Russell, S. T. (2011). High school gay-straight alliances (GSAs) and young adult well-being: An examination of GSA presence, participation, and perceived effectiveness. Applied Developmental Science, 15(4), 175-185.