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    El estrés aculturativo

    Llevo más de una década viviendo en un pueblo de Dinamarca, cerca de la frontera con Alemania. Hablo el idioma con fluidez y conseguí trabajo a los nueve meses de mudarme desde Valencia. Tengo un entorno de apoyo social, tengo un piso, no tengo problemas económicos y puedo permitirme viajar a España cuando me peta. Pero me sigo sintiendo un extranjero aquí. El problema es que, poco a poco, me he convertido en un extranjero en Valencia. Soy de allí, tengo amigos y familia, conozco la ciudad perfectamente. Y aún así, a veces tengo la sensación de que veo todo por televisión, como cuando tengo que ir al médico. Todo me parece engorroso y difícil y hay cosas que me molestan muchísimo, como el ruido, el olor o algunas costumbres que tiene la gente y que eran mías antes de mudarme.

    Además, soy siempre el que no está en los momentos importantes de mi gente y aunque tengo buenos amigos aquí, siempre tengo esa sensación de que me estoy perdiendo algo allá. Y me ocurre, a pesar de que, como he dicho, puedo permitirme el lujo de ir cada dos o tres semanas a pasar el fin de semana, ver a mi gente y respirar el humo de la ciudad. Esa sensación es parte de lo que en psicología se conoce como estrés aculturativo. No puedo quejarme y no me quejo. Hay gente que está en peor situación que yo y que pasa seis meses, un año, dos años en poder volver a casa de visita. Yo voy cada dos o tres semanas. Mi situación no es tan grave. Pero aún así, me cuesta.

    cars parked in front of building during daytime

    ¿Qué es el estrés aculturativo?

    El estrés aculturativo es un fenómeno psicológico que surge cuando un individuo se enfrenta a la adaptación a una nueva cultura o entorno sociocultural. Esta experiencia puede generar tensiones emocionales y situaciones psicológicas estresantes porque implica ajustarse a valores, normas y costumbres diferentes de aquellas a las que se está acostumbrado. Las causas subyacentes del estrés aculturativo son complejas , y las consecuencias psicológicas pueden afectar la salud mental de manera importante.

    Las personas que experimentan estrés aculturativo a menudo se encuentran en situaciones de cambio cultural abrupto, como la migración, la expatriación o la inmersión en una nueva sociedad. A dios gracias que lo mío fue voluntario y con la intención de mejorar mi vida. La transición cultural puede desencadenar una serie de desafíos, ya que los individuos se enfrentan a la tarea de adaptarse a un conjunto diferente de normas sociales, valores y expectativas, muchas veces implícitas y difíciles de ver. Este proceso puede generar un conflicto interno entre las prácticas culturales previas y las nuevas que termina generando este tipo de estrés.

    Las causas del estrés aculturativo pueden variar según la situación individual, pero algunas de las principales incluyen la pérdida de familiaridad y seguridad, la barrera del idioma, la discriminación percibida y la falta de apoyo social. La pérdida de la red de apoyo y las estructuras familiares puede dejar a los individuos sintiéndose aislados y desamparados, aumentando así los niveles de estrés. La barrera del idioma, por otro lado, puede dificultar la comunicación y la comprensión, creando un ambiente en el que el individuo se siente excluido o incomprendido.

    La discriminación percibida también desempeña un papel crucial en la generación de estrés aculturativo. La experiencia de ser tratado de manera diferente debido a factores como la nacionalidad o el origen étnico tiene un impacto negativo en la salud mental. La falta de apoyo social, ya sea por la ausencia de una red de amigos o familiares, puede exacerbar aún más el estrés, puesto que el individuo carece de recursos emocionales para enfrentar los desafíos.

    Las consecuencias psicológicas del estrés aculturativo son diversas y pueden afectar la salud mental de diferentes maneras. La ansiedad y los síntomas depresivos son habituales, ya que el individuo se siente abrumado por las demandas emocionales y cognitivas de la adaptación cultural. Además, el estrés aculturativo puede contribuir al desarrollo, en casos extremos, de trastornos de estrés postraumático, especialmente en casos de migración forzada o experiencias traumáticas asociadas con la transición cultural.

    Otro aspecto relevante es el impacto en la autoestima y la identidad personal y cultural. Enfrentarse a una nueva cultura puede generar dudas sobre la propia identidad, llevando a una búsqueda de equilibrio entre la preservación de las raíces culturales y la integración en la cultura adoptiva. Esta lucha interna puede generar conflicto psicológico y emocional, afectando la autoimagen y la autoestima del individuo porque al final no sabes quién eres, cómo te defines y cómo quieres que te vean los demás.

    En términos de salud física, el estrés aculturativo también puede tener consecuencias negativas. Algunos estudios sugieren que el estrés crónico derivado de mudarse a otro país, por la razón que sea, puede contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, trastornos gastrointestinales y otros problemas de salud vinculados con este tipo de situaciones ansiógenas (Kim et al. 2017). Además, la relación entre el estrés aculturativo y el aumento de comportamientos de riesgo, como el consumo de sustancias y la adopción de hábitos poco saludables, también ha sido documentada en la literatura científica.

    man covering face with both hands while sitting on bench

    ¿Qué se puede hacer?

    Es esencial abordar el estrés aculturativo desde una perspectiva holística, reconociendo la complejidad de las causas y las diversas manifestaciones de sus consecuencias psicológicas. La intervención psicológica y el apoyo social, de nuevo y como en todos los casos de problemas relacionados con el estrés y la ansiedad, son fundamentales para ayudar a los individuos a enfrentar estos desafíos de manera efectiva. La psicoterapia «culturalmente sensible», que tiene en cuenta la diversidad cultural y la singularidad de la experiencia del individuo, puede ser especialmente beneficiosa en la gestión de esta situación.

    Yo me he tenido que adaptar a la cultura danesa, a una nueva forma de trabajar, he aprendido el idioma y me he desvinculado de mis amigos y de mi familia. Pero me ha ido bien porque soy un privilegiado. Aún así, yo también he sufrido situaciones estresantes que no habría vivido si me hubiera quedado en Valencia. He perdido la familiaridad con mi entorno, he sudado lo mío para aprender danés, me he sentido discriminado y a veces me he sentido muy solo. He tenido la inmensa suerte de que no he tenido que ir a terapia por eso y me he integrado razonablemente bien, con esfuerzo, pero más o menos lo he conseguido. Pero no puedo evitar sentirme doblemente extranjero. Y eso, por muy bien que te vayan las cosas, es difícil.

    No puedo ni imaginarme la situación por la que pasan los millones de personas que tienen que emigrar en circunstancias muchísimo peores que la mía. Tiene que ser un horror.