English is one of the very few Germanic languages that preserve the Germanic th-sound. For example, three is drei in German, trije in Frisian, and tre in Swedish. These languages used to have this th-sound as well, but they lost it long ago.
Etiqueta: inglés
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La invasión normanda y las palabras francesas en inglés
El francés fue la lengua oficial de la corte y del gobierno en Inglaterra durante la edad media. Esto se debe a la conquista normanda de 1066, cuando Guillermo el Conquistador, un duque normando que hablaba francés, invadió Inglaterra. Durante varios siglos después de la conquista, el francés fue la lengua de la nobleza, las leyes y los documentos oficiales del país.
Batalla de Hastings
Por eso, el inglés terminó adoptando una gran cantidad de palabras anglo-normandas, especialmente en el ámbito del gobierno, la ley, la aristocracia y la comida. Muchas de las palabras en inglés moderno que se relacionan con estos campos, como «government» (gobierno), «court» (corte), «judge» (juez), «attorney» (abogado), y «cuisine» (cocina), tienen sus raíces en la lengua francesa.
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Son las 21:22 del miércoles 16 de agosto y todavía estoy en el trabajo: estoy preparando una clase sobre la diferencia entre «certeza» y «verdad». El cacao maravillao que me estoy haciendo entre el inglés, el danés y el castellano es estupendo.
certainty = certeza = sikkerhed / vished / bestemthed
certain = cierto / seguro = sikker / sikkert / vist
Pero si empiezo con el danés, la cosa cambia:
sikkerhed = seguridad = security / safety
sikkert = certain = cierto
sikker = seguro = safe / sure, certain
vist = obvious
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¿Cuántas palabras distintas usamos y de dónde vienen las palabras nuevas?
Este vídeo de Marcel Danesi explica cómo las palabras nuevas entran a formar parte del corpus diario de los hablantes. Da un dato que no termino de creerme: el número de palabras inglesas actualmente en uso son 170.000. Me parece una barbaridad. Está claro que para Danesi, 170.000 es el número de palabras estimado de todos los hablantes de la lengua; en otras palabras, no todos los hablantes disponen de tantas: unos tendrán un número de palabras P y otros tendrán un número Q. Tomando los números de palabras distintas hará 170.000.
Nagy y Anderson (1982) decían ya hace años que hay que coger con pinzas las cifras que salen publicadas sobre la extensión del vocabulario de los hablantes porque no hay criterios unificados para contarlas: ¿contamos absolutamente todas las palabras o sólo tenemos en cuenta los lexemas? ¿Son matar, mato, mataste, mataríamos palabras que debemos contar por separado o como una sola? En el primer caso, palabras con gran número de morfemas (p. ej., terminaciones), como el español o el húngaro, tendrían un número desproporcionadamente alto de palabras en comparación con otras que apenas tienen flexión, como el danés o el inglés. Por ejemplo, según el primer criterio, los chavales de tercero en EE. UU. saben unas 25.000 palabras en inglés o unas 2.000, si sólo contamos morfemas, e. d. me parece una diferencia enorme sabiendo que el inglés apenas tiene flexión, pero bueno.
Aunque de momento no parece que vayan a ponerse de acuerdo en el número de palabras del inglés, merece la pena verlo:
Referencias
Nagy, W. E., & Anderson, R. C. (1982). The number of words in printed school English. Center for the Study of Reading Technical Report; no. 253.
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Cómo no aprender una lengua extranjera
¿Cuánto tiempo llevas estudiando inglés? ¿Estás hasta el coño o hasta los cojones de aprender listas de phrasal verbs que no te sirven para nada?
Las mamás y los papás de los chavales a los que enseño están en una situación parecida. Entre sollozos se acercan a mí y me preguntan qué pueden hacer para que los enanos aprendan alemán con menos dolor, sangre y palizas.
No hay una receta magistral, porque depende de la lengua que estés aprendiendo, de tu lengua materna, de tus conocimientos previos y de tus intereses, etc. El alemán es más fácil para un danés que para un español. Pero los españoles tienen menos problemas con el italiano que los holandeses. Para los dos es igual de inaccesible el mandarín (ese que sí existe, no como el chino). Pero para un tailandés, el mandarín no es nada del otro jueves.
Y además, no todas las lenguas se estudian de la misma forma en todas las etapas de la vida: lo que sirve para un adulto normalmente no funciona para un niño y al revés. Los niños no aprenden su primera lengua con listas de vocabulario. Aprenden a decir las cosas más inmediatas y necesarias. Mamá, papá, caca, no… y todos entendemos por qué el primer día del curso de alemán en la Escuela Oficial de Idiomas no nos enseñan a decir mamá pica culo.
No es fácil saber lo que funciona para todo el mundo, pero sí está claro qué métodos no suelen funcionar. Por ejemplo: no puedes esperar aprender una lengua si solo te dedicas a traducir. Millones de españoles han estudiado latín traduciendo y solo los raros saben hablarlo. Está claro que hacer traducciones con regularidad ayuda porque es una práctica ordenada y sostenida, no porque sea productivo. Es decir, que si todos los días traduces mil palabras, lo que estás haciendo no es aprendiendo de la traducción sino que estás haciendo ejercicios todos los días. Al final tienes que recordar palabras por necesidad. Por c*j*n*s. Me pasó a mí, que terminé sabiendo un huevo de tuning de BMW cuando todavía no tenía ni el carné de conducir. Aprenderías en la misma medida leyendo en voz alta todos los días durante media hora un artículo cualquiera de la Wikipedia.
Los cuentos infantiles no son la mejor lectura para aprender lenguas
Allá va otro clásico: me voy a comprar un libro de cuentos para niños en alemán, y así aprenderé un montón. De alemán, se entiende.
No.
Mentira.
A ver, están escritos para niños o para sus padres, seres privilegiados que tienen el alemán como primera lengua, no como lengua extranjera. Que estén pensados para un público infantil no implica que sean fáciles por su vocabulario o por su sintaxis, sino que la estructura de la narración permite a los niños sacar moralejas con facilidad y aplicar ciertos patrones morales a situaciones de la vida diaria. Pero no son la lectura más adecuada para aprender vocabulario. No lo son. De verdad.
Un botón de muestra. No he reinventado la rueda, he copiado el comienzo del primer cuento que me ha venido a la cabeza:
Erase una vez un leñador muy pobre que tenía dos hijos: un niño llamado Hansel, y una niña llamada Gretel, y que había contraídonuevamentematrimonio después de que la madre de los niños falleciera. El leñador quería mucho a sus hijos pero un día una terrible hambrunaasoló la región. Casi no tenían ya que comer y una noche la malvada esposa del leñador le dijo: “No podremos sobrevivir los cuatro otro invierno. Deberemos tomar mañana a los niños y llevarlos a la parte más profunda del bosque cuandosalgamos a trabajar. Les daremos un pedazo de pan a cada uno y luego los dejaremos allí para que ya no encuentren su camino de regreso a casa.”
Hänsel y Gretel, Versión de Wikisource. En negrita, he marcado las palabras y las estructuras que no sirven para nada. De hecho, estorban. ¿De verdad te sirve para algo la palabra malvada? ¿Y hambruna? He subrayado cuando salgamos porque cuando salimos mañana es comprensible para un hablante de lengua materna sin necesidad de meterse en berenjenales con el subjuntivo. Que sí, cuando llegues al B2 ya lo practicarás, pero hasta entonces, nada te impide usar el indicativo con cuando con sentido de futuro. Es decir, que cualquier español entendería una frase como cuando salgo mañana de trabajar voy al puticlub de la esquina sin usar el subjuntivo o el futuro simple como en cuando salga mañana iré al puticlub de la esquina.
Por cierto, la traducción al castellano me parece más difícil que el original en alemán. Qué cosas.
No digo que no haya que saber las palabras y las expresiones que he subrayado arriba, sino que no son útiles cuando uno está buscando la forma de adquirir vocabulario y fluidez. Cuando alguien ya tiene el nivel suficiente como para usar palabras de registros como hambruna o contraer matrimonio ya no es necesario aprender vocabulario porque es un proceso más o menos natural que se desarrolla con el uso de la lengua. O sea, que leñador es útil, pero solo si ya sabes pedir una paella sin gambas o ir al banco a reclamar unas tasas. A no ser que seas un leñador que no corta madera sino que se cuida para gustarle a otros leñadores.
Haz una prueba de nivel
Si no sabes si has alcanzado ese nivel, pregúntate lo siguiente:
- ¿Podrías comprar un billete de tren en una máquina? ¿Entenderías todas las indicaciones de los carteles impresos donde se detallan todos los horarios?
- ¿Irías a un dentista a que te hicieran una endodoncia?
- ¿Podrías empadronarte?
Si puedes responder sí a las tres preguntas sin dudarlo, probablemente tengas un C1 y ya no necesitas aprender vocabulario, adquirir fluidez o repasar la gramática a no ser que estudies filología. Ya vendrá.
Si respondes que no, date por jodida/o. Todavía te queda un camino por delante. Tienes que aprender más palabras. Y tienes que hablar más rápido.
La clave está en el interés
¿Por qué te sacaste el carné de conducir? Para poder ir de un sitio a otro rápidamente sin tener que estar comprando bonometros, por ejemplo. Excepto para una proporción pequeña de los conductores, el resto del mundo nos sacamos el carné por razones diferentes a la de disfrutar de la conducción.
Aprender inglés es como sacarse el carné de conducir. Lo haces para ipoder acceder a un mejor puesto de trabajo, para poder irte de vacaciones a cualquier parte del mundo civilizado o, quién sabe, para poder leer a Hemingway sin traducir. Raros hay en todas partes. En definitiva, estudiar inglés es una tarea que no tiene beneficio en sí misma y eso hace todo mucho más difícil.
Leer cuentos desanima y el desaliento, junto con el aburrimiento, es el Enemigo con mayúsculas del aprendizaje de las lenguas extranjeras. Si estás leyendo un texto con palabros que no entiendes y tienes que ir cada línea tres veces al diccionario, si lo que lees no te sirve para tu vida diaria o si lo que lees ya sabes como termina, te vas a aburrir. Si te aburres, poco vocabulario vas a aprender. Por lo tanto, una de las claves es que lo que estás leyendo te interese. Por cualquier razón. Pero que te interese. Si te interesan Los tres cerditos, deja lo que estás haciendo y llama al 112.
[Nota: Hay que decir que lo de saber cómo termina sí puede ayudar, por ejemplo cuando eres tan friki que te sabes los diálogos de una película. Pero eso es otra historia.]
Uy, me han dicho que leer cosas que me interesen va a ayudarme mucho a aprender vocabulario. Pues voy a leerme “El Señor de los Anillos”, que me superencanta.
No. Precisamente, El Señor de los Anillos no es tan fácil como para andar leyéndoselo para aprender vocabulario. Prueba con otra cosa. Algo facilito y menos restrictivo. Bueno, quizá necesites practicar palabras de jergas específicas, como quebrada, batallón u orco.
Los cuentos infantiles no son obra del Demonio
Que quede claro: los libros para niños no son hijos de Belcebú ni nos va a dar el ébola por tocarlos. De hecho, leer libros para niños puede sernos útil para aprender. Pero hay que asegurarse de que no contengan palabras difíciles y de que no usen palabras y expresiones del siglo diecinueve, como tienen por costumbre muchas editoriales de cuentos en España. Porque al final no sabes si está hablando Bambi o Alfonso XII. De los cuentos modernísimos con títulos como Tito se tira peditos o ¿Por qué tengo dos mamás?, absténgome de hablar.
Yo aprendí mucho vocabulario inglés leyendo sobre cosas que me interesaban. O que necesitaba. ¿No dicen eso de que la necesidad es la madre del ingenio? Pues eso.
Y para los imperativos, el porno es lo mejor. Sigue, sigue, así, cómemer…O con el vídeo de abajo. Una hora de Manolo, cómeme el coño.