Etiqueta: psicología del desarrollo

  • El desarrollo temprano según David Stern

    El desarrollo temprano según David Stern

    Me acabo de leer «Markante Forældre», de Rikke Yde Tordrup, que rata sobre la importancia de la participación activa de los padres en la vida escolar de sus hijos y cómo gestionar la situaciones de esas familias que están continuamente quejándose en las escuelas. No para de mencionar la teoría del desarrollo de David Stern, que centra su atención en cómo se produce este proceso a partir de las primeras interacciones del bebé con su entorno y cómo se construye el sentido del yo mismo a través de estas relaciones. En este artículo, voy a explorar ideas más importante de su enfoque, conocido habitualmente como «intersubjetivo».

    El enfoque de Stern: ¿cómo se forma el sentido del yo?

    Para Stern, el desarrollo del sentido del yo en los niños no es un proceso lineal ni jerárquico. Dice que desde los primeros meses de vida, los niños son capaces de formar diferentes «sentidos del yo», que se desarrollan en paralelo. Estos sentidos son las bases para la construcción de la identidad, la autonomía y las relaciones interpersonales.

    Stern distingue entre varios tipos de yo que surgen en etapas distintas del desarrollo:

    1. El yo emergente (0-2 meses). Durante las primeras semanas de vida, el bebé no tiene una experiencia consciente del yo como entidad separada. Sin embargo, ya muestra una sensibilidad innata hacia el mundo, buscando patrones y regularidades que le permitan organizar su experiencia. Esta etapa es fundamental para el establecimiento de una base sobre la cual se construirá el sentido del yo posterior.
    2. El yo nuclear (2-6 meses). En esta fase, el bebé empieza a experimentar un sentido de cohesión y continuidad a través de sus experiencias corporales y emocionales. La repetición de ciertos patrones —como la sonrisa de la madre o las sensaciones derivadas de la alimentación— dan lugar a una experiencia de identidad más estable y reconocible.
    3. El yo subjetivo (7-9 meses). Aquí es donde entra en juego la intersubjetividad. El niño empieza a comprender que los demás también tienen estados internos y que estos pueden ser compartidos. El juego de miradas, los gestos y la imitación son herramientas clave para que el bebé explore este nuevo campo de interacciones.
    4. El yo verbal (a partir de los 18 meses). Con la adquisición del lenguaje, el niño da un salto cualitativo en su desarrollo. Ya no solo comparte estados emocionales a través de gestos o expresiones faciales, sino que puede verbalizar y simbolizar sus pensamientos y emociones. Este avance permite una mayor complejidad en las interacciones sociales y un sentido del yo más diferenciado.

    La importancia de la intersubjetividad

    Uno de los aspectos más innovadores de la teoría de Stern es su enfoque en la intersubjetividad, que hace referencia a la capacidad de compartir experiencias subjetivas con otras personas. Stern sostiene que, desde muy temprano, los bebés buscan la sincronía emocional con sus cuidadores, lo que les permite construir un sentido de conexión interpersonal. Este proceso no es solo crucial para el desarrollo del yo, sino también para la creación de lazos afectivos y sociales duraderos.

    La intersubjetividad se manifiesta, por ejemplo, en el «ajuste afectivo» entre madre e hijo. Si la madre es capaz de sintonizarse con las necesidades emocionales del bebé —respondendo a su llanto o interactuando de manera juguetona cuando este lo solicita—, se crea una base sólida para el desarrollo emocional y social. Stern enfatiza que estas primeras experiencias de sintonía son esenciales para el bienestar emocional futuro del niño.

    La teoría de Stern en el contexto actual

    La visión de Stern ha sido especialmente influyente en áreas como la psicología del apego, la psicoterapia infantil y el estudio de las relaciones tempranas. Hoy en día, su enfoque se utiliza para comprender no sólo las relaciones madre-hijo, sino también para analizar problemas de desarrollo como los trastornos del espectro autista o las dificultades en la regulación emocional.

    Además, el enfoque de Stern ha sido relevante para aquellos que trabajan en la intervención temprana, ya que subraya la importancia de un entorno social y afectivo adecuado en los primeros años de vida. Comprender que el desarrollo del yo se construye a través de la interacción a las maestras y los maestros, y de ahí la razón por la que este asunto me interesa tanto, centrarse en el fortalecimiento de las relaciones interpersonales como una forma de fomentar el bienestar infantil.

    David Stern nos ofrece una perspectiva rica y compleja sobre el desarrollo infantil, que va más allá de las visiones tradicionales. Su énfasis en la intersubjetividad y la construcción del yo a través de la interacción con el entorno resalta la importancia de las relaciones humanas en los primeros años de vida. Comprender cómo se forman y evolucionan estos primeros lazos nos proporciona una valiosa comprensión del desarrollo humano en su totalidad.

    Bibliografía
    
    Fonagy, P., Gergely, G., Jurist, E., & Target, M. (2002). Affect Regulation, Mentalization, and the Development of the Self. Other Press.
    
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    Stern, D. N. (1985). The Interpersonal World of the Infant: A View from Psychoanalysis and Developmental Psychology. Basic Books.
    
    Trevarthen, C. (2005). “Action and Emotion in Development of the Human Self, its Sociability, and Cultural Intelligence: Why Infants Have Feelings Like Ours.” En Emotion in Early Development, editado por J. Nadel y D. Muir. Oxford University Press.
  • La prueba de las tres montañas y el desarrollo cognitivo

    Todas las imágenes en psicología son yuyantes a más no poder. Ésta es la que menos mal rollo da de todas las que he encontrado sobre la tarea.

    En la prueba de las tres montañas, desarrollada por Piaget e Inhelder en los años 50, los participantes, generalmente niños, observan una maqueta con tres montañas de diferentes tamaños y formas. Luego, se les muestra la misma escena desde otra perspectiva, y se les pide que elijan una fotografía que represente la vista desde el punto de vista de un muñeco llamado originalmente «Jean». Que el muñeco se llame como el psicólgo suena regulín. La tarea se utiliza para evaluar la capacidad de los niños para comprender la perspectiva visual y la capacidad de tomar la perspectiva de otra persona.

    Piaget sugirió que los niños pasan por distintas etapas de desarrollo cognitivo, y la tarea de las tres montañas es un ejemplo de cómo los niños en las etapas más tempranas tienden a tener dificultades para comprender la perspectiva visual de otra persona. Piaget identificó esta etapa como la etapa preoperacional (de los dos a los siete años) en su teoría del desarrollo cognitivo.

    No todos los niños pueden adoptar la perspectiva de terceras personas

    Según esta teoría, la capacidad de adoptar una perspectiva diferente a la hora de resolver cuestiones como la que se plantea en la tarea va evolucionando a medida que los niños pasan de una etapa a otra de su desarrollo cognitivo. En la etapa preoperacional, los niños suelen tener dificultades para adoptar la perspectiva de otra persona y comprender diferentes puntos de vista. O sea: al preguntarles qué vería Jean, el muñeco, desde su perspectiva, los niños que no son capaces de adoptar el punto de terceros dirían que ven lo que el niño ve. En el momento que pueden adoptar otras perspectivas, la cosa cambia y son capaces de decir qué vería la otra persona, cada vez con más exactitud.

    A medida que los niños progresan en su desarrollo cognitivo, específicamente en la etapa de las operaciones concretas (que generalmente comienza a los siete y continúa hasta los once años), su capacidad para adoptar perspectivas diferentes va mejorando. Aunque muchos niños y muchas niñas no puedan, algunas ya han desarrollado habilidades mentales más avanzadas y pueden entender mejor la idea: en otras palabras, no todos los individuos responden de la misma menera en el mismo momento de sus vidas.

    Estas diferencias pueden atribuirse a diversas variables. En primer lugar hay que tener en cuenta que los factores genéticos y la herencia influyen en las capacidades intelectuales y en la predisposición a aprender. La otra, en mi opinión, es la pasta: el entorno familiar y el nivel socioeconómico sabemos que afectan decisivamente al acceso a estímulos y recursos educativos (o sea, que los niños pobres lo tienen peor) y la interacción con los cuidadores influyen en el desarrollo cognitivo. Pero también habría que hablar de las condiciones de salud, el temperamento o el entorno cultural, social e histórico. El desarrollo no es una receta infalible: a medida que van creciendo, aumenta el número de factores que influyen en este proceso.

    Etapas de desarrollo cognitivo

    La teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget propone cuatro etapas distintas. En la primera etapa, la sensoriomotriz (0-2 años), los niños exploran el mundo a través de los sentidos y acciones motoras. La etapa preoperacional (2-7 años) se caracteriza por el desarrollo del lenguaje y la capacidad de representación simbólica, pero con limitaciones en la comprensión de perspectivas diferentes. En la etapa operativa concreta (7-11 años), los niños adquieren habilidades de pensamiento más lógico y pueden entender conceptos abstractos. La etapa de operaciones formales (11 años en adelante) implica el razonamiento abstracto y la capacidad de pensar en hipótesis y probabilidades. Piaget sugiere que los niños atraviesan estas etapas secuencialmente, cada una marcada por cambios cualitativos en la forma en que perciben y comprenden el mundo.

    El desarrollo cognitivo, no obstante, puede variar entre los niños, y algunos pueden mostrar habilidades más avanzadas antes o después de la edad típica asociada con una etapa específica. La tarea de las tres montañas es un componente clave en la investigación de Piaget sobre el desarrollo cognitivo y ha sido utilizada para evaluar la capacidad de representación espacial y la adopción de perspectivas en niños.