• Una hora y media de llamada de trabajo

    person holding black smartphone

    Hoy he hablado por teléfono con la que va a ser mi segunda de a bordo en el centro del que me han nombrado director. Hemos estado una hora y media discutiendo planes, decidiendo plazos, distribuyendo tareas y pensando cómo subir los sueldos de manera razonable para no pillarnos los dedos.

    Es un centro financiado públicamente y la plantilla son (somos) funcionarios, pero tenemos margen para subir los salarios, siempre que esté justificado y Copenhague apruebe el presupuesto. La verdad es que no tengo ni idea de cómo funciona en España, pero sé que lo que cobran los maestros y todo el personal de los centros públicos está determinado por ley. Aquí establecen unas bandas en las que te puedes mover porque entienden que los salarios pueden negociarse localmente dependiendo de las características del centro. También os digo que con el mínimo que marca el ministerio, los sueldos de las maestras y los maestros es bastante digno y el poder adquisitivo es equivalente al de los funcionarios de rango medio-alto. En definitiva: están bastante bien pagados.

    Total, explicado lo anterior, que me enrollo últimamente como las persianas, hemos estado una hora y media hablando y al final ya no sabía ni cómo me llamaba. Por suerte, ella tampoco y hemos empezado a desvariar no sólo con lo que teníamos que hacer, sino con historias de nuestra vida personal. Pero encanados de la risa. Y yo, últimamente no paro de reírme y cuando empiezo me atasco muchísimo.

    Sé que es un post intrascendente, pero este blog es mío y me lo follo cuando quiero. Como dijo Salustio, que sabemos que todo en latín suena más interesante:

  • Seis experimentos

    holding the card with baum test

    Hoy he supervisado seis experimentos en psicología social y cognitiva en dos laboratorios: teníamos una muestra de 120 individuos (edad: 18–23, 56% mujeres) y los datos tenían que ser recogidos por 12 experimentadores y 7 asistentes de laboratorio. Para tirarse por la ventana.

    Los experimentos trataban temas como la memoria a corto plazo y la memoria ejecutiva o comportamientos prosociales según variables del entorno, como la temperatura. Hay una ley que me impide dar más detalles de los experimentos hasta que no haya terminado el plazo en el que los participantes pueden revocar su permiso a que usemos los datos que han generado, así que no puedo contar nada más. No los doy no porque no haya cometido ilegalidades en este blog a lo largo de los 17 años en los que ha estado funcionando, que tampoco lo he hecho, jamás, sino que si meto la pata, no me afecta a mí, sino a los estudiantes. Así que punto en boca.

    Lo teníamos todo bastante atado, pero en un giro inesperado de los acontecimientos, va y me he dormido: he llegado una hora más tarde de lo que esperaba. No es que llegara más tarde de la hora a la que estaban programados los experimentos, pero cuando he llegado, mis estudiantes estaban dando vueltas como pollos sin cabeza. Como siempre soy puntual, al ver que no llegaba han creído que era una señal de que el fin de los tiempos se estaba acercando o de que había echado a correr con la pasta (siempre hay alguien que echa a correr con la pasta, ¿no?). Unos estaban encomendándose a dios, de rodillas, otros se habían ido a saquear el ultramarinos y el resto se habían arrojado a una espiral de desenfreno y estaban follando todos con todos.

    Bueno, igual esta última parte es exagerada. Pero os hacéis una idea.

    Si mis estudiantes eran quienes tenían que recoger datos, ¿qué hacía yo allí? Pues tenía que garantizar que todos los experimentos se llevaban a cabo dentro del marco de la legalidad y garantizando los estándares éticos en psicología, como no generar estrés, no engañar o no darles dos hostias cuando no te dan la respuesta que estás esperando. Mi responsabilidad no se limita a enseñarles a obtener datos; también tengo que entrenarles para que diseñen experimentos de calidad y para que la ética no sea nunca un problema.

    Hasta el martes no podremos saber cómo han salido. Creo que cuatro han salido bien, uno creo que ni de coña, y el último, habrá que hacer los cálculos. El martes podré contar más. Sé que no os interesa en lo más mínimo, pero yo lo cuento. Algunos lleváis 17 años (cómo me gusta repetirlo) leyendo las gilipolleces que escribo.


    ¿De verdad me tenía que quedar dormido hoy? 
  • Lo que estoy haciendo con mi clase de segundo de psicología es flipante. En serio.

    Post intrascendente.

  • Intensidad

  • La extraña trieja

    A estas horas estaré de camino a Berlín, por enésima vez, con un grupo de chavales. Esta vez son bastante mayores que los que solía llevarme de viaje de estudios, tienen entre 16 y 22 años. Me acompañan dos profes: el de historia y la de física. Somos la extraña trieja: él no habla con nadie en la sala de profes pero los estudiantes dicen que no para de hablar en clase. Y ella, bueno, ella es profe de física.

    El programa es el de un viaje de estudios de estas características: ver los mismos museos de siempre, comer comida basura, de la que no se puede conseguir en Mordor, y volver con una ETS. Yo no, pero más de dos y más de tres, seguro. Esta vez me da igual, legal y personalmente. Mientras la policía no se ponga en contacto conmigo y no sea necesaria la intervención de ningún servicio sanitario, me doy por satisfecho.

    Seguiré informando.

  • Estoy agotado después de una semana larguísima.

    Hoy he dado cuatro horas de clase y me han salido bordadas. Lo digo porque me peta, porque este es mi blog y me lo follo cuando quiero. Pero es que teníais que haber estado en la clase: joder, qué bien me ha salido. Sobre todo la primera, sobre la Teoría de la Identidad Social de Tajfel y Turner. En algún momento del fin de semana, si tengo tiempo, me pongo a escribir un post: mientras tanto, confórmate con el enlace, que no es poco.

    Qué a g o t a d o estoy.

  • 15000 caracteres

    En esta entrega teníamos que escribir una reflexión teórica de 15000 caracteres.

    ¿Quieres 15000? 15000 tendrás. Ni uno más, ni uno menos.

  • Odio los festivales de navidad del colegio. Este año les he puesto a cantar Eres tú, la de Mocedades de Eurovision del año del catapum. El año que viene toca Ojete Calor.