Éste es un texto de 2018 actualizado el 13 de agosto de 2023.
El gallinero anda revuelto con Cataluña. En los últimos meses he llegado a leído que se discrimina a los castellanoparlantes porque Zara rotula los precios en catalán y he presenciado reyertas sobre si el catalán es más antiguo que el castellano. De todas las estupideces respecto «la cuestión catalana», éste de la antigüedad de las lenguas entra en la categoría de pronóstico de problema cognitivo severo.
¿El castellano es más antiguo que el catalán? No.
¿El catalán es más antiguo que el castellano? No.
¿Entonces ambos son igual de antiguos? No.
¿Importa? No.
¿Sabremos algún día la respuesta? Nunca.
Ni sabemos cuándo nacieron el catalán o el castellano, ni cuántos hablantes había de cada una de las dos en qué momento, ni si el heredero espiritual del pensamiento romano es el francés meridional o el inglés de Rajoy. Son discusiones necias que sirven para ver quién la tiene más gorda. Nota bene: si te descuidas, en Forocoches puedes llegar a leer gilipolleces como que los triceratops ya hablaban euskera.
Las lenguas son como las cucarachas: seres vivos que nacen, crecen, se reproducen y mueren. Algunas resucitan, como el hebreo moderno. Otras son muertos vivientes, como el córnico. Aquí una lista de lenguas en peligro. Y aquí un mapa estupendo sobre el mismo asunto. Pero eso es otra historia que deberá ser contada en otro momento.
Una noticia de 2013
Dicen que cada año canino son siete años humanos. Siguiendo el mismo principio, un eructo humano equivale a cinco años en lingüística histórica, semana arriba, semana abajo. La noticia de abajo es de 2013, o sea, que en términos filológicos, sigue siendo una noticia fresquita.
Carmel O’Shannessy, de la Universidad de Michigan, ha descubierto que un grupo de unos 600 warlpiris, en el Territorio del Norte, Australia, están empezando a usar una nueva lengua a la que los filólogos han llamado light warlpiri. Esta lengua era desconocida anteriormente y, aunque está emparentada con el inglés, se ha desarrollado al margen de éste y de la otra lengua vecina, el warlpiri.
Observar el nacimiento de una lengua es un evento excepcional. Más aún si esta lengua expone mecanismos extraordinarios, algunos de ellos desarrollados a partir de las gramáticas y las relaciones léxicas de sus lenguas madre.
Orígenes
Es imposible certificar la fecha exacta del nacimiento de una lengua. Es como determinar el día y la hora en la que los dinosaurios se convirtieron en aves. Es un proceso progresivo para el que no existen fronteras. Para Carmel O’Shanessy, el light warlpiri nació en los años 70 u 80 del siglo XX, porque los hablantes más viejos tienen unos 45 años.
Una lengua criolla
Al principio, el light warlpiri no era más que una variante criolla del warlpiri. En otras palabras, usaban vocabulario de una lengua y estructuras de otra, en este caso el warlpiri y el inglés. Con el tiempo, estas hablas terminan cuajando de tal manera que crean un sistema nuevo con elementos de ambas lenguas. Si un habla con elementos de dos lenguas diferentes llega a convertirse en la forma de comunicación primaria de una generación entera, se considera que ha nacido una nueva lengua criolla. Pero esto es algo que no ocurre de hoy para mañana.
O sea, que si mezclamos la gramática del español y usamos palabras del inglés, con el tiempo ya tenemos una lengua criolla, ¿no? Pues no. Para que una mezcla de dos lenguas se convierta en una tercera, uno ya no puede mezclar las palabras como le sale del arco del triunfo, sino que tiene que usar estructuras consideradas válidas dentro del sistema de la lengua criolla. Aunque criolla rima con polla, no puedes hacer lo que te salga de la misma.
Pero ya me estoy extendiendo mucho con las lenguas criollas: lo dejo para el post siguiente.
La lengua warlpiri
La lengua warlpiri, una de las dos mamás de esta nueva lengua, está bien estudiada. Su fonología es sencilla: tres vocales cortas y tres largas, como el árabe clásico, y unas consonantes normalitas, sin fricativas, pero con retroflejas. Las raíces verbales son escasas, pero con mecanismos morfológicos desarrollan una gran cantidad de lexemas, e. d., que no porque tengan pocas raíces tienen problemas para expresar ideas. La morfología es aglutinante, o sea, que las terminaciones se pegan una detrás de la otra a mogollón, como el vasco, el húngaro, el esperanto o el finés. Hasta ahí, nada para flipar.
Sin embargo, los orgasmos cósmicos de los filólogos vienen con el avoidance register. En pocas palabras, el avoidance register o “registro de evitación”, traducido a lo bruto, es un mecanismo mediante el que ciertas palabras y expresiones están limitadas a su uso en determinados contextos comunicativos que dependen de las personas que intervienen en el acto de habla. O sea, que según quién participe en la conversación, los hablantes usan unas expresiones u otras.
En warlpiri, no se permite la conversación entre ciertos miembros de la familia, por ejemplo uno no puede hablar como si tal cosa con los suegros. Sorpresa. Si es estrictamente necesario dirigirse a ellos, entonces hay que usar este registro. El vocabulario es mucho más restringido que en la lengua normal. Por ejemplo, la lengua dyirbal usa las palabras dyambun, bugulum, mandidya y gaban para designar diferentes tipos de larvas. Sin embargo, al hablar con la suegra, todas esas palabras se convierten en tabú y deben usar la palabra dyamuy para designar a los cuatro tipos de gusano. Es más o menos como usar la tercera persona del singular al dirigirnos a un desconocido.
Los warlpiri, durante generaciones, han usado el warlpiri (el “warlpiri” a secas) y el inglés. Ethnologue dice que hay 2510 hablantes, según el censo de 2006. Esta lengua de la familia Pama-Nyungan, es una de las pocas que resiste el acoso del inglés. De las 300 y pico lenguas australianas vivas cuando llegaron los colonizadores, solo sobreviven 90. Y de ésas, 17 tienen el vigor necesario para sobrevivir a largo plazo. El asunto de las lenguas en peligro es interesante de cojones, pero también es una historia para otro momento.
El light warlpiri está en pañales. Sabemos que está evolucionando rápidamente y que con el tiempo las diferencias con sus lenguas madres se harán tan grandes que los hablantes de unas y otras terminarán sin poder entenderse. Éste es el primer criterio para distinguir una lengua de una variante. Aplíquese para el valenciano y el catalán, por ejemplo.
No quiero enrollarme más. Determinar si el castellano es más antiguo que el catalán o al contrario, no solo es una una discusión estúpida, sino que puede arruinar discusiones reales que sí merece la pena. Como decía Benford, «la pasión asociada a una discusión es inversamente proporcional a la cantidad de información real disponible.»