Estoy leyendo sobre las movidas que tienen las familias en las que algún miembro sale del armario trans. Un capítulo del libro de Shon Faye se dedica a la infancia. No se centra en las vivencias del individuo, sino del entorno y cómo gestionan que, a los cuatro años, te digan «es que no soy un chico, soy una chica». Las vivencias de culpabilidad, miedo y desconcierto son universales en Occidente. Da igual lo avanzada que esté la legislación y la sociedad, que siempre aparece ese triunvirato de vivencias: culpabilidad, miedo y desconcierto.

Es terrible.