Están tratando de regular la prostitución en el Congreso y en el Senado, pero la comisión que se ha creado para encargarse de elaborar esta norma, como la prostitución no es digna de ser regulada –según ellos–, recomienda que se creen campañas de sensibilización para luchar contra la explotación de las mujeres que pueden caer en manos de mafias y proxenetas varios y perseguir más duramente a estos individuos que se aprovechan de mujeres que están en una mala situación económica. Ya era hora de que se insistiera en el tema, pero la ley no va a cambiar, por lo menos de momento. Vamos, que no han querido mojarse las manos, ni recomienda abolirla ni recomienda legalizarla ni regularla como una profesión más, quicir, la cosa va a seguir como hasta ahora, mal. Las mujeres que se dedican a esto van a seguir sin nadie que las ampare ante los abusos de meretrices y meretrizos, de clientes cabrones, si es que la palabra “cliente” se puede utilizar en este contexto, pero eso es harina de otro costal, no van a recibir nada del estado –con minúscula–, ya que no cotizan y, por lo tanto, no tienen derecho a prestaciones por desempleo y demás, aunque también los hay que dicen que si uno / una quiere prostituirse, lo conveniente es darse de alta como autónomo como masajista, que no van a investigar qué parte del cuerpo de tu cliente vas a masajear, lo que implica, ni más ni menos que van a pagar un huevo y parte del otro en IVA y seguridad social. Estupendo, como muchas de ellas lo hacen por amor al arte, no por necesidades económicas, no tienen otra cosa mejor que hacer que pagar impuestos.
No se han querido pringar, que diríamos, porque, así como hay un acuerdo más o menos general en otros temas –legalización del aborto en ciertos supuestos, aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, protección a la infancia–, en esta cuestión no hay una voz fuerte a favor, pero tampoco la hay en contra. No creo que haya en estos momentos un partido cuyos militantes estén totalmente de acuerdo en una u otra opción. Supongo que en el PP tendrán todos la misma opinión, la prohibición por principio, que parece que es lo único que tienen claro, el “no”, pero no quiero continuar por ahí, que luego me acusan de sociata. No sé si las asociaciones y grupos feministas –y no feministas, que putos, haylos, claro que son menos y se pueden defender mejor– estarán de acuerdo o no en regular o abolir completamente la prostitución. En cualquier caso, el asunto está en proteger los derechos de las personas que se dedican a esto, más que a garantizarles una pensión o la paga del paro.
De todas formas, ni la abolición ni la legalización han conseguido terminar con toda la mierda que hay por esos andurriales. Según los que quieren la prohibición, ésta terminaría con una actividad que denigra a la mujer. Los que quieren regularla piensan que, limitando la influencia de terceros sobre la persona que se prostituye, mejoraría la situación de marginalidad que suele envolver al mercado de la carne, que no existe solamente en la esquina, sino también en lujosos locales de los que vive mucha gente, y bastante bien, por cierto –y me estoy refiriendo al empresario / empresaria, al guardia de seguridad y a la que pone las copas, pasando por el proveedor de bebidas, por ejemplo–. La prostitución no es únicamente una cuestión de cuatro yonquis que necesitan para la dosis, sino del diario que gana unos cuantos euros por los anuncios, de los hoteles y hostales que prestan las habitaciones, de las ferias de muestras, por poner un ejemplo, sin olvidar a todas y cada una de las personas que contrata estos servicios. Así que, de una forma u otra, hay mucha gente metida en el ajo.
Yo, la verdad, no sé qué opinar. Creo que, tanto la prohibición como la legalización son peliagudas y debe mirarse con lupa cada punto y cada coma. Vale que la mayoría de mujeres que se dedican a eso lo hacen por necesidad, vale que una minoría lo hace porque gana dinero fácil, vale que muchas son explotadas y engañadas por mafias para poder pagarse el pasaje a España, vale que algunas, que antes eran algunos, están tan solicitados que optan por no dedicarse a otra cosa, por ignorancia o por lo que sea, vale que la solución a la que se ha llegado, e. d., ni regularla ni dejar de hacerlo, no mejora las cosas y muchos otros “vales” que podríamos discutir ahora. Pero, sinceramente, no creo que nadie tenga la respuesta.
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